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El acuerdo preliminar de Grecia con la troika pone a prueba la unidad de Syriza

Alexis Tsipras y Yanis Varufakis el 13 de junio en Bruselas.

Pablo García

Grecia y los acreedores representados por la tríada antes llamada Troika (BCE, FMI, Comisión) están a punto aparentemente de llegar a un acuerdo, pero no hay nada firmado y la oposición a Alexis Tsipras puede venir del lado de sus propias filas. En una entrevista en Die Zeit la mañana del martes, el diputado y economista del ala dura de Syriza Costas Lapavitsas, un icono dentro del partido, confirma que no votará a favor de “nuevos recortes económicos” y prioriza una reestructuración de la deuda como punto de partida de todas las medidas a pactar con los acreedores.

Aún queda por delante la reunión de los ministros de Finanzas del euro, que se celebrará el miércoles a partir de las 19 horas, y la cumbre de jefes de Gobierno el jueves y viernes. El maratón de encuentros a alto nivel se pueden cobrar incluso más medidas por parte de los griegos o, lo que es aún peor, comentarios que agudicen la sensación de humillación que se percibe en ocasiones desde Atenas.

Por el momento, las medidas filtradas el lunes durante la reunión extraordinaria del Consejo de la UE con los 19 jefes de Estado y primeros ministros de la zona del euro apuntan principalmente a una reforma no deseada de las pensiones y a una aceptación de las metas fiscales impuestas por los acreedores. Son unas reformas que pondrán a prueba la integridad de Syriza.

Esas medidas derivarán seguramente en más recortes presupuestarios. Fuentes del partido temen incluso una división de la formación; otros, por un giro de última hora que incluya como mínimo el compromiso de no pagar buena parte de la deuda pública helena, como apuntaba Lapavitsas. También desde dentro del partido urgen a poner en marcha algún tipo de control de capitales para poder frenar la fuga de dinero al extranjero y aliviar la dependencia de las líneas de crédito extraordinario del Banco Central Europeo que garantizan la supervivencia de la banca helena día a día.

“La lista de medidas del nuevo paquete de austeridad propuesto por Syriza es deprimente”, destaca el profesor del King’s College de Londres Stathis Kouvelakis, miembro del comité central de Syriza, en su página de Facebook. “Los 8.000 millones que se pretenden recaudar en los dos próximos años se basan en un alza del IVA, otro impuesto de tasa única indirecta que golpea de manera desproporcionada los hogares modestos, restricciones a la prejubilación, un alza de cotizaciones para la jubilación y la cobertura sanitaria de los asalariados, un impuesto de solidaridad que aprobó el Gobierno anterior...”, lamenta Kouvelakis.

De momento lo difícil es encontrar a miembros de Syriza expresándose públicamente a favor de las medidas filtradas a la prensa en un documento de 11 páginas. Tal es la situación que el vicepresidente del Parlamento heleno, Alexis Mitropoulos, advertía el martes que le cuesta creer que la Cámara Baja griega apruebe el acuerdo con la UE tal y como se conoce.

Sorprende además el mutismo absoluto del hombre del Gobierno en las discusiones bruselenses, Euclides Tsakalotos, a pesar de considerársele del ala dura. Y algún ministro ha salido tímidamente a la palestra para respaldar públicamente las propuestas enviadas a la Troika, caso del titular de Interior Georgios Katrougalos.

Katrougalos ha dicho a La Tribune que algunas de las propuestas de Tsipras van bien encaminadas. “Son medidas duras, pero para nada es un regreso a los programas de austeridad. Nosotros no vamos a cercenar los derechos sociales con la puesta en marcha de una agenda neoliberal”.

El ministro del Interior ha defendido algunas medidas fiscales que ha llamado “injustas”: “Lo hemos hecho por necesidad. Aceptando nuevos préstamos tendríamos que haber implementado más reformas. Este año queríamos financiar los gastos del Estado mediante nuestros propios ingresos, y por eso hemos recurrido a una tributación socialmente injusta. El año que viene adoptaremos medidas justas”.

Otros altos cargos hablan de capitulación. En una larga conversación telefónica con este medio, uno de los integrantes del equipo negociador heleno no ve “ningún resultado positivo a la vista”. “Nos han humillado y hemos tragado, y ahora no hay nada que hacer. Juncker ya ha dicho que la reestructuración de la deuda no está sobre la mesa”. El predecesor de Tsipras, el conservador Andonis Samarás, arrancó verbalmente en las negociaciones una quita extra de la deuda (además de la de 2012) que después no se tradujo en nada.

Según esta fuente implicada en las cruciales discusiones con el Grupo de Bruselas, “el Gobierno de Tsipras ya no podrá cumplir su programa y ha fallado a los griegos”.

Tsipras también tiene que tener cuidado con su socio de coalición, el partido conservador Anel. Su líder, el ministro de Defensa, Panos Kammenos, ha dicho que sólo apoyarán el acuerdo con la UE en el Parlamento si incluye algún tipo de compromiso sobre la reestructuración de la deuda. Sobre el aumento del IVA en las islas griegas, Kammenos es aún más tajante. No lo aceptará, incluso si eso hace que el Gobierno “caiga”.

El periodista local Yannis Symeonides valora desde Atenas la muy alta popularidad de Tsipras, en caso de que quiera sacar adelante el acuerdo pactando con partidos de centro y centro-derecha (Pasok, To Potami, Nueva Democracia) junto con una fracción de Syriza. “Pero si en el acuerdo que supuestamente se va a firmar el miércoles no aparecen los haircuts (quita a la deuda) ni medidas de estímulo fiscal para levantar la economía, el crédito de Tsipras empezará a caer”.

Entre los afines a la formación izquierdista helena en las redes sociales corre la sensación de que Angela Merkel, canciller germana, y Christine Lagarde, directora del FMI, no se conformarán con la lista de Tsipras y pedirán más recortes a Grecia. E incluso entre la prensa europea hay quien reprocha a Syriza la “diplomacia del megáfono”, como el Irish Times, que ridiculiza a su vez las dotes negociadoras de Varufákis (too cool for school) para al final obtener el mismo resultado que el resto de estados periféricos.

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