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¿Es posible reducir la huella de carbono de las grandes infraestructuras? Así lo están consiguiendo los aeropuertos españoles

Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas

Tomás Muñoz M.

Cuando se habla de reducir la cantidad de gases de efecto invernadero emitida a la atmósfera, es habitual dirigir la mirada hacia la industria del transporte. De hecho, existe la creencia generalizada de que la aviación es la actividad más contaminante de las relacionadas con la movilidad de las personas. Sin embargo, según los datos que maneja la Agencia Europea de Medio Ambiente, la contribución del sector aéreo en el Viejo Continente únicamente asciende al 4% de las emisiones totales y al 14,4% de las producidas en el sector. Este dato, extraído de su inventario de emisiones correspondiente al año 2018, hace mención a una época de pleno rendimiento, anterior a las restricciones que impuso la pandemia durante los años 2020 y 2021, cuando se redujo drásticamente la cifra total de operaciones.

Por otra parte, del total de la industria del transporte aéreo, el 95% de la contaminación es generada por las propias aeronaves, mientras que tan solo el 5% restante es atribuible al control directo de los aeropuertos. En España, la gestión de las infraestructuras aeroportuarias corresponde a Aena, compañía que cuenta con un Plan de Acción Climática (PAC) 2021-2030 enmarcado en su Estrategia de Sostenibilidad, la cual engloba una inversión total de 750 millones de euros para llevarlo a cabo. De esta forma, esta empresa semipública tiene el objetivo de convertirse en un operador de aeropuertos neutral en carbono en el año 2026 sentando las bases para alcanzar el Net Zero Carbon -emisiones cero- en 2040, adelantándose diez años el compromiso global del sector aéreo.

Hasta el momento, la estrategia ya arroja un balance positivo en su primer año en funcionamiento. Durante el año 2021, “hemos avanzado en nuestro camino hacia la neutralidad en carbono, alcanzando los objetivos que nos habíamos marcado —asegura Amparo Brea Álvarez, Chief Green Officer (CGO) y directora de Innovación, Sostenibilidad y Experiencia Cliente de Aena—, siendo el más relevante la consecución de un 66% de reducción de emisiones propias de CO2 respecto a nuestro año base 2019”. Además, la organización ha conseguido un 24% de electrificación de los turismos y furgonetas de su flota propia, ha minimizado su impacto acústico insonorizando 25.711 inmuebles y ha instalado 210 puntos de recarga para vehículos eléctricos en sus parkings, entre otros logros. Todo ello le ha valido diferentes reconocimientos como su inclusión en The Sustainability Yearbook, publicado por S&P Global, que clasifica las compañías más responsables con la sociedad y el planeta, o su mantenimiento en el índice FTSE4Good, donde la entidad ha sido evaluada de forma independiente cumpliendo todos los requisitos.

De esta forma, los campos de actuación prioritarios de la compañía están orientados a lograr la neutralidad en carbono, mediante el uso razonable de recursos, la sostenibilidad de la cadena de valor, el compromiso social y una aviación menos contaminante. Para alcanzar este objetivo, la estrategia combina propuestas propias con proyectos colaborativos llevados a cabo con otros actores del ecosistema aeroportuario. Con intención de afianzar este compromiso medioambiental, el Plan de Acción Climática fue aprobado por la Junta General de Accionistas de Aena, convirtiéndose así en la primera empresa española en rendir cuentas sobre su desempeño en materia climática. 

Para Amparo Brea, “no importa si los aeropuertos somos responsables tan solo de una mínima parte del impacto ambiental producido por la industria aérea”, ya que “el compromiso con la sostenibilidad debemos asumirlo por igual junto a otros agentes como un grupo coordinado de acción. Para ello, ya trabajamos codo con codo con fabricantes de aviones, aerolíneas, prestadores del servicio de tránsito aéreo, productores de combustible o compañías de servicios en tierra, por enumerar algunas alianzas”, confirma la ejecutiva.

Pasos hacia la neutralidad en carbono

Una de las partidas más cuantiosas de la hoja de ruta de Aena —concretamente 350 millones de euros— es la destinada a poner en marcha el denominado Plan Fotovoltaico. Con esta inversión, la entidad instalará plantas fotovoltaicas en los 14 aeropuertos de la red con más horas de sol que permitirán autoabastecer de energía eléctrica de origen renovable al conjunto de todos los aeropuertos de la red. En total, ocuparán una superficie equivalente a unas 720 hectáreas, que generará alrededor de 950 gigavatios hora al año, equiparable al consumo de 295.000 hogares. Amparo Brea destaca la puesta en marcha del parque solar fotovoltaico del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas: “Contará con una potencia pico de 142,42 megavatios, gracias a sus más de 235.000 módulos que producirán una energía de 212 gigavatios hora anuales, lo que equivalente a abastecer de energía eléctrica renovable a una población equivalente a la isla de Lanzarote en un año”.

Igualmente, Aena ha emprendido con éxito durante el pasado año otras operaciones relevantes, que pasan por aumentar la eficiencia energética en iluminación y climatización mediante un plan de implantación de LEDs y de renovación progresiva de equipos por otros más eficientes, reemplazar o adaptar los equipos y vehículos que consumen combustibles fósiles, desplegar una red de puntos de recarga para vehículos eléctricos, así como otras iniciativas encaminadas a garantizar el bienestar de los residentes cercanos a las zonas aeroportuarias y proteger la biodiversidad del entorno natural. “Nuestra estrategia surge con un claro objetivo: dar respuesta a los grandes desafíos y criterios ambientales y sociales de forma alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de Naciones Unidas”, subraya Amparo Brea.

Apuesta por soluciones innovadoras y tecnologías disruptivas libres de emisiones

En Aena tienen claro que los aeropuertos deben evolucionar y adaptarse para hacer realidad su completa descarbonización y garantizar el adecuado servicio a las aeronaves de nueva generación. Los requisitos identificados para actuar frente al cambio climático han servido a la compañía como palanca para planificar y poner en marcha nuevos proyectos tecnológicamente más innovadores con los que alcanzar con mayor rapidez los objetivos que se han marcado. 

A este respecto, Aena tiene claro que en el caso de los aeropuertos la propulsión de aeronaves mediante hidrógeno supondrá una innovación disruptiva que requiere de I+D y ya está trabajando a este respecto con vistas a formar los denominados hubs de hidrógeno donde el aeropuerto podría constituir una fuente de suministro e incluso de producción de este combustible, no solo para las aeronaves sino también para vehículos terrestres, equipos, etc., promoviendo así el hidrógeno en todo el ecosistema aeroportuario.

En esta misma línea, Aena apuesta por integrar progresivamente el hidrógeno también como método para suministrar energía a sus propias instalaciones. “En nuestro proyecto piloto de Barcelona ya hemos iniciado la validación de la viabilidad técnica de las pilas de combustible de hidrógeno que instalaremos como respaldo de los generadores de emergencia”, precisa la CGO. Y añade que, asimismo, “tal y como hemos definido en nuestro Plan de Acción Climática, aprobaremos nuestra Estrategia de Hidrógeno en 2026 y completaremos la instalación de cinco hidrogeneras en nuestros principales aeropuertos en el año 2030”.

Alianzas para lograr la descarbonización del sector

Junto a sus colaboradores y socios, Aena ha puesto en marcha otra batería de acciones específicas, centradas en la propulsión no contaminante de los aviones y en el impulso definitivo del combustible de aviación sostenible (SAF, por sus siglas en inglés). “Esta opción se configura como esencial para garantizar al mismo tiempo la descarbonización y el crecimiento de los viajes aéreos a corto y medio plazo”, aclara Amparo Brea. La ejecutiva explica que “su tecnología está madura y su empleo masivo dependerá de la disponibilidad a escala de este producto”. Respecto a su distribución, desde la compañía remarcan que ya están preparados para facilitar la llegada del SAF a los aeródromos, ya que no es necesario modificar las infraestructuras aeroportuarias para que las aerolíneas se abastezcan del mismo.

En el escenario actual, la empresa semipública trabaja en paralelo con productores y distribuidores para facilitar la transición al SAF. “Participamos en el programa The Clean Skies for Tomorrow Coalition del Foro Económico Mundial, una alianza global de todas las partes implicadas en la cadena de valor del sector para desarrollar iniciativas para avanzar en la producción y consumo de combustibles de aviación sostenible para su adopción masiva en 2030”, enfatiza Amparo Brea. “Por otra parte —continúa—, nos hemos adherido a la Renewable and Low-Carbon Fuels Value Chain Industrial Alliance, impulsada por la Comisión Europea”. Por el momento, el resultado es positivo, ya que los aeropuertos españoles han sido testigos de algunos de los primeros vuelos con este nuevo combustible. En esta línea, “estamos apoyando proyectos como AVIKOR, mediante el que los pasajeros pueden incorporar SAF a su vuelo a través de una app para móvil que ya está disponible en Adolfo Suárez Madrid-Barajas y Josep Tarradellas Barcelona-El Prat”, matiza.

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