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“La temporalidad es un rasgo genético del mercado laboral español”

Jesús Mercader.

Ana Requena Aguilar

Madrid —

Jesús Mercader es catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Se busca... El mercado de trabajo en España (editorial Debate) en el que hace un repaso a algunas de las cuestiones de las que más se ha hablado en los últimos años. Mercader defiende la necesidad de reformas laborales y se muestra crítico con la alta temporalidad y la falta de compromisos a largo plazo.

Se pregunta en el libro si España podía permitirse no reformar su mercado de trabajo. Para usted, ¿las reformas que se han aprobado en los últimos años eran necesarias y han sido positivas?

Creo que sí, que eran necesarias. Es cierto que el mercado de trabajo y los trabajadores no son los reponsables de la crisis, pero había ciertos aspectos laborales que requerían de ajustes, por ejemplo, para abrir nuevos caminos a la flexibilidad, sobre todo a la interna. Lo que hubiera hecho falta es una actuación más inmediata una vez que se detectó la crisis, eso hubiera ayudado a atemperar sus efectos. Es cierto que se hicieron algunas reformas importantes, como la de la suspensión de contratos, aunque no ya no se aplica a partir de este año, porque ayudó a contener las extinciones de contratos. Y también que algunos temas, como la eliminación de la aprobación administrativa de los ERE, ha traído problemas y en ese aspecto quizá no hubiera sido mala idea mantener el mismo modelo y esperar a otro momento para hacer cambios.

¿No han producido estas reformas recortes de los derechos laborales?

Ha habido cambios importantes y el sentido de la marcha ha cambiado. Los derechos laborales se han visto afectados y determinados derechos que existían antes de la reforma se han visto recortados. El problema es si esos derechos que había antes eran sostenibles. Comparándonos con otros países de nuestro entorno, que tenían una situación económica más favorable, el modelo español era relativamente satisfactorio. Yo pienso que nuestro modelo no era sostenible y las reformas lo han ido adecuando a una realidad económica diferente. En un contexto de crisis hay que reaccionar desde todas las perspectivas, también desde la laboral.

Sin embargo, y a pesar de estas reformas, el mercado de trabajo sigue sin despegar de forma contundente y el empleo que se crea es temporal.

Hay elementos que son genéticos a la estructura del mercado de trabajo español, y la temporalidad es uno de ellos. Empezó como algo coyuntural para responder a una necesidad de crear empleo en los años 80 y ha devenido en un factor estructural. Ahora se empieza a destruir menos empleo que antes y el que sea crea es temporal, y eso, la dualidad, es uno de los problemas más importantes del mercado de trabajo en España. Lo que hay que plantearse es si un modelo de tan baja calidad en el empleo es admisible en España. Hay que plantearse medidas para dotar de más calidad al empleo y evitar la dualidad.

¿Y no es también un problema del tipo de modelo productivo?

Ese es el gran problema, que la realidad productiva española es la que es y es otro de los elementos genéticos de nuestro mercado de trabajo. España es un país donde el 70% del PIB procede del sector servicios, donde el sector agrario es el 2% y donde la industria es el resto. Las estructuras productivas no se cambian de un día para otro, requieren tiempo, políticas, directrices... Ahí también entra en juego la formación, que es un elemento modular en cualquier proyecto de futuro. El problema que tenemos es que miramos todo en el cortoplacismo.

Una de las últimas medidas para intentar crear empleo estable es la tarifa plana de 100 euros de cotizaciones para las empresas que hagan indefinidos. Sin embargo, muchos expertos alertan de que estas bonificaciones no son efectivas. ¿Cree que este tipo de medidas sirven para crear empleo de calidad?

Soy moderadamente escéptico al respecto. Estamos en un monento de tal sangría que cualquier medida encaminada a crear empleo tiene que ser bienvenida. Ahora, ¿cuál es la eficacia real de esas medidas? Los estudios económicos son claros desde hace mucho tiempo: las bonificaciones no crean empleo, el efecto de peso muerto está empíricamente demostrado.

Sostiene que no tenemos un problema de paro juvenil, sino de paro a secas.

En todos los países de Europa, el paro juvenil siempre dobla al ordinario. Es preocupante en los sectores donde se triplica el paro ordinario. Como en Alemania el paro es del 3%, el juvenil está en el 6% y no supone tanto problema. Aquí es del 26%, y el paro juvenil del 55%. Si se está corrigiendo en algo ese paro no es porque estemos integrando a esos jóvenes en el mercado laboral sino porque muchos se están yendo fuera. Hay que pensar en el coste de la caída de la población activa: hay toda una inversión económica que se hace para formar a jóvenes cualificados y luego, cuando obtienen la cualificación, se van y su capital humano lo disfrutan otros. Como mínimo deberíamos asegurarnos de que vuelvan, mucha gente no lo hace porque no tiene las condiciones para hacerlo.

Una de las soluciones que ha propuesto Europa es la aplicación de la llamada 'garantía juvenil': que cualquier joven en paro no esté más de cuatro meses sin recibir una oferta de empleo o de formación adecuada. ¿Está en disposición España de aplicarla?

Como idea es buena, pero todas las políticas activas tienen un problema: la financiación. Cuando ponemos como ejemplo a Dinamarca, hay que ver que la inversión del PIB es muy sustancial y los equipos de inserción que existen en las entidades locales tienen un número de personas elevadísimo. Cuando estamos delante de estos problemas hay que buscar consenso social: valorar cuáles son nuestros problemas y tratar de darles soluciones en el medio y largo plazo. Todos los gobiernos han hablado de políticas activas, pero sigue siendo un asunto pendiente.

Ha habido también mucho énfasis en el emprendimiento. ¿Se está sustituyendo empleo asalariado por autónomo, trasladando esa responsabilidad a las personas?

Probablemente sea así, pero es que estamos en un momento en que todas las ventanas tienen que estar abiertas. En la decisión de emprender no veo nada malo, es un elemento que dinamiza la economía, la sociedad y la cultura. Los ejemplos de grandes compañías que se han creado a partir de esas ideas están en la lógica de que el empleo autónomo tiene que tener esa significación.

Pero hay muchas personas que se están dando de alta como autónomos no porque vayan e emprender, sino porque no les queda otra salida.

Habrá de todo. Sé que hay un cierto ambiente no demasiado favorable al emprendimiento porque se identifica con determinadas líneas de pensamiento. Que se alienten políticas que animen las ideas y los proyectos de las personas dinamizan la economía. Como todo, tendrá su reverso tenebroso, es algo que existe en todos los terrenos.

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