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Badajoz, al revés

Fragoso (PP), alcalde de Badajoz gracias a los votos de Ciudadanos, con quien alternará el cargo, y Vox

José L. Aroca

Y se fueron de feria. Supongo. Han pasado siete días desde aquello, y todavía no sabemos qué han pactado. Fragoso, Gragera, Vélez…, las caras del tripartito inventado en Andalucía y que lo han traído a Extremadura, a Badajoz. Se encienden las bombillas, corre la cerveza, grupos de amigos y familiares a divertirse, y lo único que se sabe es que se han repartido la alcaldía, el poder, y están en los tiras y afloja del resto de cosas.

Hace cuatro años Francisco Fragoso y Luis García Borruel acordaron un pacto de investidura, una serie de puntos, que se firmó con luz y taquígrafos antes de la investidura, claro. Nada de eso ahora.

Siete días después del pacto por el reparto de Badajoz sabemos más de dónde se reunían Ricardo Cabezas y Rafael Lemus con Ignacio Gragera y los suyos, que de lo escrito, firmado y hablado entre los tres socios del tripartito excepcional y contra toda lógica política si es pensada para el Bien Común; los restaurantes, los motivos de elección, casi las horas de los intentos que hacían los más votados, la lista del PSOE, son ya públicos mientras los participantes en el reparto se han ido de feria, sin más.

Sin más explicación, sin más aclaración, sin contar a los 150.000 pacenses qué clase de pacto es ese, y qué van a hacer por la ciudad. Sin una respuesta a los casi 70.000 votantes –ya es llamativa una abstención de más del 41%- que indudablemente querían un cambio, encargado a PSOE y Ciudadanos. Hay ahora un socio mayoritario, PP, que pacta abiertamente con la extrema derecha para sostenerse en la alcaldía, que además accede a repartírsela con un tercero como mal menor, y un Ciudadanos-Badajoz que hace lo mismo pero en secreto, procurar el concurso necesario de los de Abascal, para luego decir que no quiere saber nada de ese último socio pequeño. No tan pequeño, claro, porque el accionista solitario, Vélez, posee la “acción de oro” en esa sociedad, y desde Madrid se la harán valer, o lo hará él por su propia conveniencia.

Así que sabemos todos los detalles de cómo los ganadores se quedaron en la estacada. Con esa cara que te deja un plantón hasta que te avisan que no esperes más, que el pretendido novia o novio, está con otra persona; pero nada sobre los personajes protagonistas y sus intenciones, de esta historieta a la que ha llegado Badajoz ¿No parece esto el mundo al revés?

No son una ni dos, por otro lado, las personas que tampoco creen, como se puede dudar, de que dentro de dos años la alcaldía cambie de manos, un cambio que pese a que tuviera motivos fortísimos, no deja de ser una anomalía democrática de las grandes. Un reparto in extremis de sillones, todo un espectáculo impropio para la ciudad más importante de Extremadura, con el que el propio Miguel Celdrán, el maestro de Fragoso, mentor de Monago (algunos recordarán cómo el veterano alcalde se presentó en Génova y de un plumazo cambió a Teresa Angulo por Monago en el liderazgo regional del PP), con el que el mismo Celdrán, digo, se lleva las manos a la cabeza porque ¿qué gestión se puede hacer en dos años? ¿Y los dos últimos, los del recuerdo del votante, regalo para Gragera como alcalde?

Una cierta dignidad, por el contrario, circula por esa EX-100 que ojalá se convierta en autovía, y viene de Cáceres. Un ejemplo de sensatez, una cierta lección de política, una mínima interpretación adecuada de los resultados electorales y el deseo de los votantes locales. Un PP que se niega al cambalache, al reparto, y entiende que debe pasar a la oposición si no es alcalde no ya el más votado, sino al menos el segundo –en Badajoz lo será, si lo vemos, el tercero-, y un Cs también algo retratado pero que parece haber mostrado resistencia a los juegos de tronos de Rivera desde Madrid. Gobierna Salaya, con una minoría que le hará precario, pero sin duda se producirá una confluencia y dialéctica de programas y puntos de vista, con la necesaria síntesis, que al menos será democrática y abierta, transparente; y que suele ser positiva para el Bien Común.

Política en grande, de un ganador por el cambio, de otra fuerza de izquierda de resultado notable, exigiendo y apoyando a la vez, y de un partido de derechas, Cs, que debe seguir aprendiendo, sin prisas y sin ansias, unido a otro, PP, que ha sabido aceptar el sitio donde le han puesto los cacereños.

Pero claro, Badajoz era para Monago y el PP extremeño, el Madrid de Casado.

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