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El BCE admite que las subidas de los tipos de interés no están bajando la inflación, pero amenaza con más aumentos

Christine Lagarde, presidenta del BCE, charla con periodistas a principios de febrero tras la rueda de prensa tras la decisión de subir los tipos de interés otros 0,5 puntos, hasta el 3%.

Daniel Yebra

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Isabel Schnabel, la voz de Alemania en el comité ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE), ha admitido que, hasta la fecha, “el endurecimiento de la política monetaria sin precedentes, destinado a controlar la inflación, ha tenido poco efecto”.

“El crecimiento de los precios que paga el consumidor aún tiene impulso, con un nivel de inflación subyacente [excluye la energía del cálculo] extraordinariamente alto”, lamentó Schnabel, en unas declaraciones de esta semana, justo después de la última subida de los tipos de interés oficiales en la eurozona por parte de la institución, hasta el 3%. Aunque lejos de plantear alternativas, ella y otras voces de la institución insisten en seguir incrementando el 'precio' del dinero como única estrategia válida.

“Tenemos que preguntarnos cuánto tiempo debemos permanecer en territorio restrictivo”, continúa la alemana. “Dependerá de si tenemos evidencia sólida de que la inflación, y especialmente la inflación subyacente, está convergiendo hacia nuestro objetivo del 2% y se estabiliza allí”, remata. Cuando habla de restrictivo, se refiere a que el encarecimiento de hipotecas y préstamos acabe dañando críticamente la capacidad de consumir de las familias y de invertir de las empresas.

La estrategia de la política monetaria del BCE duplica el golpe de las subidas de precios a los hogares que tienen o necesitan financiación, y al resto por el daño a la actividad económica en general. En enero, la inflación en la eurozona se redujo al 8,5%, según el IPC general, que en España se contuvo al 5,8%, la menor de toda la UE y en mínimos desde 2021, gracias principalmente a las medidas de choque del Gobierno y la caída de la energía en los mercados internacionales. La expectativa es que esta tasa siga reduciéndose hasta estar cerca del 3% en diciembre en el conjunto del 'club' del euro.



Interpelada por elDiario.es en una ronda de preguntas en Twitter promovida por el BCE, Isabel Schnabel negó este viernes que “la desinflación generalizada” haya comenzado. “Necesitamos usar todas nuestras herramientas para restaurar la estabilidad de precios y apoyar el crecimiento sostenible. De lo contrario, veríamos caídas aún más pronunciadas en los salarios reales, y es posible que debamos subir las tasas de interés aún más”, apercibió.

Por su parte, esta misma semana, en una entrevista del periódico de Múnich 'Süddeutsche Zeitung', Luis de Guindos, actual vicepresidente del BCE, afina más y calcula que “nuestra política de tipos de interés tarda de uno a dos años en surtir efecto”. Y con frialdad, destaca: “Pero ya estamos viendo sus efectos iniciales: los costes de endeudamiento de los hogares [las hipotecas] y de las empresas están aumentando, por ejemplo, y esto está debilitando la demanda de préstamos. A su vez, eso ayuda a enfriar la economía y conduce a menores aumentos de precios”.

Los periodistas alemanes preguntan pertinentemente a Luis de Guindos: “Los precios de la energía han caído recientemente. ¿Está llegando a su fin la pesadilla de la inflación?”. La respuesta del ex ministro de Economía en España con el Partido Popular, entre 2011 y 2018, es desalentadora, en línea con Schnabel:  “No, todavía deberíamos estar preocupados por la inflación”.

Luis de Guindos admite en su análisis que “hay algunas tendencias favorables que están aliviando la presión de la inflación, incluida la reducción de los precios de la energía [...]. La apreciación del euro en los mercados de divisas también está contribuyendo [abarata las importaciones de petróleo o gas, denominados en dólares]”. Además, según continúa, “hay menos escasez de suministros relacionada con la pandemia”.

No descartaría más subidas de tipos después de marzo

Luis de Gundos Vicepresidente del BCE

“Sin embargo, vemos que la reapertura de la economía en China después [tras las restricciones por la COVID] está generando una mayor demanda de energía, metales y materias primas. Eso puede favorecer más presiones de precios. Y los salarios también están aumentando”, añade.

Sobre la exigencia de los trabajadores de recuperar la histórica pérdida de poder adquisitivo que están sufriendo por el daño de la inflación, el vicepresidente del BCE opina que “las partes [sindicatos y empresas] en las negociaciones salariales en curso están recordando la alta inflación del año pasado. Pero la inflación disminuirá en el transcurso del año: esperamos una tasa de inflación promedio de alrededor del 6% este año, con un 3,6% en el último trimestre [en el conjunto de la eurozona]. Sin embargo, los sindicatos pueden inclinarse a pedir aumentos salariales excesivos. Tenemos que tener cuidado”.



Según cálculos de la OCDE de esta misma semana, la renta disponible de las familias españolas se ha encogido en cerca de un 8% desde 2019 hasta el tercer trimestre del año pasado. “¿No es un poco duro? Los hogares de bajos ingresos se han visto especialmente afectados por la inflación”, deslizan los periodistas alemanes. Pero Luis de Guindos agita el dogma de la política monetaria ortodoxa: “En una espiral de salarios y precios nadie gana”. Y amenaza: “Si entramos en ese bucle, el BCE tendrá que subir los tipos de interés más de lo que hubiera sido necesario”.

“La batalla contra la inflación aún no ha terminado”, prosigue. Tras la subida de los tipos de interés oficiales de 0,5 puntos a principios de febrero, hasta el 3% para la principal referencia, el segundo de Christine Lagarde apunta que “es muy probable que los aumentemos en otros 0,5 puntos porcentuales [el 'precio' del dinero] en nuestra próxima reunión en marzo. Luego veremos qué haremos. No descartaría más subidas de tipos después de marzo”.

“¿Está el BCE en peligro de ir demasiado lejos?”, cuestionan desde el 'Süddeutsche Zeitung'. “Nuestro mandato es mantener la estabilidad de precios. Eso es todo. Ese es el único mandato que tenemos. La alta inflación perjudica a todos en la sociedad”, insiste Luis de Guindos.

En Madrid, Nacho Álvarez, secretario de Estado de Derechos Sociales, subraya a los dirigentes del BCE “que las subidas de tipos no serían de mucha ayuda para frenar la inflación era de esperar: las causas de esta inflación están principalmente vinculadas a los costes energéticos, no a la demanda”.

“Autoinducir una recesión cuando ni siquiera tienes seguridad de que sirva para frenar la inflación no parece una estrategia muy sensata”, comenta. “Hacer compatible la reducción de la inflación con preservar la buena marcha de la economía y el empleo no es fácil, es cierto. Precisamente por ello, la inflación –en esta ocasión, y dado su origen– no puede dejarse exclusiva ni principalmente en manos de la política monetaria”, incide.

De una crisis energética a una crisis económica

“El BCE está convirtiendo una crisis de inflación del norte por la crisis energética, en una crisis de inflación y de tipos de interés en toda la eurozona. Especialmente dura para las familias más vulnerables”, denuncia Carlos Martín Urriza, director del gabinete económico de CCOO.

“España no debería pagar por el modelo energético de Alemania, que dependía del gas barato de Rusia”, prosigue el experto de CCOO. Además, destaca que la principal economía de la eurozona se beneficia de la política monetaria restrictiva porque la mayoría de sus hipotecados son a tipo fijo, al contrario que en nuestro país, y sus familias son ahorradoras netas, y se benefician de la mayor rentabilidad que irán ofreciendo los depósitos.

Por otro lado, José Ramón Díez, economista de Caixabank Research, observa que “los datos de crecimiento del último trimestre de 2022 han confirmado la intensa y esperada desaceleración de la actividad mundial provocada por los efectos de las subidas de los precios energéticos y el endurecimiento de la política monetaria”.

Y su compañero, Oriol Aspachs, explica que “la traslación del aumento de los costes de producción a los precios finales se produce de forma gradual, por lo que la tasa de inflación subyacente aún seguirá siendo elevada este año. Pero el primer paso para que este proceso vaya perdiendo empuje pasa por la moderación de los precios de la energía”.

Y concluye: “La contención de las presiones inflacionistas a lo largo del año también facilitará que el BCE deje de aumentar los tipos de interés en 2023. La conjunción de estos dos factores es de suma importancia para que los hogares puedan mantener su consumo y para que las empresas puedan llevar a cabo sus planes de inversión en un momento de transformación económica tan relevante”.

“Debemos utilizar otros instrumentos [al margen de la política monetaria del BCE] para corregir las subidas de precios. Es determinante actuar en aquellos mercados desde donde se han venido irradiando las presiones inflacionistas al conjunto de la economía. En concreto, actuar sobre el mercado eléctrico, sobre los costes energéticos y sobre los precios de los alimentos parece más eficaz. En España esta estrategia ha permitido reducir la inflación más rápidamente que en la UE”, desarrolla Nacho Álvarez.

“Además, sigue habiendo un ángulo muerto en la política económica europea: los efectos de segunda ronda con origen en las ganancias empresariales. En algunos sectores, los márgenes de beneficios se han disparado por encima del crecimiento de los costes, enquistando la inflación”, finaliza el economista.

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