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Los robots bursátiles que manejan los mercados financieros pueden provocar una “catástrofe” financiera

Operadores en la bolsa de Nueva York.

Pilar Blázquez

“La falta de control de las maquinas de inversión de alta frecuencia puede provocar una catástrofe en los próximos años”. Quien ha lanzado esta advertencia ha sido Mark Gorton, presidente de Tower Research Capital, una de las mayores compañías de servicios de High Frecuency Trading (inversión de alta velocidad en bolsa) del mundo y uno de los principales defensores de este tipo de operaciones.

Gorton, en declaraciones al Financial Times, asegura que la complejidad a la que están llegando los ordenadores que controlan las inversiones bursátiles de alta velocidad puede ser muy peligrosa. Y advierte de que los controles que han implantado algunas bolsas como la de Nueva York o el Nasdaq son insuficientes.

Estos robots de la inversión, tan amados por los grandes brokers como odiados por los pequeños, son capaces de realizar millones de transacciones de compraventa de activos en nanosegundos. Su gran rapidez es la baza que les permite ganar millones reaccionando antes que nadie ante las noticias del mercado y, en algunos casos, denuncian sus detractores, incluso accediendo a la información instantes antes que el resto de operadores del mercado.

Hasta ahora, siempre se ha justificado su existencia en base a su efectividad para mantener la liquidez en el sistema. Un beneficio que, según sus defensores, compensa esa competencia desleal que vienen denunciando desde hace años los pequeños inversores y hasta las pérdidas acarreadas en fallos históricos.

El más famoso tuvo lugar el 6 de mayo de 2010, cuando la Bolsa de Nueva York se desplomó casi 1.000 puntos en apenas media hora por un algoritmo mal programado que acarreó pérdidas de miles de millones de dólares. También fue un error de programación el que hizo quebrar a Knight Capital Group, una empresa de Trading de Alta Frecuencia, que en 2012 manejaba el 11% del trading de todo el mercado estadounidense. El 31 de julio de ese año, un error técnico desestabilizó su negocio provocando pérdidas de 440 millones de dólares que la obligaron a solicitar el rescate.

Ante estos incidentes, la New York Stock Exchange, el índice tecnológico Nasdaq y hasta los reguladores de los mercados como la Securities and Exchange Comission (SEC) de Estados Unidos decidieron implantar controles para evitar nuevos sustos. Pero, como avisa Gorton, las medidas adoptadas se quedan muy cortas ante la complejidad de los procesos algorítmicos que se están apoderando de los mercados.

“Se limitan a pedir cosas tan básicas como que la empresa de HFT ofrezca el mejor precio del mercado, cuando hay otros fallos [que no detalla] que pueden ser mucho más graves”, advierte.

Además, en los últimos años el aumento de la influencia de estos sistemas en el comercio bursátil no para de crecer. Bloomberg lo cuantificaba en 2010 en el 60% de toda la operativa y ahora diversas fuentes aseguran que puede superar el 80% de todos los valores que se negocian en las bolsas estadounidenses.

En los últimos meses, la desconfianza sobre el efecto de estos robots bursátiles se ha agudizado. “Somos muchos los que creemos que en la inestabilidad y las abruptas caídas de los mercados que se han producido desde este verano tiene mucho que ver la creciente influencia de ordenadores programados en base a datos fríos que no analizan el contexto. Por eso decimos eufemísticamente que el mercado sobrerreacciona. Pero es que es muy difícil criticar un sistema que está dando mucho dinero a los grandes brokers”, asegura un inversor profesional español que prefiere no ser citado.

El que sí se ha animado a denunciar, en términos similares a los de Gorton, ha sido el regulador de los mercados daneses. Este organismo publicó hace un par de semanas un informe en el que analiza el impacto de los algoritmos en la actividad del Nasdaq Copenhague, la bolsa de valores tecnológicos del país nórdico. Es un tema de preocupación creciente en un territorio que ha detectado que el 50% de la negociación de su mercado tecnológico está dominado por órdenes programadas por algoritmos, donde el 15% de ellos son de alta frecuencia.

La conclusión a la que han llegado los reguladores daneses es muy similar a la del empresario estadounidense. A pesar de los controles establecidos, el riesgo de que surjan problemas es muy alto. Entre otros motivos, el informe advierte de que la mayoría de esas operaciones del Nasdaq Copenhague se hacen a través de empresas que no están bajo la supervisión de Dinamarca. Por ello, el regulador danés pide a la Unión Europea que acelere la implantación de medidas unificadas de control y alerta de que Estados Unidos también debe hacer más esfuerzos.

Muchos puestos de trabajo peligran

Pero la espada de Damocles que los operadores de trading de alta frecuencia tienen sobre los mercados no solo amenaza a las finanzas mundiales. También está empezando a ser un grave riesgo para los trabajadores del sector.

Como también ha advertido The New York Times hace unos días, la presencia de los robots se hacen notar en Wall Street. El rotativo cita estudios que auguran un gran cambio laboral entre los empleados de las salas de trading y entre los asesores, además de la pérdida de muchos empleos para tareas que hoy son habituales en esas salas.

A las poderosas máquinas de trading de alta velocidad se está uniendo una nueva generación de máquinas denominadas “robot advisors”, que han conseguido transformar el asesoramiento tradicional también en un algoritmo, por lo que en base a los parámetros introducidos por un inversor ofrecen los destinos supuestamente más efectivos para maximizar sus inversiones.

Multas testimoniales

Mientras esta revolución casi silenciosa tiene lugar, los reguladores de mercados se limitan a centrarse en quienes no cumplen con exactitud la normativa y a multar con cuantías que no parecen desincentivar a un mercado multimillonario. Lo demuestran los ocho millones de dólares que tuvo que pagar en septiembre de 2015 la compañía Latour Trading LLC, o los cinco millones de euros con los que el regulador de los mercados franceses multó, en diciembre de 2015, a la bolsa de valores europea Euronext y al operador estadounidense de alta frecuencia Virtu ante prácticas ilegales en su operativa de mercado.

Pero sin duda han sido los bancos Credit Suisse y HSBC las entidades financieras que han tenido que asumir las penalizaciones más cuantiosas, de 60 y 70 millones respectivamente, por engañar a sus clientes y a los supervisores con sofisticados ordenadores de alta frecuencia.

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