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Quiero un mensajero en bici, pero no precario: ¿a quién llamo?

Un ciclista en la Puerta de Alcalá de Madrid.

Marta Garijo

El auge de aplicaciones de reparto de comida u otras mercancías, como Deliveroo o Glovo, ha puesto de manifiesto la precaria situación de los bicimensajeros que trabajan para estas empresas. Los repartidores son autónomos que cobran por reparto. Estas empresas buscan estructuras ligeras en las que el personal contratado suele ser el de oficina como informáticos o desarrolladores. ¿Pero es posible desarrollar servicios de bicimensajería de otra forma? Cooperativas y empresas locales buscan fórmulas para desarrollar este tipo de reparto.

María Echavarría explica que junto con otros dos compañeros (otro bicimensajero y un informático) acaban de montar Cleta, una cooperativa donde han desarrollado una aplicación informática para gestionar su servicio de bicimensajería. Echavarría cuenta que lleva trabajando como bicimensajera unos seis años y que en ese tiempo hubo una época en la que trabajó para Take Eat Easy, una empresa del sector de reparto de comida a domicilio que acabó cerrando. Explica que al principio trabajar con ellos era “una locura” y que posteriormente acabaron funcionando como “falsos autónomos”. Además, señala que la empresa tenía sistemas para medir la “efectividad” de los repartidores, lo que generaba situaciones de tensión entre ellos.

Antes de que la empresa cerrara, Echavarría volvió a la cooperativa Trébol donde había estado antes, que lleva 20 años funcionando en Madrid. Ahora ha lanzado Cleta, donde la novedad reside en la aplicación móvil. Esta bicimensajera señala que la diferencia entre su sistema y el de otras aplicaciones es que, mientras que los otros sistemas están automatizados, en el suyo hay una persona que va asignando los pedidos. “Queremos que sea un trabajo digno”, dice y explica que están a la espera de que les den el registro de cooperativa y que también han creado una asociación. A partir de eso, confían en organizar todos los papeles y contratos.

La duda que surge es si se pueden vivir de esto y si una empresa o cooperativa de este tipo es rentable. Ellos ponen como ejemplo a Trébol, que nació en 1996 y lleva más de 20 años funcionando en Madrid. Una cooperativa de bicimensajeros dedicada al reparto de documentos y a la pequeña paquetería.

Repartos locales

No son los únicos que apostaron hace un tiempo por la mensajería en bicicleta. En Pamplona está establecida Oraintxe. Eneko Astigarraga, uno de los socios, cuenta que llevan 25 años funcionando con una forma de empresa “ordinaria” (una sociedad limitada) y sus mensajeros están contratados siguiendo el convenio de recadería. “Tratamos de que la gente esté contenta, nuestra media de antigüedad es de unos doce años”, cuenta.

“Es muy complejo el escenario que están desarrollando estas nuevas marcas”, apunta, y señala que se basan en el “infraempleo” para ofrecer precios muy bajos en los repartos. La clave para hacer frente a estos servicios, señala, es definir los servicios y no ir a luchar por el precio sino por la “utilidad”. “Es el histórico repartido de pizza que antes funcionaba con las propinas, y aún peor porque antes había contratos”, señala al hablar de estos repartidores autónomos.

En el caso de su empresa han optado por una pequeña diversificación que se basa también en tener una tienda de bicicletas o dar formación. Esto les permite además tener una rotación de sus empleados, así un día están fuera repartiendo pero otro están en la tienda o en la oficina.

En 1994 nació La Luna Bicimensajeros en Asturias, operando en Gijón y Oviedo, cuando sus cuatro socios trabajaban para otra empresa de bicimensajería y las “malas condiciones” laborales les hicieron decidir dar un paso adelante y montar su propia empresa. Más de 20 años después siguen en activo y han visto cómo ha evolucionado el sector. Entre sus clientes, los hay particulares, empresariales de todo tipo y también son adjudicatarios de concursos para gestión de mensajería de diferentes administraciones públicas.

Los fundadores señalan que las apps informáticas para el reparto han introducido “innovación”, pero desde el punto de vista laboral “no comparten la forma que gestionan el personal de reparto”. “Las personas que vayan a trabajar o estén trabajando para estas empresas deben de echar muy bien las cuentas, así como asesorarse de sus derechos, obligaciones... y no dudar en exigirlos”, dicen.

“La política laboral respecto a nuestros bicimensajeros la regula el último Convenio Colectivo Estatal de Empresas de Mensajería 2016-2018 donde como principal novedad y por primera vez aparecen las categorías profesionales de mensajero en bicicleta, y de mensajero en bicicleta de carga”, explican al hablar de cómo regulan las relaciones laborales de sus trabajadores. “Se recoge, como en todo convenio, el salario mínimo obligatorio que debe recibir el mensajero, los pluses de productividad, locomoción, etc.. los permisos, vacaciones pagadas, etc...”, añaden.

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