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Así es el primer Tesla de hidrógeno

El primer Tesla de hidrógeno, Hesla S.

R. T.

El desarrollo sostenible de las grandes ciudades, la erosión del ecosistema y la salud pública han puesto en jaque industrias como las del automóvil, que en los últimos años han empleado buena parte de sus recursos en la generación de nuevas tecnologías de propulsión. Sin lugar a duda, la baza más generalizada por parte de los fabricantes ha sido la del progreso de las baterías y los motores eléctricos. Frente a estos, la pila de combustible ha tenido un avance más modesto.

Si bien marcas como Toyota (Mirai), Honda (Clarity) o Hyundai (ix35 Fuel Cell) tienen sus modelos en serie rodando por distintos rincones del mundo, la inversión en la tecnología del hidrógeno es tan elevada y las mejoras tan reducidas que en la última década se ha frenado en seco. En este contexto, resulta noticioso que una distribuidora de gas holandesa, Holthausen, haya transformado el coche eléctrico del que todo el mundo habla, un Tesla, para que funcione con hidrógeno.

El Hesla S, así se llama este prototipo basado en la berlina Model S, tiene dos fuentes principales de energía, una procedente de las baterías de serie y la otra es del hidrógeno almacenado en los tanques instalados por Holthausen. A partir de aquí, el hidrógeno se bombea a una celda de combustible para proporcionar carga adicional a la batería, lo que conjuntamente escala la autonomía total hasta los 1.000 kilómetros con una carga completa de la batería y un abastecimiento de hidrógeno: 400 más que los originales del Model S.

El trabajo ha sido de aúpa, ya que en varias ocasiones Elon Musk ha declarado que sus Teslas no pueden ser transformados. Además de la pila de combustible implementada, los ingenieros han tenido que hackear el sistema operativo del Model S, pues el conglomerado eléctrico de Tesla no admite fuentes de alimentación externas a la propia batería. Dicha batería no ha sido sustituida, sino que se mantiene y trabaja en paralelo con la pila de combustible. Como reconoce un ingeniero de la compañía, “un gran laberinto” del que han salido airosos.

El kit de conversión no será precisamente barato, pues costará la friolera de 50.000 euros, a los que hay que sumar el ya de por sí elevado precio de un Tesla Model S. El montante final del Hesla S superaría los 200.000 euros. A estos inconvenientes se suma la escasez de hidrogeneras, el mayor peso de un vehículo ya de por sí pesado y la fiabilidad del complejo sistema híbrido (electricidad/hidrógeno) en sí mismo.

A pesar de todo, el fundador de la compañía, Max Holthausen, ha reconocido en su página web que el Hesla S ya está en periodo de pruebas, circulando por carretera abierta sin problemas. Holthausen Group todavía está trabajando en perfeccionar su prototipo, esperando tener más datos en los próximos meses.

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