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La banca aplicará a partir de enero una nueva contabilidad que hará los préstamos más caros

Sede del Banco de España.

Belén Carreño

Los bancos deberán encarar una nueva vuelta de tuerca de la regulación que hará más difícil ganar dinero con los préstamos. Hoy mismo el BOE publica la nueva circular bancaria que define la contabilidad de que deben aplicar los bancos a partir del 1 de enero de 2018. La nueva normativa, que adapta el sistema internacional de obligatorio cumplimiento, supone ser más estricto con la clasificación de los créditos conocidos como dudosos, esto es, con alguna probabilidad de impago.

El cambio de contabilidad es casi filosófico. Hasta ahora, las pérdidas que producían estos créditos se apuntaban cuando sucedían y ahora la entidad tiene que anticiparse y contabilizar el crédito como puede ir en el futuro. En definitiva, se pasa de un sistema de “pérdida incurrida” a “pérdida esperada”. Los reguladores asumen que el cambio añade “complejidad” pero es un paso más en el intento de hacer a las entidades financieras cada vez más sólidas. Para hacer estos cálculos los bancos deberán manejar datos a futuro, como previsiones económicas, marcha del mercado inmobiliario, etc...

Hasta ahora, estos créditos en los que había una posibilidad futura de tener una pérdida, se apuntaban en la contabilidad con una provisión (un dinero que se guarda para hacer frente a una eventual pérdida) durante alrededor de 12 meses. Con esta nueva contabilidad, estos créditos pasan a calificarse como “normales con vigilancia especial” y se debe proteger al banco con una provisión por toda la vida de este crédito. Igual que si fuera un crédito en el que ya hubiera habido un impago.

Los efectos prácticos de este cambio son que los bancos tendrán que separar mucha más cantidad de dinero en la contabilidad para cubrir estos créditos. De media, hasta un 13% más de provisiones según el Banco de España tomando los datos de la Autoridad Bancaria Europea. El regulador insiste en que el impacto en los resultados de los bancos será menor, ya que se permite diferir hasta en cinco años el efecto de incrementar estas partidas contables.

Sin embargo, el regulador sí asume que esto encarecerá el crédito. ¿Por qué? Cuando la entidad financiera concede un préstamo tiene que calcular el coste para el banco, un coste al que ahora tiene que sumar ese dinero que tendrá que tener reservado en forma de provisión y que drenará parte de las ganancias que conlleva la venta de este producto financiero.

Este coste, o precio, se calcula con la diferencia entre el tipo de interés oficial y el que se aplica al préstamo más una prima de riesgo, es decir, el coste para el banco de dar el crédito. Los bancos pueden dar préstamos a pérdidas como gancho para atraer a clientes, pero entonces deben dejar estos créditos marcados en su contabilidad.

Fuentes del Banco de España reconocen que el ritmo de concesión de nuevos créditos sigue siendo muy débil pero también apuntan al proceso de recuperación económica como principal culpable. La burbuja crediticia de 2010 estalló precisamente por un grado de endeudamiento muy elevado que la economía ha tratado de corregir, un proceso totalmente contrario a la venta de préstamos.

Por eso, tras el saneamiento y estabilización de la crisis, las entidades financieras se encuentran cada vez con mayores dificultades para hacer su negocio tradicional (dar préstamos) de forma rentable. Los mínimos tipos de interés y la atonía de los salarios tampoco facilitan a los bancos ganar dinero por los canales tradicionales.

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