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La apicultura como motor de desarrollo rural y empleo juvenil tras la COVID

La apicultura como motor de desarrollo rural y empleo juvenil tras la COVID
Madrid —

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Madrid, 14 jul (EFE).- La crisis del coronavirus ha evidenciado la urgencia de un nuevo modelo productivo que incentive la España rural, fije población en el campo, empodere a la mujer y apueste por nuevos patrones de generación de riqueza, un reto que la apicultura quiere liderar con el aval de la experiencia y mirando a los más jóvenes.

Miguel Ángel Casado es apicultor veterano, presidió durante dos años la Asociación Española de Apicultores y estuvo tres al frente de la Asociación de Apicultores de la Alcarria, se convirtió en uno de los impulsores de estudios sobre inseminación y cría de “reinas” y hoy cede sus abejas a programas de formación profesional.

Firme embajador de los efectos beneficiosos de la apiterapia y de la recuperación de los usos tradicionales de la miel, ha impulsado la reconstrucción de antiguos colmenares de origen romano en su tierra, la España vaciada, y ha contagiado vocación e ilusión a sus vecinos.

El hecho de que dos jóvenes del Instituto de Formación Profesional Sierra de la Virgen, de Illueca (Zaragoza), hayan decidido labrarse un futuro en este oficio tras adquirir una serie de conocimientos básicos durante el curso “hace pensar que la gente se da cuenta de lo que tiene, valora más su pueblo”, subraya Miguel Ángel.

Aunque le inquieta que, “una vez superemos esta situación crítica generada por la pandemia, se les olvide o que quien decida tomar como opción trabajar en un pueblo no encuentre finalmente oportunidades”.

Laura Provincial es profesora de ese centro, donde antes del parón por el coronavirus se implicó en este proyecto que “trataba de articular a través de la apicultura todos los módulos que se imparten en los ciclos de formación profesional sobre aprovechamiento de recursos forestales y conservación del medio natural”.

Con esta actividad, “podemos ver todos los contenidos, desde producción de plantas, hasta repoblaciones o aprovechamiento forestal, y los alumnos adquieren una serie de conocimientos teóricos y prácticos que les permiten desempeñar un trabajo el día de mañana que en muchos casos está cayendo en el olvido y en otros necesita un poco más de tecnificación y preparación”.

En el fondo, explica Laura, “se trata de darles las herramientas para que sean capaces de generar riqueza en su propio pueblo, porque queremos fijar gente joven y desarrollar una profesión que creemos de futuro”.

Para María Jesús Centelles, también profesora del instituto Sierra de la Virgen, la apicultura “empodera y da mucho margen a la mujer para instalarse en los pueblos”, donde puede aprender el manejo de las colmenas y desarrollar su propio oficio, su propia profesión y obtener unos rendimientos.

El proyecto arrancó con cinco colmenas cedidas por Miguel Ángel; “acabamos de hacer multiplicación y ya tenemos ocho”, señala María Jesús, quien asegura que la intención es continuar con el programa “y poder prolongarlo, pues tiene mucho recorrido”.

No hubo tiempo para acabar el temario, sólo se pudo abordar la alimentación de estímulo, pero el próximo curso tratarán de impartir lecciones sobre cría de reinas, inseminación artificial o multiplicación.

Para Miguel Ángel Casado, el hecho de que este sea el primer instituto de España que tiene como asignatura la apiterapia sólo es el primer eslabón de una cadena que espera enganche a centros de todo el país.

Como alcalde de su pueblo, Hombrados (Guadalajara), observó satisfecho cómo el confinamiento benefició al campo y permitió a la naturaleza abrirse paso con un impacto positivo en las abejas, porque “cuando la naturaleza está bien y entra néctar y polen, ellas sienten la necesidad de reproducirse para perpetuar la especie”.

No oculta su optimismo, consciente de que la apicultura “se abre paso poco a poco” en las negociaciones referentes al campo, pero no olvida los retos a los que todavía hoy se enfrenta el sector, como el uso continuado e indiscriminado de plaguicidas, las enfermedades de la colmena o la poca clarificación en el campo del etiquetado.

“Son cinco años luchando porque la etiqueta detalle la procedencia de la miel o si el producto es un sucedáneo, como la mal llamada miel de caña o la miel de palma, cuyos precios más competitivos confunden al consumidor y sepultan al sector apícola”, concluye.

Cristina Yuste

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