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La desaceleración no puede ser la excusa para retrasar una economía más verde

De izda. a dcha. José Manuel Marqués, del Banco de España; Helena Viñes, del BNP; Emilio Ontiveros, de Analistas Financieros Internacionales; Nick Robins, de la London School of Economics; y Antonio Ballabriga, del BBVA; en una mesa redonda el pasado marzo sobre "Las finanzas sostenibles como motor de la transición ecológica".

EFE

Madrid —

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La desaceleración de la economía mundial, especialmente la europea, no puede ser la “excusa” para retrasar la necesaria transición a una economía más “verde”, baja en carbono, en la que juega un papel fundamental el sector financiero y las emisiones de bonos verdes.

Así lo asegura la responsable de Sostenibilidad de la gestora de activos de BNP Paribas, Helena Viñes, también miembro del Grupo Técnico de Expertos en Finanzas Sostenibles de la Comisión Europea, que está trabajando en sentar las bases de un marco de referencia y regulador sobre las finanzas verdes.

Viñes cree que las empresas más reacias no podrán esquivar la necesaria transición a un modelo bajo en carbono, que requiere “visión e inversión” y es “imparable”. “La inacción no se contempla”.

La eclosión de las finanzas verdes se produjo al calor del Acuerdo del Clima de París, de 2015, por el que 195 países firmaron un pacto vinculante para contener el calentamiento global por debajo de dos grados sobre los niveles preindustriales.

Un hito clave para el desarrollo del mercado de bonos verdes es la taxonomía publicada en junio pasado por la Comisión Europea, una herramienta que define qué actividades económicas son sostenibles y ayuda a cuantificar su impacto.

Esta clasificación evitará que, como ocurre ahora, los emisores traten de colocar como verdes activos que no lo son, lo que en el argot se conoce como ecoblanqueo o “greenwashing”.

Por ello, las cifras de emisiones de bonos verdes hay que leerlas “con todas las cautelas”, porque son las propias empresas las que deciden si son verdes y cuán verdes son.

La taxonomía ha incluido actividades de transición, es decir, aquellas que producen un cambio de modelo hacia una industria más verde, de forma que una compañía “marrón” puede emitir bonos verdes para financiar el cambio, pero no se incluyen aquellas que aun reduciendo emisiones en realidad ayudan a alargar la vida de una instalación contaminante.

Este catálogo de definición sigue al Plan de Acción de la Comisión Europea, aprobado en marzo pasado, que es al sector financiero lo que el Acuerdo de París a la economía, “un punto de ruptura” que permitirá a los diferentes actores (bancos, gestoras y fondos de pensiones, entre otros) trabajar con criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ASG) y forma parte del “corazón” de la Unión del Mercados de Capitales, a juicio de Viñes.

En virtud de este Plan, los test de idoneidad que los gestores financieros ya hacen a los clientes para determinar su grado de conocimiento de los productos que compran incorporarán a futuro preguntas sobre sus preferencias medioambientales de inversión, aspecto que se incluirá en el Reglamento Mifid II mediante una enmienda.

Además, está previsto que los productos financieros puedan obtener el etiquetado verde o “Ecolabel” sin que haya planes por el momento para un etiquetado a nivel europeo con criterios ASG, asunto sobre el que “debería haber” acuerdo entre los Estados miembros antes de fin de año. “Viene a ser el comercio justo en la banca” y sería algo semejante a la recomendación de ingesta diaria que incorporan los alimentos.

El riesgo para el desarrollo de una economía baja en carbono viene de los mensajes “erróneos” que relacionan sostenibilidad con destrucción de empleo. De hecho, el mayor crecimiento del empleo se está dando precisamente en renovables y energías verdes, según Helena Viñes, que añade que Europa “no debería perder este tren, como ha ocurrido en el sector del automóvil por culpa del ”lobby“ automovilístico”.

La estrategia a desarrollar hasta el año 2050 exige entre 180.000 y 270.000 millones de euros anuales de inversión adicional para financiar esos objetivos, una cantidad que debe asumir el sector financiero para cubrir las externalidades negativas del cambio climático y financiar la transición energética.

En opinión de la responsable de Sostenibilidad de la gestora de activos de BNP Paribas, se debería exigir al sector público, no solo a los Gobiernos, que lideren este movimiento y se pregunta, por ejemplo, cómo invierte el Banco de España.

Viñes está convencida de que Europa dará un impulso sustancial a la agenda de sostenibilidad y en ese sentido saluda la apuesta de la recién nombrada presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, por un nuevo pacto verde (“Green New Deal”) en su discurso de presentación ante el Parlamento Europeo.

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