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La presencia de un imputado en la nueva Ejecutiva enturbia la elección de Unai Sordo como líder de CCOO

Unai Sordo junto a Ignacio Fernández Toxo.

Ana Requena Aguilar

Unai Sordo es el nuevo secretario general de Comisiones Obreras. Así lo ha decidido el XI Congreso de la organización, que lo ha elegido por amplia mayoría: con 659 votos a favor y 75 en blanco. Sordo (Bilbao, 1972) lideró el sindicato en Euskadi desde 2009 hasta que hace unas semanas el hasta ahora secretario general, Ignacio Fernández Toxo, anunció su retirada y el consejo confederal de CCOO dio su respaldo al vasco.

Sin embargo, la composición de la nueva ejecutiva ha tensado un Congreso que se esperaba tranquilo y de consenso: la presencia del exsecretario general en Andalucía, Francisco Carbonero, imputado hace unos días por una pieza vinculada al caso de los ERE, ha enfrentado al sindicato y enturbia el estreno de Unai Sordo.

Durante todo el viernes la asamblea debatió y voto cientos de enmiendas, así como el informe general sobre el sindicato. La jornada tenía otro interés paralelo: qué personas formarían parte de la ejecutiva que acompañaría a Unai Sordo en su mandato. Un nombre hizo estallar la tensión, el del exsecretario general de CCOO en Andalucía, Francisco Carbonero, imputado por una jueza. Sin embargo, varias organizaciones, y él mismo presionaban para que su nombre estuviera en el equipo de Sordo.

Su presencia o no en la ejecutiva se convirtió en la comidilla de los pasillos del Congreso. Hasta tal punto que en su último discurso al frente de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo, cogió el toro por los cuernos: “Sé que se está hablando en los pasillos, hablémoslo aquí”. A continuación, Toxo defendió a Carbonero y al resto de personas imputadas de CCOO, de las que dijo, le consta que tuvieron un comportamiento “impecable”.

El resto de sus palabras, un tanto crípticas, fueron interpretadas por la mayoría como un respaldo a la presencia de Carbonero en la ejecutiva. Es más, como una presión directa al que desde este viernes por la noche es el nuevo líder del sindicato.

Según varias fuentes, Unai Sordo no estaba por la labor de incluir a Carbonero en su ejecutiva. Pero el delicado equilibrio de fuerzas del sindicato pudo más que el deseo de Sordo: Andalucía, una de las organizaciones con más peso en el Congreso, y otras como la Federación de Servicios y Madrid, presionaban para que así fuera. Amenazaron, incluso, con presentar en el último momento una lista alternativa para la ejecutiva. Ese hecho hubiera obligado a Sordo a rehacer el equipo que tenía en mente: los estatutos obligan a integrar a todas las candidaturas en función de los votos que obtienen.

Aunque la mayoría defiende que la imputación de Carbonero es exagerada o bien defiende su inocencia, creen que el sindicato no podía permitirse una nueva mancha en su imagen. “Él mismo tendría que haber dado un paso atrás”, dice un sindicalista. “Está poniendo al sindicato en una situación delicada que podría ahorrarse. Da la sensación de que quien quiere imponerlo quiere debilitar desde el principio la imagen de Unai”, comenta otra.

Otro dirigente comenta que la presencia de Carbonero en la nueva ejecutiva enturbia el trabajo del sindicato y su esfuerzo por hacer cambios internos: “Puede que sea injusto no incluirle porque su imputación sea injusta. Pero si estamos pidiendo otras dimisiones, no podemos permitirnos esto”.

Los 751 delegados del Congreso comenzaron a votar a última hora de la tarde con un nuevo sistema: primero pasaban por una de las cinco cabinas dispuestas con papeletas, después depositaban su voto en la urna. El sistema llevó varias horas y no fue hasta pasada la medianoche que se conoció el resultado de la votación.

Si el resultado de la votación al secretario general muestra un apoyo muy amplio a Unai Sordo, cercano al 90%, el de la ejecutiva deja ver la división cocinada durante el Congreso: 451 votos a favor, 208 en blanco y 78 nulos o, lo que es lo mismo, un respaldo de un 60%.

Caras nuevas

La ejecutiva es paritaria, ocho mujeres y ocho hombres, incluido el secretario general. Su composición sugiere un mandato más cerca de la continuidad que de la ruptura total. De sus quince miembros, seis ya formaban parte del último equipo de Toxo y repetirán funciones, con matices en algunos casos: Fernando Lezcano, Carlos Bravo, Empar Pablo, Pedro Linares, María Cardeñosa y Cristina Faciabén.

Por primera vez, una sindicalista asumirá la cartera de Acción Sindical. Será Mercedes González, que procede del sector de la Industria y que hace solo unos meses le disputó la secretaría general de Madrid a Jaime Cedrún, que ganó por solo unos votos. Ahora, ocupará uno de los puestos clave del sindicato, junto a Lezcano, que previsiblemente continuará en Organización, o Carlos Bravo, en Políticas Públicas y que pilota la estrategia en asuntos de suma importancia para la central como las pensiones o la protección social.

Mercedes González es una de las caras nuevas en la ejecutiva confederal, junto a otros nombres, como el de María Dolores Santillana, que ha sido secretaria de Empleo de CCOO en Castilla-La Mancha, o Elena Blasco, que procede de Construcción y que asumirá el área de Igualdad. En cuanto a Carbonero, su nombre suena para el área de Relaciones Institucionales.

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