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Los caprichos y desastres de Goya ponen el broche final al año Abate Marchena en Utrera

Utrera

L. Trigo

Los Caprichos de Francisco de Goya muestran un mundo en profundo cambio, ejemplifican en cada trazo oscuro y nervioso la crítica del pintor hacia el inmovilismo de costumbres y la tiránica opresión religiosa de las conciencias. Los Caprichos de Goya, como después lo serían Los desastres de la Guerra, son un testimonio audaz de la Ilustración en España, del empeño de un puñado de personas por imponer “la razón y el mundo de la crítica a la superstición”. Así lo explica el historiador y veterano profesor universitario Arsenio Moreno, que ha seleccionado algunos de los mejores grabados del pintor de Fuentedetodos que se custodian en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid para participar en la exposición Los viajes del Abate Marchena, que se inaugura en la Casa de la Cultura de Utrera el próximo 28 de diciembre.

Esta muestra pone el broche final al Año Cultural Abate Marchena, celebrado en el bicentenario del nacimiento de don José Marchena y Ruiz de Cueto (Utrera, 1768 - Madrid, 1821), quien ha sido, sin duda, uno de los personajes andaluces clave en el proceso de la Ilustración y el cambio de paradigma político y social que vivió Europa en las postrimerías del siglo XVIII. “Desde este punto de vista, la exposición era complicada de plantear, por cuanto teníamos que partir de la particularidad de este creador y traductor para llegar a ofrecer una imagen fidedigna de un periodo de Europa muy concreto y, por qué no decirlo, muy trágico”, asegura Moreno.

Primera parada literaria

De ahí que Los viajes del Abate Marchena deba su título “a un viaje extenso, no sólo un viaje físico y cronológico, sino también un viaje íntimo donde el paisaje real se entremezcla con la pasión literaria que constituye el itinerario más profundo de este ser vertiginos, cuya herramienta más potente fue el pensamiento y su base doctrinal”. Así las cosas, en la primera estación de este peregrinaje que propone la selección planteada por Arsenio Moreno podemos contemplar sus libros, su producción literaria. “No hay que olvidar que el Abate Marchena fue el traductor de Rousseau, Montesquieu, Voltaire, Molière, Lucrecio, Dupuis, Banoit, el barón de Pradt.... pero también cuenta con una interesante obra de creación propia, personal”. Obras originales, primeras ediciones y una profusa documentación manuscrita venida desde las más prestigiosas bibliotecas del país “y reunidas por vez primera”, conforman esta primera parada de la muestra.

Pero Los viajes del Abate Marchena continúan por lo que Arsenio Moreno ha dado en llamar la “panorámica geográfica”. “Aquí está su Utrera natal: sus estampas, su partida de bautismo. Y más adelante el primer Madrid conocido, el del Colegio Imperial de San Isidro, para culminar en la Salamanca universitaria y eterna. Luego el exilio, imágenes de París, de Suiza, ”paisajes completados por un paisanaje que no es otra cosa que la galería de personajes retratados que acompaña la muestra: Menéndez Valdés, Carlos III, Montesquieu, Adam Smith, Rubín de Celis, Brissot, Robespierre, Madame de Staël, Napoleón, Fernando VII, José Bonaparte, Priego.... Y ya en el ámbito de la Ilustración en Sevilla, Olavide, Alberto Lista y Blanco White“, entre otros.

Goya y Abate Marchena

Es en este contexto, en esta parada de Los viajes del Abate, donde aparece el más grande ilustrador y testigo de cargo del siglo XVIII: Don Francisco de Goya y Lucientes. Sus Caprichos, sus Desastres de la Guerra, “que reflejan la vida cotidiana y los acontecimientos más importantes de toda una época convulsa. Todo ello contextualizado en un último viaje intelectual, ambiental y colectivo: el de una ciudad como Sevilla, inmersa en el más rico proceso de Ilustración vivido por la nación, tal vez después de la Corte.

Así las cosas, la exposición culmina con una última parada que pretende ilustrar y arrojar luz al movimiento de la Ilustración en nuestro entorno de la Baja Andalucía: “Sevilla fue la ciudad ilustrada de España por antonomasia en España después de Madrid”, sostiene Arsenio Moreno, que reconoce sin embargo, que es un periodo histórico “poco grato de recordar” por cuanto está plagado de episodios oscuros: La invasión napoleónica en la ciudad, capitaneada por el Mariscal Soult, que dejó como huella el mayor expolio artístico que jamás haya sufrido la ciudad -en aras de crear en París un museo para mayor gloria de Napoleón-  o el propio “servilismo de los sevillanos con el Gobierno de José I”; todos momentos de nuestro pasado “muy poco nobles” que se han silenciado para la posteridad.

No cuenta la exposición con imágenes propias del Abate Marchena plasmadas en óleo o en grabados de la época -“no existen, no se ha encontrado nada”, mantiene el comisario- que sin embargo, sí fue retratado literariamente por Menéndez Pelayo en su Historia de los heterodoxos españolesHistoria de los heterodoxos españoles como un hombre feo, poco agraciado y, sin embargo, todo un seductor con las mujeres. “Menéndez Pelayo lo maltrata, no lo deja bien parado. Pero todas estas descripciones son interesadas -opina el comisario-. Los enfrentamientos entre conservadores y liberales eran terribles, cualquier cosa valía para desacreditar al oponente”.  De momento, nos quedamos con la sombra de la figura del Abate Marchena que, paradójicamente, sirve para iluminar todo un siglo en Europa.

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