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La deuda, el lastre de la economía argentina desde hace cuatro décadas

EFE

Buenos Aires —

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Lejos de aquel primer empréstito por un millón de libras esterlinas tomado en 1824 a la Baring Brothers en Londres (Reino Unido), la deuda pública se ha convertido en las últimas cuatro décadas en la pesadilla de Argentina, que lastra su crecimiento y pone en jaque de forma cíclica a su economía.

La historia de la deuda pública ha tenido altibajos a lo largo de la historia de Argentina y hoy, en un nuevo punto crítico, complica al Gobierno del peronista Alberto Fernández, quien asumió el poder en diciembre con la nación al borde de un nuevo cese de pagos.

Y así como el país suramericano tardó casi un siglo en saldar el empréstito de la Baring, el endeudamiento externo signó su desarrollo a lo largo de su vida republicana pero complicó aún más su economía desde la última dictadura cívico militar que gobernó entre 1976 y 1983.

El régimen encabezado por el general Jorge Rafael Videla perpetró graves violaciones a los derechos humanos y también asestó un duro revés a la economía nacional con la apertura de las importaciones y un plan para imponer un modelo neoliberal que demandaba fondos para su financiación.

Esto llevó a que el endeudamiento externo casi se sextuplicara durante la dictadura dejando como legado al nuevo proceso democrático un pasivo de 45.000 millones de dólares.

EL SOBREENDEUDAMIENTO EN DEMOCRACIA

En el regreso a la democracia, el problema de la deuda pública no pudo ser resuelto y, al contrario, se agravó con cada nueva administración.

El radical Raúl Alfonsín (1983-1989) amplió la toma de créditos, acuciado por la crisis que marcó sus últimos años de Gobierno y que lo llevó a entregar el poder seis meses antes de lo previsto al peronista Carlos Menem (1989-1999).

Menem decidió en 1992 sumar a la Argentina al Plan Brady diseñado por el entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos, Nicholas Brady, para reestructurar la deuda de países en desarrollo con bancos comerciales, en particular tras la crisis de los años 80.

Pero el endeudamiento argentino volvió a crecer a lo largo de la década del 90, aunque esta vez ya no con bancos extranjeros sino con organismos multilaterales e internacionales, ahorristas y fondos de inversión.

TRAS LOS SALVATAJES FALLIDOS, EL “DEFAULT” DE 2001

El impacto de la crisis del sureste asiático en 1997, el desgaste del plan de convertibilidad de la moneda argentina, que se sobrevaluó de forma significativa frente al resto de las divisas y golpeó las exportaciones, más una deuda pública que escalaba a 146.000 millones de dólares, dejaron al nuevo Gobierno del radical Fernando de la Rúa (1999-2001) al frente de lo que se tornaría en una tormenta perfecta.

Sin acceso al mercado de capitales internacional, Argentina recurrió en diciembre de 2000 a organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y a España para gestionar un paquete de asistencia financiera denominado “blindaje financiero”, que al no tener éxito lleva al Gobierno a negociar en mayo de 2001 un “megacanje” de deuda, seguido meses después por otro más.

En medio de una profunda crisis económica, política y social, De la Rúa renunció el 21 de diciembre de 2001 y en la vorágine de los cinco presidentes que tuvo Argentina en siete días, uno de los mandatarios provisorios, Adolfo Rodríguez Saá, declaró 48 horas más tarde la cesación de pagos de la deuda soberana de 144.400 millones de dólares desatando aplausos y vítores en la Asamblea Legislativa.

UNA QUITA HISTÓRICA EN LA REESTRUCTURACIÓN DE LA DEUDA ARGENTINA

El Gobierno del peronista Néstor Kirchner (2003-2007) propuso en 2003 una reestructuración de la deuda por 94.302 millones de dólares, sin reconocer los intereses y con una reducción del 75 por ciento sobre el valor nominal, una oferta que luego mejoró para cerrar dos años después la histórica operación con la refinanciación de bonos por 81.800 millones de dólares, sobre los que se aplicó finalmente una quita del 65,4 por ciento.

La oferta logró una adhesión del 76,07 por ciento de los acreedores, nivel que creció a un total de 92,4 por ciento con la reapertura en 2010 del proceso de reestructuración.

Entre tanto, Argentina canceló en enero de 2006 en un solo pago el total de su deuda con el FMI, por un total de 9.500 millones de dólares, y años después, en 2013 bajo el Gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) acordó el pago en cuotas de la deuda con el Club de París.

CON MACRI, UN ALTO ENDEUDAMIENTO QUE ABRIÓ PASO A OTRO “DEFAULT”

El centroderechista Mauricio Macri (2015-2019) asumió la Presidencia con una deuda pública de 223.000 millones de dólares y cuatro años después se fue dejando un estimado de 320.000 millones, producto de un festival de bonos y un acuerdo de auxilio financiero con el FMI concedido en 2018 por unos 44.000 millones para paliar la crisis.

El escenario económico que recibió Alberto Fernández se complicó aún más con la crisis del coronavirus: “No hay pago de deuda que se pueda sostener si el país no crece”, advirtió este jueves el mandatario, cuando los mercados ya daban por descontado el ingreso de Argentina en una suspensión de pagos selectiva por el incumplimiento de un vencimiento por 500 millones de dólares.

“No vamos a someter a la Argentina a nuevos compromisos que no podamos cumplir. Yo quiero que el mundo nos vea como un país honorable que cumple sus compromisos y por lo tanto no vamos a hacer más que lo que debamos hacer para que los compromisos que asumamos con nuestros acreedores no signifiquen una nueva postergación de nuestro pueblo”, subrayó Fernández, al tiempo que solicitaba más tiempo para negociar la reestructuración de la deuda emitida bajo ley extranjera por más de 66.000 millones de dólares para no entrar en un “default” total.

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