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The Farewell: reunión familiar a través de dos culturas

El elenco protagonista de 'The Farewell'.

Alberto Corona

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“Siempre sentí una división en la relación con mi familia, en comparación a mi relación con los compañeros de clase, los amigos y el mundo en el que vivo. Es la naturaleza de ser un inmigrante y vivir entre dos culturas”, contaba la directora y guionista Lulu Wang para IndieWire, dentro de la lista que este medio publicó en enero de este año con 10 directores a los que no había que perder la pista.

A Wang efectivamente hay que seguirle la pista, pero la propia cineasta lo está poniendo fácil para ello. Nacida en Beijing, emigró a Miami a la edad de 6 años. Los recuerdos de su país natal fueron difuminándose poco a poco debido a las nuevas experiencias; a cómo, junto a su familia, pudo integrarse en un nuevo entorno, y a los esfuerzos que invirtió en dedicarse al cine.

En 2007 se mudaría a Los Ángeles y trabajaría como asistente de producción en Superfumados, para siete años después dirigir su primera película, Posthumous. Con dicho film esta directora chinoestadounidense ya empezó a explorar la metafísica de la mentira; las inesperadas posibilidades de verdad que cabe encontrar en un artista, interpretado por Jack Huston, que descubre que su obra vale más si la gente cree que ha muerto.

Antes de que The Farewell lograra un mayor promedio de entradas vendidas por sala que Vengadores: Endgame —uno de los pocos films en arrebatarle un récord relacionado con la taquilla al mastodonte de los hermanos Russo—, cualquiera podría pensar que Wang había dejado atrás su pasado en China. Que el recuerdo de este, y las obligaciones familiares aparejadas, le habían dejado el camino libre. Pero Wang no olvidó sus raíces ni, sobre todo, olvidó a Nai Nai.

The Farewell, la película por la que está llamada a convertirse en una de las voces más potentes del cine independiente, se gestó durante varios años. La historia que Lulu Wang quería contar con ella era rigurosamente real: el regreso a China de una familia inmigrante para despedirse de su abuela, una vez han descubierto que esta tiene un cáncer terminal. Pero la abuela no lo sabe. No debe saberlo. Y para justificar la reunión familiar, todos le hacen creer que han venido por una boda.

“Basada en una mentira real”, es la primera frase que se lee en The Farewell. La historia, que sobre el papel parecía más propia de una comedia de enredo, debía servirle a Wang para hablar de sus dilemas identitarios; el choque de la protagonista con esa cultura que insistía en que los familiares debían llevar por dentro el dolor por la suerte del moribundo, sin que este se enterase.

La trama era, sí, demasiado idiosincrática, y por eso costó lo suyo encontrar financiación. Los productores con los que Wang se reunió insistían en llenar el reparto de rostros caucásicos, y la directora sólo consiguió salirse con la suya cuando sorprendió a los oyentes del programa de radio This American Life relatando la historia, un 22 de abril de 2016. Chris Weitz, responsable de la deliciosa Un niño grande, quedó fascinado por ella, y se ofreció a ejercer de productor.

Todo estaba preparado, y Wang tuvo una enorme libertad para dirigir la película, desplazándose a la ciudad de Changchun y permitiendo que los intérpretes entablaran relación con los miembros de su familia para inspirarse. Incluyendo, sí, a Nai Nai. Porque la abuela, vaya por Dios, seguía viva.

El (supuesto) regreso al hogar

La protagonista de The Farewell es Billi, interpretada por la actriz y rapera Awkwafina. Billi quiere dedicarse a escribir, pero como muchos otros jóvenes de la misma edad, sus aspiraciones se confunden en el escenario neoyorquino, repleto de personas que, como Lena Dunham en Girls, quieren ser la voz de su generación. O la voz de alguna generación.

La incertidumbre por el futuro no impide que Billi está parcialmente asimilada por el modo de vida estadounidense, pero visita con frecuencia a sus padres —inmigrantes de primera generación—, y tiene agradables conversaciones por teléfono con su abuela. Nai Nai. Un personaje entrañable que, a las puertas de la muerte, supondrá la excusa para que el guión mande a Billi de vuelta a China, y se acabe de dibujar su personal confusión.

The Farewell es un drama costumbrista con tintes de comedia levantado a partir de los choques. Con la íntima retranca que inspira el hablar sobre lo que conoces, Lulu Wang diseña su guión desde el punto de vista de Billi —no podía ser de otro modo, ya que es su álter ego—, y a partir de ella puede guiar al espectador occidental dentro de un imaginario donde, para nuestra sorpresa, todos asumen que sería una barbaridad revelarle a Nai Nai su enfermedad.

El humor, sin embargo, no viene de estos choques. Wang prefiere que la cercanía de los personajes, junto a lo rocambolesco de la situación —añadiendo una pareja que sólo lleva saliendo tres meses pero que por el bien de la empresa ha de contraer matrimonio—, precipiten las carcajadas de The Farewell, mientras ha de extraer del dilema de Billi toda la universalidad que le sea posible.

A partir de su confusión, de esta incapacidad para entender por qué nadie cree que Nai Nai deba conocer su estado, Wang traza una panorámica desgarradora sobre el drama de la inmigración. La situación de Billi, no acabando de sentirse cómoda en ningún lugar pero sabiendo que ha de seguir adelante, es la misma que la directora y guionista vivió, y la misma que viven muchos como ella.

Nai Nai se dibuja entonces como un faro. Como una brújula alegre, jovial, que nunca deja de animar a Billi en todo lo que se proponga. Aunque no entienda muchas cosas. Aunque no acabe de confiar en que la pareja cuya boda está organizando tenga futuro. El corazón de The Farewell reposa sobre sus hombros, y es un corazón desbordante de cariño.

La detallada descripción que Wang hace de la cultura china, no sólo en lo relativo a los oficios religiosos sino a los juegos populares, está llena de amor. Quizá, en cierto modo, de nostalgia. Porque, aunque su propia Nai Nai siga viva —y no llegara a enterarse de lo que tramaba ni cuando se desplazó a su casa con un equipo de rodaje—, sabe que su sitio está lejos del primer hogar.

Con The Farewell, que se alza desde ya como uno de los incontestables triunfos fílmicos del año, Wang nos invita a que compartamos su dolor, pero también a que nos veamos increpados por él, y localicemos nuestras propias correspondencias. La muerte de un ser querido. La incomprensión paterna. La certeza de que, en tu trayectoria vital, has dejado atrás demasiadas cosas.

The Farewell te invita a que te identifiques con Billi sea cual sea tu procedencia. Te invita a utilizar la empatía, a comprender a la gente que te rodea, y a hacerte partícipe tanto de su dolor como de su amor. Sería muy insensato rechazar tal invitación.

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