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El universo juguetero de FAO Schwarz vuelve a Nueva York después de tres años

El universo juguetero de FAO Schwarz vuelve a Nueva York después de tres años

EFE

Nueva York —

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Un reloj de tres pisos que guiña el ojo, un centro de adopción de muñecas o una nave espacial con tripulantes de peluche forman parte del universo de fantasía de FAO Schwarz, la legendaria juguetería que cerró su sede de Nueva York hace tres años y que hoy ha vuelto para quedarse.

La enorme tienda ocupa 1.850 metros cuadrados a los pies del edificio Rockefeller, uno de los rascacielos más altos de la Gran Manzana, cuya presencia pasaba casi desapercibida este viernes para las decenas de niños que estaban encandilados frente a sus escaparates.

No eran los únicos: algunos padres recordaban con nostalgia haber crecido con esta juguetería fundada en 1862, una de las más grandes y antiguas del mundo, que se estableció en la Quinta Avenida en los años 30 del siglo pasado, y que, desde 1986 estaba en las inmediaciones de Central Park, en esa misma vía.

“Simplemente tiene magia, es un lugar feliz y parece que lo han traído otra vez a Nueva York”, dijo a Efe Jenny Jones, una madre neoyorquina que hoy esperó una hora junto a su hija para entrar a lo grande, por una alfombra roja dispuesta en el interior. “¡Dios mío, no quería perdérmelo!”, exclamó.

A su lado, la pequeña estaba totalmente absorta en una de las atracciones interactivas de la tienda: un “centro de adopción de muñecas” en el que enfermeras y doctores explican cómo cuidar del juguete y le hacen una “revisión” para que se vaya “sano” a casa con los niños que los quieran adoptar.

La tienda busca así, con demostraciones y espectáculos de teatro, convertir lo que sería una mera visita en una “experiencia”, una estrategia que según sus directivos actuales ha contribuido a que se convierta en un “destino global” a lo largo de su historia.

“La tienda de FAO Schwarz va a ser mejor que nunca y ha vuelto para quedarse”, sostuvo David Conn, principal ejecutivo del conglomerado propietario de la firma desde 2016, ThreeSixty Brands, antes de cortar la cinta de inauguración.

Lo corroboraban clientas como Sarah McConnell, una turista de Kansas que había visitado la antigua tienda de Manhattan antes de que cerrara en 2015 por el alto precio del alquiler y, ya cargada con varias bolsas, aseguró estar en “el país de las maravillas”.

“Debo de haber sido la primera en gastarse 100 dólares”, bromeó la mujer, para quien esta juguetería “atemporal” esconde cosas “que no se pueden encontrar en ningún otro lugar”.

Una de ellas es el icónico piano sobre cuyas teclas hay que bailar para hacer que suene, y que este jueves estrenaron los actores Whoopi Goldberg y Neil Patrick Harris, al estilo del jovencísimo Tom Hanks que protagonizó la película “Big” en 1988.

Otras son el enorme reloj de pie -con ojos y boca- que tiene por dentro unas escaleras con acceso a los tres pisos del local, o la nave espacial de ocho metros de altura tripulada por peluches en la que un astronauta aguarda para hacerse fotos.

Pero entre todas esas cosas, más una locomotora llena de dulces, rincones para personalizar osos de peluche y coches teledirigidos, o los otros 200 productos que ofrece la tienda, los más pequeños lo tienen claro: las demostraciones en vivo despuntan.

“Me encanta la ciencia y me gusta mucho hacer experimentos. Hoy he visto a un científico hacer un volcán”, dijo emocionada Deena, una niña de once años de Houston (Texas) que exploraba la ciudad con su madre cuando se encontró “por accidente” con la juguetería.

De cara a la Navidad, con los primeros copos de nieve y el famoso árbol del Rockefeller Center recién instalado, FAO Schwarz y sus soldaditos de uniforme rojo insuflan ahora ilusión a un sector marcado por el cierre Toys'R'Us, su antigua propietaria, que echó el candado este verano tras declararse en bancarrota.

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