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“Me pregunto si un Grexit temporal no habría sido lo mejor”

Luc Coene. / Foto: BCE

Pablo García

Hasta marzo pasado Luc Coene (Gante, 1947) era el gobernador del banco central de Bélgica y miembro del Consejo del BCE. Exmiembro del Gobierno del liberal Guy Verhofstadt, Coene sería hoy una especie de halcón moderado, no muy lejos de las tesis del intransigente ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble. Nombrado consejero del Mecanismo Único de Supervisión del BCE y volcado en la actividad privada -participa en varios consejos de administración-, este flamenco que responde en un francés perfecto -al igual que su inglés- ha contemplado una salida parcial de Grecia del euro.

¿Grexit habría sido una buena idea viendo el acuerdo que se alcanzó la mañana del lunes?

Cuando vemos las dificultades que ha habido para alcanzar un acuerdo en el que el primer ministro griego no cree me hago preguntas sobre el valor de tal acuerdo. ¿En qué medida va a aplicarse? ¿O habrá que discutir a cada momento los elementos de este acuerdo porque se van a poner continuamente en cuestión? Me pregunto si habría sido tan negativo dejar salir temporalmente a Grecia del euro pero manteniéndola en la Unión Europea para que acceda a planes de inversión que relancen la economía, y dejándole más margen para aliviar la implementación de reformas que el país debe hacer. Grecia podría sacar más fácilmente las reformas quizás si tuviera su propia divisa, para después volver así a entrar en el sistema euro.

¿No le parecen exageradas las reformas impuestas a Grecia?

Son medidas absolutamente necesarias y justificadas. Estamos en una unión monetaria que precisa de una mínima convergencia en la política económica de los países para que la divisa sobreviva. En el caso de Grecia vimos en 2010 que el país había estado llevando a cabo políticas aberrantes con relación al resto de socios, y que se implementó un programa de austeridad que no llegó en realidad a aplicarse correctamente. Grecia es un país que no funciona, que necesita duras reformas.

Da la sensación que se le exigen reformas que otros no hacen, caso del fondo para privatizar activos estatales.

En parte es cierto, pero creo que hay buenas razones que justifican esa dureza: ya hemos destinado más de 200.000 millones a Grecia y estamos hablando de otros 80.000 millones. Hay quien pensará que las reformas tienen que realizarse de una vez por todas eficazmente y que el país sea capaz de devolver sus préstamos. Otros países han reformado bien su economía como Portugal, España o Irlanda. Las cosas han caído tan bajo y el Gobierno ha dejado tan claro que no quería esas reformas que se ha producido una ruptura en la confianza que ahora hay que restablecer.

Mucho se habla de la pérdida de confianza, pero Syriza apenas lleva medio año en el poder.

No es una confianza vis a vis hacia este Gobierno. Para nada. Es una desconfianza hacia la clase política griega. Seamos claros: Tsipras no ha mejorado la situación, más bien la ha complicado, pero la responsabilidad de lo que ocurre no es suya.

En privado, pero también en público, muchos dirigentes de la UE siguen creyendo que Grecia saldrá del euro.

Veremos. Creo que ahora hay un acuerdo que hay que intentar hacer cumplir. Si no, todo sería ridículo: no se puede gobernar cuestionando siempre todo. No sería bueno dudar de la decisión consensuada hace unos días por todos, ¿no?

No sé sabe muy bien de dónde saldrá el dinero, ni siquiera a corto plazo para permitir a Grecia pagar sus vencimientos, algunos de los cuales ya han expirado.

No olvidemos que hace unas semanas hablábamos de 50.000 millones y ahora de 80.000. No es solo improvisación: las necesidades son más elevadas de lo previsto por el agravamiento de los últimos días. Eso exige cierta creatividad para hallar soluciones. Y todavía hay una serie de condiciones: el voto en los diversos parlamentos y finalmente la verdadera negociación de las reformas sobre un programa de tres años. Queda mucho camino.

¿Cree usted que habría que hacer una reestructuración o una quita de la deuda pública griega?

Los gobiernos no han cerrado la puerta a esta vía. Simplemente es una solución que no puede llegar sin condiciones, sino que tiene que hacerse cuando todo esté en orden. Primero hay que ver que el país está comprometido con las reformas y que éstas tengan éxito. No entiendo la insistencia del FMI de hacer la reestructuración antes de las reformas.

¿Qué impacto podría tener un Grexit en la zona del euro?

Cuando hemos visto la reacción de los mercados financieros estos días, no he tenido la sensación de que hubiera muchos problemas. Los países están en una situación netamente mejor que en 2012. Mire la situación en España, compare la balanza de pagos actual con la de hace unos años. Podría haber incertidumbre, pero un Grexit habría, por el contrario, reforzado la disciplina dentro de la zona del euro.

Cuanto más decimos que un Estado periférico se recupera, más avanzan las fuerzas políticas contrarias a la austeridad.

No lo entiendo. Está claro que cada país tiene que equilibrar ingresos y gastos. No entiendo por qué aceptaríamos tener déficits eternos. La única diferencia es ver a qué ritmo hacemos los ajustes, y puedo entender que esto puede llevar más tiempo. Aquí quizás deberíamos ser realistas y aceptar esas diferencias.

¿Qué le parece el papel de Alemania?      

No es solo Alemania. Cuando vemos las discusiones, bastantes países estaban en la misma trinchera. Y muchos de ellos no estaban dispuestos a poner más dinero sin serias reformas sobre la mesa. Los medios lo han presentado como un diktat alemán, pero hubo una mayoría alineada con esta versión.

Imagen: European Central Bank

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