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Un año positivo a pesar de las incertidumbres

Arranca Emov, el servicio de coche compartido de PSA que da respuesta en Madrid a Car2go.

Pedro Umbert

El año que está a punto de terminar ha sido venturoso para el sector del automóvil a nivel mundial, aunque ninguno de sus actores principales afirmaría seguramente que las tiene todas consigo. Las dudas afectan no solo a la evolución más o menos favorable de las ventas de automóviles sino que alcanzan incluso al modelo mismo de movilidad que se impondrá en el futuro.

Profundizando hasta lo esencial de lo acontecido en 2016 encontramos varios hechos clave. Uno es sin duda la sentencia de muerte de los motores diésel, que tardará en materializarse pero está ya firmada. Probablemente, el dieselgate de Volkswagen ha sido solo el detonante de un fenómeno que guarda estrecha relación también con el agotamiento de este tipo de mecánicas: para seguir reduciendo sus emisiones habrá que hacer frente a unos costes inasumibles.

Este año ha registrado dos tsunamis políticos que repercuten de una manera directa en la industria del automóvil. El Brexit, aprobado contra pronóstico, es un gran factor de incertidumbre para la evolución de la demanda y para los ritmos de producción en fábricas como las españolas que se dedican de manera principal a la exportación.

El otro terremoto lo ha provocado Donald Trump, elegido igualmente por sorpresa, con sus amenazas de tomar medidas contra los fabricantes americanos que producen fuera de EEUU y de deshacer los tratados de libre comercio ya firmados por su país o abandonar los que se están negociando, como el TTIP con la Unión Europea.

La producción y las ventas han crecido en todo el mundo, aunque de manera moderada, y sobre todo parece haber concluido la tendencia a la baja de varios mercados emergentes como Brasil. Es inevitable mencionar además la reapertura en este 2016 del mercado iraní, clausurado a la industria occidental a raíz de las sanciones económicas derivadas de la Guerra del Golfo.

El año ha sido positivo para España a pesar de la incertidumbre política vivida y del final de los planes de incentivo a la compra de coches. La producción ha aumentado alrededor del 3%, cerca ya de los 3 millones de unidades anuales, mientras grandes plantas como Landaben, Martorell, Figueruelas y Vigo aguardan la llegada de nuevos modelos de gran volumen.

Más allá de lo contingente, 2016 quedará como el momento en que las marcas debieron admitir que en el futuro su razón de ser no consistirá tanto en fabricar y vender coches como en suministrar soluciones de movilidad, que según cálculos de Ford generarán el doble de ingresos que el negocio tradicional.

Esto sí es un cambio de paradigma que podría cambiarlo todo. Y, sin embargo, el automóvil sigue siendo un objeto de deseo para millones de personas. Para ellos han desfilado novedades tan espectaculares como los Ferrari LaFerrari Aperta, Aston Martin DB11 y Rolls-Royce Dawn, así como los renovados Porsche Panamera, Nissan GT-R y Honda NSX.

Sin elevarse tanto, seguro que también les han alegrado los ojos modelos más asequibles entre los que cabe citar el Range Rover Evoque Convertible, el Alfa Romeo Giulia, el Fiat 124 Spider o el Jaguar F-Pace. Incluso el esperado Seat Ateca y el Hyundai Ioniq con sus tres tipos diferentes de propulsión: híbrido, híbrido enchufable y eléctrico puro.

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