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La locomotora de los derechos del fútbol se para y aboca al abismo a categorías femeninas e inferiores

Retransmisión de un partido

Raquel Ejerique

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El fútbol de primera y segunda, el único considerado profesional y aunado bajo La Liga, está en dique seco por el coronavirus y su salida es compleja, ya que hay que combinar medidas de seguridad y aislamiento con un deporte de inevitable contacto. La principal fuente de ingresos de los clubes de élite son los derechos televisivos (1.500 millones según los últimos datos disponibles, de la temporada 2017-2018), y sin partidos que retransmitir desde que se suspendieran las competiciones en marzo no entra un euro. También está paralizada su segunda fuente de ingresos, los traspasos de jugadores (algo más de mil millones cada temporada). A estas alturas no se sabe si ha acabado o no la competición, la mayoría de contratos de jugadores tiene como fin el 30 de junio y el mercado de fichajes está a la espera. Nadie piensa en firmar contratos con tanta incertidumbre. Tampoco se venden camisetas, tazas o gorras (el merchandising supone 800 millones por temporada) y por supuesto no hay taquilla que ingresar porque no hay partidos (780 millones por temporada). Es decir, la caja del fútbol profesional está seca y las pérdidas, según cálculos de la propia Liga, son de “700 millones de euros en televisión, abonos y taquilla”.  

El problema no es solo del fútbol de élite, que está recurriendo a ERTEs y a reducción de salarios de sus jugadores, como Messi y la plantilla del Barça, que han rebajado un 70% su sueldo. Es que los derechos del fútbol financian al resto de categorías no profesionales (que gestiona la Federación), incluyendo el fútbol femenino. Ante la caída de ingresos por la crisis sanitaria y económica, se acaba de aprobar vía BOE que se incremente ese reparto para intentar salvar de la desaparición y la quiebra a muchos clubes: un 2% de los ingresos de televisión irán a partir de ahora a la Federación de Fútbol (hasta ahora era un 1%), que decidirá cómo repartirlos entre el fútbol no profesional y femenino. El gobierno, que recibía un 0,5% de los derechos del fútbol para pagar cuotas de la Seguridad Social, recibirá desde ahora un 1,5%, a través del Consejo Superior de Deportes (CSD), para financiar otros deportes federados, olímpicos y paralímpicos. Es decir, la idea es que los más ricos financien la precariedad y el riesgo de colapso de las categorías inferiores, femeninas y de deportes minoritarios por la crisis del coronavirus, que mantiene al deporte en standby y sin patrocinios ni retransmisiones.

El debate entre Gobierno, futbolistas, Liga y Federación, es si dar por terminada la competición o alargarla en verano, “aunque los tiempos los va a marcar el Ministerio de Sanidad”, advierten desde el CSD, que hizo de mediador hace unas semanas para que Liga y Federación colaboraran en salir del atolladero y aparcaran sus rencillas. Los clubes, es decir la patronal, quieren jugar porque si no hay partido no hay ingresos (tampoco para todos los deportes y categorías que reciben derechos de la televisión), pero la clave aquí es cómo proteger la salud de los jugadores, que han mostrado su preocupación en una carta por la premura con la que sus jefes quieren empezar a hacer tests y a entrenar. “No les parece bien que la próxima semana se les empiece a hacer tests de coronavirus mientras que médicos o policías todavía no tienen a su disposición”, resumen fuentes del sindicato de futbolistas AFE.

Jugar con mascarillas no es una opción

Rosalía Ortega, abogada especialista en derecho deportivo y exdirectiva de la Federación, apunta a las complicaciones de salud laboral, por ser un deporte de contacto físico donde es imposible no aproximarse a otros jugadores, pero sugiere la solución que se maneja en EEUU: “Allí están pensando retomar la competición en solo dos estadios y concentrar durante semanas a los jugadores en dos únicas ciudades”. Desde luego las mascarillas no son una opción para esta experta ni para nadie: “Reducen la capacidad pulmonar, solo hace falta salir a la calle con una durante 10 minutos para darse cuenta”. La otra opción sería reducir los partidos, “pero esto va a desencadenar un problema de derecho a la competencia, se podría impugnar porque no hay igualdad, no es lo mismo haber jugado fuera de casa o en casa, tampoco haber disputado partidos contra todos que contra algunos. No acabar la competición o cambiar sus normas puede dar lugar a demandas”. Según los análisis de su despacho de abogados, RLD, si La Liga española no termina las pérdidas serán de 957 millones. Si termina a puerta cerrada, de 303,4 millones. 

Desde la Asociación de Futbolistas Españoles, el sindicato mayoritario, avisan de que los jugadores no quieren estar concentrados un mes y medio o dos en hoteles, es una medida que rechazan totalmente. “También se habla de entrenar por grupos separados, pero el partido hay que jugarlo juntos. Y respecto a cuando haya un positivo, ¿cómo se le aísla?”, plantean fuentes de AFE. Otro problema es que los jugadores llevan más de un mes parados y volver a jugar, sin pretemporada, puede conllevar lesiones, además de lo que supone competir en meses de verano con el calor. 

En el CSD, que dirige Irene Lozano como secretaria de Estado de Deporte, han recibido las propuestas de protocolo sanitario de la Federación y La Liga, que se conocerá “en los próximos días y nosotros incluiremos el control y las sanciones si no se cumple”. En este organismo gubernamental admiten estar “preocupados por el rescate al deporte no profesional”, porque para que sobreviva “hay que activar el fútbol y que genere derechos audiovisuales”. Pero ya avanzan que no es realista que La Liga acabe el 30 de junio y apuntan más bien a septiembre, si se dan las condiciones sanitarias, aunque “nos hemos comprometido a intentar que acabe la competición”. De cuándo se podrá volver a entrenar tampoco se sabe nada de momento.

Desde La Liga, fuentes oficiales apuntan a que el protocolo que proponen -y del que todavía no se da detalle- se ha compartido con el Gobierno, pero incluye entrenamientos y partidos a puerta cerrada, “y solo podrán entrar al estadio las personas estrictamente necesarias para el normal desarrollo del partido y su retransmisión audiovisual”. Desde la Federación también han remitido sus propuestas y aseguran que los pagos a las categorías no profesionales están garantizados pese a la crisis del coronavirus, por lo recaudado “a través de la Supercopa y de la Copa del Rey. Enfrentamos un problema, es una situación de emergencia, pero van a sobrevivir”, apuntan, aferrándose también al incremento de sus derechos sobre las retransmisiones televisivas.

Entre los clubes y directivos apremia el interés por jugar y se aportan datos: según un informe encargado por la patronal a la consultora PwC, el fútbol “equivale al 1,37% del PIB, genera 185.000 empleos y aporta 4.100 millones de euros anuales”. Es otro de los motivos por los que hay mucho interés en retomar los partidos televisados, a la vez que contentar a los seguidores, miles de los cuales tienen abonos que tendrán que reclamar si no se acaba la competición. Según las últimas declaraciones, ese problema se resolverá club a club. 

“Desamparados sin marco laboral”

María José López, codirectora de la asesoría jurídica de la Asociación de Futbolistas y una de las conseguidoras del convenio colectivo para el fútbol femenino avisa de la precaria situación de otras categorías, donde no ve el panorama con tanto optimismo. “Hay unos 9.000 jugadores y jugadoras en España, y muchos de ellos ni siquiera tienen derecho a ERTE porque cobran por desplazamiento o dietas, es muy habitual en Segunda B, Tercera y en categorías femeninas. Hay gente que cobra 600 euros al mes por jugar. En el fútbol hay mucho amateurismo y pocos contratos, están desamparados sin marco laboral”, dice López, al tiempo que da gracias de que se firmara el convenio de fútbol femenino, que al menos les da derecho a paro y ERTE, aunque su auge con campos llenos en los meses recientes “ahora se ve como un espejismo que se nos ha ido” con la crisis del coronavirus.

Pero si no hay contrato ni convenio, como en Segunda B y Tercera, todos esos jugadores y jugadoras están sin ingresos, advierte la experta, y a eso hay que sumarle la crisis económica que reducirá previsiblemente los patrocinios y anuncios en categorías inferiores y en el fútbol local, el ingreso del que viven muchos. También se empieza a vislumbrar que los socios de la televisión de pago caigan por la crisis económica derivada del coronavirus. 

El miedo principal es qué pasará con los clubes pequeños o deportes minoritarios cuando acabe el estado de alarma y la financiación y ayudas por ERTE. Varios expertos y directivos deportivos consultados apuntan a la posibilidad de EREs o directamente la desaparición. “Lo de segunda B y tercera va a ser un erial con pagarés y deudas, será un drama”, opina un directivo del ámbito del deporte. “En 2012 el fútbol profesional debía 4.000 millones, afortunadamente se ha saneado y no ha parado de crecer, y al mismo ritmo han crecido los salarios, aunque ahora tendrá que ajustarlos para sobrevivir. El problema llegará a las categorías inferiores, donde hay mucho amateurismo. No quiero pensar en deportes como el hockey hierba, el waterpolo o qué pasará con las becas olímpicas”. Todo depende de la posibilidad de reactivar el fútbol sin poner a nadie en riesgo y de cómo se pueda hacer el nuevo reparto televisivos y conseguir ingresos para salvar al deporte no profesional.

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