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El comercio por internet y otros cambios amenazan las grandes superficies

El incremento del comercio electrónico, el descenso del precio de alquileres de locales y otros factores pueden amenazar a largo plazo la supervivencia de algunos centros comerciales gallegos, en línea con la tendencia en otros países. En la imagen, el centro comercial Dolce Vita en A Coruña, cerrado desde enero de 2014.

EFE

Santiago de Compostela —

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El incremento del comercio electrónico, el descenso de precio de alquileres de locales y otros factores pueden amenazar a largo plazo la supervivencia de algunos centros comerciales gallegos, en línea con la tendencia en otros países.

El centro coruñés Marineda City, con unos 175.000 metros, seguido del compostelano Cancelas y del vigués Gran Vía con alrededor de unos 50.000, figuran entre la veintena de grandes superficies que han proliferado en Galicia en los últimos años, ensombreciendo en algunos casos el de otros de talla inferior en sus proximidades.

Actualmente en Vigo y en Ourense hay proyectos para establecer otras nuevas superficies, frente a las protestas de algunos sectores que denuncian el desplazamiento del comercio del centro urbano a la periferia, lo que perjudica a las tiendas y negocios convencionales.

El mes de diciembre se ha caracterizado generalmente por el periodo de mayor afluencia de consumidores ávidos de adquirir regalos para los fastos navideños, tanto obsequios como alimentos, y es la época más próspera para los grandes centros comerciales que en los últimos años han proliferado en los suburbios, donde el precio del terreno es relativamente inferior.

Sin embargo, en los últimos años noviembre se ha convertido en un periodo de aumento de compras inducido por el “viernes negro” y el “lunes cibernético”, un fenómeno surgido en Norteamérica del que se benefició particularmente la plataforma de comercio electrónico Amazon y que ha sido adoptado por centros comerciales y tiendas en varios puntos de Europa.

Ese cambio de hábitos de los consumidores hacia el comercio electrónico explica, en parte, el colapso de decenas de grandes centros comerciales en Estados Unidos, convertidos en “zombis”, y que corre el riesgo de contagiarse a Europa.

Algunos centros comerciales británicos ya han comenzado a sentir los efectos del cierre de tiendas y el descenso de precios de alquiler de locales, entre ellas las firmas Landsec o Arcadia, propietarias de varios de ellos en diversas localidades.

El presidente del grupo alimentario Ebro Foods, Antonio Hernández Callejas, tras indicar el mes pasado en una reunión en Sevilla que en Estados Unidos hay más de 350 centros comerciales abandonados, los denominados “zombie malls”, debido en parte al comercio electrónico, advirtió de que eso podría acabar ocurriendo también en España.

Un reciente estudio de la asociación Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) apunta que en 2018 el comercio electrónico movió en España unos 40.000 millones de euros, equivalente a un 11 % del comercio minorista.

El Corte Inglés, uno de los mayores grupos españoles de distribución, anunció hace un año un estudio para vender más de un centenar de activos valorados entre 1.500 y 2.000 millones de euros, como parte de una operación que incluye la venta de algunos centros comerciales para recortar su deuda.

Al contrario, Carmila, brazo inmobiliario del grupo francés de distribución Carrefour que gestiona 78 centros comerciales en España, aspira a concluir 2019 con mejores beneficios y a comprar en 2020 otras nuevas grandes superficies.

Sus directivos aseguran disponer del 96 % de ocupación de las tiendas, frente al 76 % de hace cinco años, en sus centros comerciales, algunos de ellos ubicados en Galicia.

Las ayudas de la Xunta al desarrollo del comercio electrónico y de las tiendas tradicionales, que no alcanza los cuatro millones de euros, apenas han podido contener el fenómeno.

El año pasado más de un millar de comercios de Galicia cerraron sus puertas, principalmente debido al cambio de hábito de los consumidores que optaron por acudir a grandes centros comerciales de la periferia o a comprar por internet.

Sin embargo, las deficiencias en algunas zonas periféricas en telecomunicaciones de banda ancha o las limitaciones de las empresas de paquetería postal para entregar productos a domicilio en aldeas o zonas aisladas podría llevar a muchos gallegos a preferir, al menos de momento, los centros comerciales.

Por Xavier Barros

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