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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

7 hayedos para disfrutar este otoño sin salir de España

El Hayedo de Otzarreta, en Vizcaya, es como el escenario de un auténtico cuento de hadas. / Foto: Pablofausto

Roberto Ruiz

Amarillos, ocres, marrones, dorados, naranjas, rojos… Cuando el otoño llega a los bosques caducifolios, la naturaleza parece que nos planta por delante una paleta de colores para que elijamos nuestra tonalidad preferida.

Todos tienen su encanto y todos nos invitan a pasear pisando sus hojas, pero hay unos, los que están formados por hayas, que lucen de una manera especial cuando sus árboles se preparan para recibir al invierno.

Los hayedos son bosques caprichosos y escasos en la península ibérica. Se encuentran entre 800 y 1.500 metros de altitud y se esconden en zonas húmedas, auténticos supervivientes de épocas postglaciales. Por suerte, si quieres contemplar el contraste de la verdina de sus troncos con el rojo de sus hojas, tienes unos cuantos hayedos repartidos por la mitad norte de España en los que vivir un otoño lleno de color.

Selva de Irati (Navarra)

En Navarra se encuentra el que puede presumir de ser uno de los hayedos más extensos de toda Europa. La Selva de Irati se encuentra en el pirineo oriental navarro y se conserva en un estado casi virgen. Su extensión supone una gran mancha verde de unas 17.000 hectáreas de hayedo-abetal, un bosque perfecto para perderse entre sus senderos y disfrutar de su alto valor ecológico.

Su gran tamaño permite encontrarse a solas con la naturaleza, sus viejas hayas te trasladan a un paisaje de cuento y en otoño, cómo no, sus colores se transforman para ofrecer su mejor momento del año. Para acceder a Iati se puede adentrar desde el costado occidental desde Orbaizeta o desde el oriental desde Ochagavía.

Hayedo de Otzarreta (Vizcaya)

Se encuentra en el Parque Natural Gorbeia, en Vizcaya, y su esencia es la de un auténtico bosque encantado. Sus pequeñas dimensiones concentran todo su encanto en las singulares formas de sus hayas, pues en vez de extenderse con movimientos retorcidos y horizontales sus brazos miran al cielo, consecuencia de las podas que los carboneros realizaron durante años.

Sus grandes hayas cubiertas de musgo, con suelos teñidos de rojo en otoño y las formas sinuosas del arroyo que se abre paso en entre ellos es una de las postales más bellas de los hayedos de España.

Hayedos de Orlé (Asturias)

En el valle del río Orlé, en Asturias, las hayas también encontraron su lugar. Porque Asturias es mucho más que sus espectaculares Picos de Europa, en el concejo de Caso podemos encontrar un pequeño reducto de hayas escondidas que aportan su nota de color cuando el otoño hace su presencia.

El pequeño pueblo de Orlé cuenta con unos escasos 150 habitantes y, aunque antaño se encontraba en zona minera, hoy en día vive de la ganadería y el turismo. Allí, si buscamos un poco, aún podremos encontrar artesanos que se dedican al queso Casín.

Hayedos del Parque Natural de Aizkorri-Aratz (Guipúzcoa y Álava)

El Parque Natural de Aizkorri-Aratz se extiende tanto por tierras de Guipúzcoa como de Álava y ofrece senderos para una amplia variedad de gustos. Las hayas cubren gran parte de sus bosques, siempre buscando los enclaves de mayor humedad, y en este caso las colinas pueden llegar a situarse sobre los 1.500 metros sobe el nivel del mar. El hayedo de Altzania ofrece uno de los rincones de mayor belleza del parque, sobre todo en plena temporada otoñal, aunque todo el Aizkorri-Aratz tiene mucho que ofrecer a lo largo de todo el año, con una fauna escurridiza pero de alto interés.

Hayedo de Montejo (Madrid)

El hayedo de Montejo pertenece al municipio de Montejo de la Sierra, en Madrid, y se sitúa en las faldas de la Sierra del Rincón. Aquí las hayas encontraron un lugar donde vivir como un legado de los bosques centroeuropeos gracias a un microclima particular y de permanecer siempre a la sombra.

Fue declarado Sitio natural de Interés Nacional en 1974 y en 2017 la UNESCO lo ha reconocido como Patrimonio de la Humanidad como extensión de los Hayedos primarios de los Cárpatos y otras regiones de Europa.

Es uno de los hayedos más meridionales de Europa aunque no el que más, pues los hayedos de Sicilia se encuentran aún más al sur. La alta afluencia de visitantes hizo necesario regular su entrada y sólo se puede acceder a él realizando una visita guiada. El 50% de las entradas se conceden con meses de antelación (online y teléfono) y la otra mitad se reparten a primera hora entre los más madrugadores en el Centro de Recursos e Información de la Reserva de la Biosfera Sierra del Rincón de Montejo de la Sierra. Tienes más información para realizar tu visita en la web de la Sierra del Rincón

Hayedo de Tejera Negra (Guadalajara)

Ubicado en el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, el hayedo de Tejera Negra está configurado por los ríos Lillas y Zarzas que nacen en el valle glaciar de la Buitrera. Sus senderos circulares perfectamente señalizados nos permiten pasear cómodamente entre sus hayas, con colores ocres y suelos plagados de setas en otoño. Si somos afortunados, podremos ser conscientes de las águilas reales, los corzos, los zorros y los jabalís que nos rodearán.

El hayedo de Tejera Negra puede visitarse por cuenta propia sin necesidad de unirse a una visita guiada, pero el acceso en coche sí está restringido a un número máximo por día. Se pueden realizar reservas para el aparcamiento y así poder adentrarse en el hayedo con mayor comodidad.

Hayedo de La Pedrosa (Segovia)

El hayedo de la Pedrosa se encuentra en la provincia de Segovia, muy cerca del pueblo de Riaza y próximo al puerto de la Quesera (1.750 m). Rodeadas por robles, las hayas se hacen fuertes en los cauces más húmedos, rompiendo el paisaje con sus colores rojizos en cuanto llega el otoño.

Muy cerca, en la otra cara de la montaña, ya en la provincia de Guadalajara, se encuentra su vecino de Tejera Negra.

Para caminarlo no hacen falta más de 4 horas y se puede comenzar desde el mismo puerto de la Quesera, siendo lo más práctico dejar el coche arriba y deshacer el camino a pie, ya sea bajando por el camino viejo de Peñalba o subiendo por la fuerte pendiente de la lengua de hayas que nos encontramos en el ascenso por la carretera.

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