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Jeep, el ‘coche para todo’ militar que supo vestirse de civil

Cherokee SJ.

Pedro Umbert

El sueño de todo experto en marketing es conseguir que una marca acaba designando a todo el conjunto de productos al que pertenece. Pocos casos hay en la historia del automóvil de este fenómeno llamado técnicamente designación metonímica de las marcas comerciales y que consiste, para entendernos, en que “un jeep” sea sinónimo para cualquiera de “un todoterreno”.

Las circunstancias y la suerte, que tanto tiene que decir en estos casos, hicieron posible esta sustantivación de la marca Jeep, cuyo origen por cierto no está del todo claro. Según una versión, el nombre provendría de las siglas G. P. (General Purpose) bajo las que el Gobierno de EE.UU. convocó el concurso para proveerse de un vehículo militar en la II Guerra Mundial, y cuya pronunciación en inglés, yi pi, se acerca mucho a jeep.

Más creíble y atractiva es la que relaciona la denominación con las historietas de Popeye el marino y a su personaje Eugene the Jeep, una mascota con poderes sobrenaturales como los que los soldados estadounidenses atribuían a su 4x4, y que sólo se comunicaba repitiendo una y otra vez “jeep jeep”.

El concurso convocado por la Administración norteamericana en 1940 emplazaba a los fabricantes a construir un vehículo pequeño, ligero, con tracción a las cuatro ruedas y lo bastante robusto y versátil para llevar a cabo misiones muy diversas. El modelo que mejor se ajustó a lo requerido fue el fabricado por la American Bantam Car Company.

Las limitaciones técnicas y financieras de esta firma, así como la magnitud y relevancia patriótica del proyecto, aconsejaron al Gobierno implicar en la operación a las otras dos finalistas, Willys-Overland y Ford. Finalmente, se escogió el diseño de Willys con el famoso motor Go-devil y modificaciones de las otras marcas.

Las victorias del Eje en Europa y el norte de África aconsejaban darse prisa, y el ataque japonés a Pearl Harbor acabó por precipitarlo todo. Si en julio de 1941, cinco meses antes, Willys había recibido un pedido de 16.000 vehículos, la producción tras la entrada de Estados Unidos en la guerra llegaría a alcanzar los 600.000.

La historia de la II Guerra Mundial no puede disociarse de la del Willys MA (el Jeep) puesto que sirvió en todas las campañas y para todos los usos: como vehículo de artillería y de reconocimiento, ambulancia, limusina para el frente, camioneta para el transporte de municiones y víveres, taxi y mil funciones más que llevaron a afirmar al general George C. Marshall que aquel todoterreno fue “la mayor contribución de los Estados Unidos a las operaciones de guerra modernas”.

Al término de la contienda, Willys-Overland tuvo la habilidad de aprovechar su bien ganado prestigio para reconvertir Jeep en marca civil. Acertó con sus sucesivas series CJ, herederas directas del Willys original que derivarían hasta el actual Wrangler, y con station wagons como el Wagoneer que sería el antecedente del Cherokee.

Sus vicisitudes económicas, sin embargo, fueron notables. En 1953 pasó a manos de Kaiser Motors, adquirida a su vez por la American Motor Company. Esta empresa, que sería propiedad de Renault, la absorbió Chrysler, y de este modo Jeep terminó integrada en 2009 en Fiat Chrysler Automobiles.

Dentro del grupo de matriz italiana, la marca estadounidense ha podido mantenerse fiel a su historia con vehículos como el Wrangler y abrirse a la moda de los SUV con otros como el Compass. Tanto aquel modelo como este acaban de recibir actualizaciones para mantenerlos competitivos en sus respectivas categorías.

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