Uruguay intenta que el turismo regulado y los nuevos formatos coexistan responsablemente

Uruguay intenta hacer coexistir el turismo más tradicional con las modernas formas de viajar, facilitadas por el uso de las nuevas tecnologías, según su viceministro de Turismo, Benjamín Liberoff, quien considera que “hay que actuar responsablemente”.

En una entrevista concedida a Efe en Madrid, tras su paso por Berlín y Valencia, el viceministro uruguayo indicó que “es un enorme desafío para todo el mundo” el surgimiento de formas de organizar los viajes turísticos que buscan “reducir la intermediación”.

“En el ADN de las nuevas generaciones de seres humanos la aproximación entre la materialización de un producto o servicio y la decisión del consumidor hay un aplanamiento. La pirámide se va achatando”, explicó Liberoff, para quien la aparición de plataformas de internet para la gestión turística “va más allá de la crisis”.

“Primero, estamos ante un fenómeno que va a tener permanencia en el tiempo; segundo, que no es sectorial, sino que tiene carácter general; y tercero, las organizaciones sociales a través del tiempo asumen determinados costos para brindar servicios a las comunidades. Si yo altero reglas del juego, ¿cómo van a funcionar esos servicios que hay que brindar al conjunto de la sociedad?”, se preguntó.

En opinión del viceministro, hay que hallar un punto de equilibrio en un asunto “bastante complejo de resolver”, en el que deben cuidarse tanto los derechos del prestatario de servicios como del consumidor.

Después de 2016, cuando Uruguay recibió 3,3 millones de visitantes a lo largo del año, Kechichian confirmó ayer en Montevideo que su país ha tenido una cifra récord de 1.089.000 turistas en el primer bimestre de 2017.

Con estos datos en la mano, Liberoff recordó que Uruguay está apostando a nuevos circuitos, como la ruta jesuítica (en combinación con Argentina y Brasil), el turismo fluvial o la organización de congresos, para superar el fenómeno de la estacionalidad, asociado a las costas y al verano.

En esa línea se sitúa la reivindicación del patrimonio cultural, en la que se enmarca la celebración, en abril de 2017, del centenario del tango “La Cumparsita”, considerado himno oficioso de Uruguay.

El denominado “tango más famoso del mundo”, compuesto por el uruguayo Gerardo Matos Rodríguez en el ya desaparecido bar “La Giralda”, de Montevideo, será protagonista de eventos por todo el país, como una muestra de sellos, el regalo de insignias y la emisión de un audiovisual en los vuelos Madrid-Montevideo o la difusión de su música a través de altavoces en coches en circulación.

“Se trata de revalorizar el tango en esta coyuntura particular”, aseveró Liberoff, quien insistió en que “el tango es rioplatense” y las iniciativas tomadas en Argentina y Uruguay para su difusión son “complementarias”.

En esa defensa de lo cultural, Liberoff amplió detalles sobre la reunión que sostuvo ayer, lunes, en Valencia con las autoridades locales sobre un posible hermanamiento entre las Fallas, que en marzo de 2017 se celebran por primera vez tras ser incluidas en la lista de Patrimonio Inmaterial de la Unesco, y el Carnaval uruguayo.

“Creo que hay mucha de la técnica artesana (de las Fallas) que tiene que ver con nuestra escenografía de los carros alegóricos (en los que viajan las Reinas de Carnaval). Es algo que se ha ido perdiendo y que puede recuperarse”, explicó.

Liberoff consideró una “interesante” línea de trabajo la investigación que se está haciendo en la Universidad Tecnológica de Valencia sobre el uso de la cáscara de arroz como material sostenible y no contaminante para la elaboración de las esculturas falleras, por cuanto su país “es productor importante” de ese cereal.

La gastronomía, basada en la carne de vacuno, es otro de los sectores que, según el viceministro de Turismo, se está mejorando en los últimos tiempos, gracias a la aportación que jóvenes chefs están haciendo a la cocina tradicional tras la apertura, hace un año y medio, de la Academia Nacional de Gastronomía.

Concepción M. Moreno