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Honda desecha el diésel y lleva a Frankfurt un CR-V híbrido y sin caja de cambios

Honda presentar el CR-V Hybrid Prototype en el Salón del Automóvil de Frankfurt 2017.

Pedro Umbert

El fabricante japonés Honda se presenta en el inminente Salón de Frankfurt, que se celebra entre el 14 y el 24 de septiembre, con una novedad (entre otras) que supone todo un aviso para navegantes en lo que al futuro de las mecánicas diésel se refiere. Desvelará su nuevo todocamino CR-V en una versión híbrida que, por sí sola, no representaría una primicia sobresaliente de no ser porque la marca la acompaña del anuncio de que todos sus modelos tendrán a partir de ahora variantes electrificadas y darán la espalda a los motores de gasoil en los mercados europeos.

Por tanto, la gama del SUV mediano nipón que estará a la venta en 2018 se compondrá únicamente de un motor de gasolina 1.5 VTEC Turbo, ya conocido del Civic aunque en este caso se desconoce la cifra exacta de potencia, y del híbrido. Este irá acoplado a un cambio de variador continuo CVT y aquel podrá combinarse bien con el CVT, bien con una transmisión manual de seis velocidades, al igual que en el Civic.

El sistema i-MMD (Intelligent Multi-Mode Drive) del CR-V Hybrid está integrado por un propulsor de gasolina atmosférico 2.0 i-VTEC, de cuatro cilindros y ciclo Atkinson, un motor eléctrico y un motor-generador eléctrico alimentado directamente por el motor de combustión. La potencia combinada del conjunto podría superar los 200 caballos, si atendemos a la que desarrolla el Accord híbrido que se comercializa en Estados Unidos.

El aspecto más llamativo del nuevo modelo es que carece de caja de cambios propiamente dicha. Nos explicamos: durante la conducción convencional, el motor de gasolina gira solidariamente con el generador eléctrico, que surte de energía tanto a la batería como al motor eléctrico, y es este el que se encarga de hacer girar las ruedas del coche a través de una relación de engranajes fija. En otras palabras, no hay conexión directa entre el propulsor de gasolina y las ruedas, como sucede en un híbrido del tipo Toyota Prius.

El coche dispone de los programas de conducción: EV Drive, en el que el motor de propulsión obtiene la energía exclusivamente de las baterías y por tanto no se producen emisiones; Hybrid Drive, donde el motor de gasolina propulsa al generador eléctrico y alimenta al motor eléctrico, de manera que el excedente de energía se aprovecha para cargar la batería; y Engine Drive, que recurre directamente al motor térmico, para situaciones de mayor exigencia, y puede contar con el apoyo suplementario del motor eléctrico si la demanda de potencia es máxima.

Todas las transiciones entre modos de conducción las realiza el vehículo por su cuenta, sin intervención del conductor, para garantizar la mayor eficiencia en todo momento. Salvando las distancias, la tecnología montada en el CR-V recuerda mucho al sistema híbrido del Koenigsegg Regera, un superdeportivo extremo que también renuncia a la caja de cambios tal como la conocemos hasta el día de hoy.

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