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“El comercio justo está ejerciendo presión para que las compañías privadas mejoren sus estándares”

El presidente de la organización 'Mahaguti', Sunil Chitrakar. Foto: Coordinadora de Comercio Justo

Ana Requena Aguilar

'Magahuti' es una de las organizaciones dedicadas al comercio justo radicadas en Nepal. Desde hace treinta años, la empresa fabrica artesanía y productos textiles que vende, sobre todo, en mercados internacionales. “Es un modelo empresarial sostenible, generamos empleo local, pagamos salarios decentes y respetamos el medio ambiente”, dice su director, Sunil Chitrakar, de visita en España.

Chitrakar defiende que se trata de un modelo muy necesario en Nepal, donde miles de jóvenes están emigrando por falta de oportunidades laborales y las mujeres tienen difícil entrar en el mercado de trabajo. Y asegura que se trata de un mercado creciente: las veinte organizaciones de comercio justo que operan en Nepal copan ya el 20% de las exportaciones de artesanía del país.

¿Cómo funciona exactamente su organización y qué les hace ser una organización de comercio justo?

Tenemos 120 trabajadores directos y 85 grupos de producción, a los que proveemos de apoyo económico, técnico y formación, repartidos en diferentes puntos de Nepal, en total unos 1.200 beneficiarios. El 80% son mujeres porque estamos muy centramos en su inserción social través del trabajo. Nos enfocamos en la gente que necesita trabajo, en la igualdad de género, en la generación de empleo local, en pagar sueldos justos y en respetar nuestro entorno.

Las compañías comerciales no suelen mantener en el tiempo las relaciones con los productores; nosotros, sin embargo, llevamos trabajando con muchos de ellos desde hace 30 años y ayudamos a la gente a conseguir su independencia en el negocio. Podemos garantizar que todos nuestros productos están hechos de una forma sostenible y justa. Somos transparentes y se puede comprobar que eso ocurre en toda la cadena de producción.

¿Cuáles son las condiciones laborales de sus trabajadores y en qué se diferencian de las condiciones de un trabajador medio en Nepal?

Ahora mismo hay mucha gente que está emigrando de Nepal por las condiciones laborales. El crecimiento industrial es negativo, eso significa que muchas industrias y negocios están cerrando. Una de las razones de que la gente se marche es que no se garantizan unas ganancias mínimas. El salario medio es de unas 800 rupias (80 euros mensuales), y nosotros pagamos el doble y hasta el triple de esa cantidad.

El comercio justo garantiza una serie de estándares mínimos, tanto económicos como sociales. Otra de las cosas que nos diferencia es que en el mercado laboral de Nepal resulta muy difícil para las mujeres encontrar un trabajo. Nosotros les damos empleo y generamos las condiciones para que mejoren su situación. Por ejemplo, a raíz de encontrar un trabajo consiguen más respeto en sus familias y comunidades.

¿Es la sociedad nepalí consciente de estas diferencias entre unos trabajadores y otros?

El comercio justo sigue siendo poco conocido en términos generales, pero en los dos últimos años hemos empezado a involucrar a los Gobiernos y a los políticos. Hemos empezado a concienciar a la gente, a hacer campañas y actividades públicas, y eso está mejorando la concienciación social. Ahora más gente sabe las diferencias que hay entre el comercio justo y las empresas convencionales.

Entonces, ¿cree que el comercio justo puede servir también como presión para que las empresas privadas introduzcan mejores condiciones laborales o criterios de respeto al medio ambiente?

Sin duda, sí la tiene. Muchas empresas privadas han empezado a sumarse al comercio justo. Quieren involucrarse y mejorar su forma de hacer las cosas, es algo que nos parece muy positivo. Así que es un proceso lento pero que se está produciendo.

¿Y es posible hacer dinero con el comercio justo, ustedes ganan dinero?

Estamos muy satisfechos de poder decir que somos sostenibles. En el último año, Intermón nos ha apoyado para abrir una tienda y en general tenemos apoyos de distintas organizaciones de comercio justo, como pueden ser Setem o Ideas. Lo importante es mantener todos nuestros valores sociales, por eso tratamos de diferenciarnos en términos de marketing y posicionamiento. Intentamos posicionarnos de forma diferente no para competir directamente con los precios baratos de las empresas normales, porque eso no es sostenible, sino para dar más valor al producto. Nuestros productores y consumidores nos conocen, saben lo que hacemos y lo valoran.

¿Entonces cree que esa es la salida para competir en Europa, posicionarse en el mercado pero sin competir en precios?

En Europa y también en América muchas compañías están cambiando su posición. Antes se vendían los productos de comercio justo en estas tiendas, ahora muchas empresas están dando un paso más y estos productos están llegando a los canales mainstream y quieren sacar incluso sus propias marcas o patrocinar productos de comercio justo porque saben que eso les da más valor. Ahora ves que muchos clientes están más concienciados y hay un movimiento de consumidores por un consumo más sostenible.

Hay compañías que piden que su merchandising sea de comercio justo, en muchas tarjetas de felicitación o Navidad las compañías ya quieren que figure que son de comercio justo. Las empresas nos piden que lo escribamos en el producto porque saben que hay una queja social. El comercio justo está ejerciendo presión sobre las compañías para que mejoren sus estándares, y ellas están hablando de responsabilidad social corporativa. Están aprendiendo de nosotros, eso es positivo; y nosotros también estamos aprendiendo de ellas sobre cómo hacer negocios pero manteniendo nuestros principios.

Así que es optimista...

Sí, en las universidades puedes ver que la gente joven quiere ser parte del cambio, les ves defendiendo este tipo de opciones. Esta gente se va a convertir en consumidores reales de productos de comercio justo en el mercado. Hay muchas posibilidades de futuro.

¿Y mantiene su optimismo a pesar del impacto de la crisis?

Ha sido un impacto muy fuerte. Por ejemplo, España e Italia solían ser nuestros principales mercados antes de 2007 y a partir de ahí todo el mercado sufrió un batacazo, así que ha sido un gran reto para nosotros. Pero de alguna forma nos recuperamos a medida que se recuperaban otras economías, como la de Japón. Así que, a pesar de la crisis, el comercio justo ha seguido creciendo.

¿Y cree que tragedias como el derrumbe de Rana Plaza en Bangladesh han tenido un impacto positivo, que ha servido para concienciar sobre las condiciones en las que se elaboran muchos productos que consumimos?

A causa de este tipo de tragedias muchos consumidores han empezado a pensar y a preguntar qué hay detrás de las marcas e incluso a desconectarse de algunas de ellas. Han pedido mejoras en las condiciones laborales en Bangladesh y en otros lugares. Se ha generado conciencia, ha sido un punto de inflexión para llegar a mucha gente y también para que algunas empresas adopten medidas sociales y económicas y mejoren sus estándares de seguridad. Los consumidores están ahora más concienciados y eso es bueno. Necesitamos seguir comunicando lo que hacemos.

Además de comunicar, ¿cree que deben mejorar también su distribución? Por ejemplo, sigue siendo difícil conseguir determinados productos de comercio justo.

Hay aún muchas posibilidades de mejorar la situación. Aún algunos de nosotros, productores y organizaciones, no tenemos suficiente práctica para salir fuera a vender. Por eso digo que tenemos que aprender de las empresas privadas en este aspecto, en el aspecto comercial, para mejorar nuestra competitividad.

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