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Ser madre tras superar un cáncer: “la ciencia me brindaba una oportunidad y debía aprovecharla”

Tras ser diagnostica de cáncer de mama, Susana se sometió a una vitrificación de ovocitos para poder ser madre en un futuro.

Marina Gómez

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Susana tenía 36 años cuando su médico le diagnosticó cáncer de mama y su mundo se vino abajo. Esta toledana, que ahora rebasa los 42, encaró el dictamen médico con el miedo y las dudas propias que asaltarían a cualquiera. “Al diagnosticarme cáncer de mama, directamente pensé: me muero. Me lo comunicó la radióloga de la Unidad de Mama de mi hospital. Y en el momento en que pronunció esas tres fatídicas palabras, me atravesaron como puñales. Cáncer de mama… En ese preciso instante dejé de escuchar. Ella seguía hablando, pero mi mundo se paró en seco. Estaban conmigo mis padres, mi hermana e incluso unas compañeras. Pero el tiempo se detuvo a mi alrededor y yo solo pensaba: cáncer, me muero. Me invadió una sensación de mareo, lágrimas que caían de manera incontenible por mi cara, y el mismo pensamiento que me atormentaba”, explica.

El primer y único objetivo de Susana tras el diagnóstico fue, según sus propias palabras, ‘sobrevivir’, pero tras el choque inicial, comenzó a replantearse el rumbo de su vida y sus opciones de futuro. Fue ahí cuando se preguntó qué pasaría si el día de mañana quisiese tener un hijo.

“Radióloga, cirujano, cirujano plástico y oncólogo perfilaron los pasos a seguir para atajar cuanto antes mi cáncer. Pero la opción de ser madre en un futuro no se barajó en ningún momento. Y casi por casualidad, de repente, se me encendieron todas las alertas: ¿Y qué pasa si quiero serlo?”, explica.

La quimioterapia y los fármacos que se emplean para el tratamiento del cáncer producen una alteración en la función ovárica de la mujer. Sin embargo, es posible ser madre después de superar un cáncer. En ocasiones el embarazo puede sobrevenir de forma natural pero, de manera preventiva, es recomendable recurrir a técnicas de reproducción asistida como la preservación de ovocitos, un proceso que permite posponer la capacidad reproductiva de la mujer el tiempo que desee, mediante la congelación de sus ovocitos. Se trata de una especie de ‘seguro de fertilidad’, que conviene ‘contratar’ por si la quimioterapia acaba con toda la reserva de óvulos.

El intervalo de edad de la mayoría de las pacientes que reclaman este tratamiento debido al cáncer es de 27 a 38 años, aunque los expertos recomiendan someterse a él antes de los 36, pues a partir de los 37 la reserva ovárica desciende significativamente y los ovocitos merman su calidad.

Susana, con 36 años, se encontraba en el límite de lo recomendado, pero en todo momento lo tuvo claro. “Quería preservar mis ovocitos, así que insistí a mi oncólogo y le dije que necesitaba hacerlo. Y que, si no podía darme el tiempo que necesitaba para vitrificar mis óvulos, que me dejara morir, pero que quería preservar. Quise luchar por ese comodín, por mi autonomía y libertad para decidir si quería ser madre, y la ciencia me brindaba la oportunidad de hacerlo. Debía aprovecharlo”, afirma.

“Ser madre después del cáncer”

En 2007, el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) puso en marcha “Ser madre después del cáncer”, una iniciativa gratuita que ofrece la vitrificación de ovocitos a mujeres que sufren cáncer para que puedan tener hijos en un futuro, si así lo desean. A este programa recurrió Susana hace siete años para preservar su maternidad y, gracias a él, hace cuatro meses llegó a su vida Manuel.

“Tuve la suerte de conocer a una persona que hizo sus prácticas de Biología en IVI, que me habló de las opciones que ofrecían a mujeres como yo. IVI me devolvió la ilusión gracias a este proyecto social”, relata.

Como Susana, más de 800 mujeres han vitrificado sus ovocitos en IVI, dentro de su programa gratuito para pacientes oncológicos. Fruto de ello, ya son 29 los bebés nacidos después de que sus madres le ganaran la batalla al cáncer, a los que se sumarán los 7 que vienen en camino.

“El miedo está ahí, pero cuando ves la eco, ves cómo crece y cómo evoluciona, desaparece. La maternidad es una energía que trasciende, un poder que puede con y contra todo. Y cuando se materializa, se despierta por la mañana y te sonríe, y te mira como si estuviera viendo a Dios, te emocionas y todo tiene sentido. Algo por lo que has luchado tanto tiempo y que tienes justo entre tus brazos. Es el mayor regalo”, concluye.

¿Puede la preservación de la fertilidad empeorar el cáncer?

Según revela el informe, Las cifras del cáncer en España 2019, elaborado por la Sociedad Española de Oncología Médica, el número de tumores diagnosticados en nuestro país este año alcanzará los 277.234, de los cuales 116.170 corresponderán a mujeres. El cáncer más frecuente será nuevamente el de mama, con alrededor de 33.307 nuevos casos.

Muchas de esas pacientes en edad fértil que acudirán a una consulta de reproducción asistida para informarse acerca de la preservación de ovocitos lo harán asustadas, preocupadas por las complicaciones que esta técnica les pueda generar.

Pero, ¿qué hay de fundado en estos miedos? Poco, según la ciencia. No en vano, los últimos datos publicados acerca del seguimiento de pacientes que se han estimulado para congelar ovocitos muestran los mismos resultados de supervivencia que las que no lo han hecho. La estimulación ovárica para obtener ovocitos a vitrificar no repercute en la evolución del cáncer, y tampoco en posibles recaídas. Así lo asevera un estudio llevado a cabo por la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO) en 2017, que  descarta que las mujeres que se quedan embarazadas tras superar un cáncer de mama tengan más riesgo de sufrir una recaída o de fallecer, ni siquiera en aquellas que tienen tumores con receptores de estrógenos positivos.

La vitrificación de ovocitos, por tanto, se erige como una oportunidad que las pacientes oncológicas pueden aprovechar para guardar un comodín futuro de ser madres.

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