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Cáceres, los experimentos con gaseosa

Agustín Mirón

Cáceres (100.000 habitantes y 25 concejales en el ayuntamiento) es una capital de provincias muy especial, donde cualquier experimento se ha mirado con ojos extraños, siempre se dice que aquí, cambiar las cosas es harto complicado. Tras los resultados del 24M es difícil afirmar si por fin están cambiando o en realidad no han cambiado nada. Es verdad que desde que se vota en democracia ha habido una alternancia PSOE-PP a la par: exceptuando la primera legislatura (1979-1983) que ganó UCD, derecha e izquierda se han repartido el ayuntamiento; primero tres legislaturas seguidas para el PSOE 1983-1995, luego tres seguidas para el PP 1995-2007; en 2007 es verdad que la lista más votada fue la popular pero el tripartito PSOE-IU-FC le dio la alcaldía a Carmen Heras, así es que esa cuenta para los socialistas, y la última que acaba de terminar que fue para Elena Nevado, PP, con amplia mayoría absoluta.

Pero llegó el 24M y los populares sacaban pecho cuando todas las encuestas les vaticinaban la continuidad de esa mayoría absoluta ¿qué ha pasado? Que las cosas han vuelto a la normalidad. Porque no era normal que el PSOE solo ganase en una mesa de 110 en las elecciones del 2011, ahora ha vencido en 42 de 100, es decir de menos de un 1% a un 42%. No era normal que en barrios obreros el PP se alzase con la victoria (Aldea Moret, Mejostilla, Las 300…), ahora han vuelto los socialistas a salir con mayor número de papeletas. Hasta aquí la lectura es plana, las papeletas que entran por las que salen.

Ahora entremos en la trastienda de los partidos y en las actitudes, de las aptitudes se puede hablar otro día, de sus dirigentes políticos. El PP ha gobernado repitiendo hasta la saciedad que encontraron la caja del ayuntamiento vacía y que se han dedicado a tapar agujeros y recuperar solvencia, ocultando que muchas de aquellas deudas venían de la anterior etapa popular, gobernada por Saponi, y que también tuvo que solucionar Carmen Heras en su legislatura. El PP ha cometido errores de bulto gobernando sin hacer, es decir, nada ha hecho por un comercio que ha perdido peso a pasos agigantados, mientras en Badajoz crece un 36% en los últimos diez años, en Cáceres lo hace un esquelético 0,4%, técnicamente plano; el PP nada ha hecho por vender inversiones importantes y necesarias para la ciudad y las que ha acometido, peatonalizar la céntrica y glamurosa calle San Pedro de Alcántara por ejemplo, se le han venido en contra por su significado. Por lo demás, largo han fiado los populares obras necesarias como el cinturón viario de la capital (la Ronda Sureste no estaría en servicio, como poco, hasta 2020), el nuevo y esperado Hospital de Cáceres es un lastre que no ha avanzado en esta legislatura (imposible abrirlo de aquí a 3-4 años), el aeródromo cacereño, anunciado a bombo y platillo, ha provocado más risas que aplausos, porque nadie se cree esta obra. Y encima -y este discurso de la oposición sí ha calado entre los cacereños- obras importantes toman forma o comienzan a ejecutarse en ciudades como Badajoz y Mérida mientras aquí seguimos sin autovía a Badajoz o sin AVE a Madrid. Y para más inri, el PP le quita la capitalidad cultural a Cáceres, apareciendo Monago, en esa política de constantes cartelitos que ha llevado, con una leyenda detrás en la que se leía ‘Extremadura, Capital Cultural’. Eso es tocar la dignidad al pueblo, y este de Cáceres es muy tradicional pero muy sentido.

Constantes enfrentamientos con vecinos y colectivos sociales han hecho el resto, enfrentamientos que se han materializado en cambiar las líneas de autobús urbano, subirle las tasas de ayuda a domicilio a los mayores, cobrarle a los clubs de deporte base por utilizar las instalaciones deportivas y por último, la construcción de un aparcamiento subterráneo en el centro de la ciudad que empieza a poner todo patas arriba, cuando se apuntaban soluciones más sostenibles, de menos impacto en la rutina de la ciudad y de menor coste para todos, por mucho que se empeñen en vender desde el PP que es una inversión privada. Cáceres es la misma ciudad que hace cuatro años, con menos árboles pero la misma, y eso los ciudadanos lo saben, lo perciben y, lo peor, lo sufren. Un dato, Cáceres termina la legislatura con más paro que hace cuatro años, a pesar de la crisis en Cáceres se han destruido casi dos mil empleos. Aquí no hay brotes verdes, ni luz al final del túnel.

Luego está un PSOE que arrancaba hundido en su fango, que comenzó cambiando de portavoz con abandono del ayuntamiento de la anterior alcaldesa, perdiendo a una de sus concejalas, que no entregó el acta y se quedó como concejala no adscrita, que renovó su ejecutiva local, que hizo unas primarias a cuchillo que han dividido, aún más, a la cantera socialista, y que parecía no poder hacer frente al ciclón popular que les borró del mapa en 29.000 votos y 109 mesas en 2011. Se equivocaban los agoreros, un secretario local tranquilo, Vicente Valle, supo construir un discurso sosegado y machacón que ha calado en los ciudadanos: llamar a Elena Nevado alcaldesa ausente o a tiempo parcial (por su dedicación al Senado), decir que Cáceres es la ciudad del se vende, se alquila, se traspasa (en referencia al hundimiento del comercio) o decir que este ha sido un gobierno ‘selfie’ y que detrás de las fotografías no había nada, ha llegado al alma cacereña. Y eso que la apuesta de Valle, dar un paso atrás y situar al frente de la candidatura al candidato más joven de España a una capital –Luis Salaya, 26 años- era una decisión más que arriesgada que no ha salido mal: han ganado un concejal, puede que dos, y han ganado votos y barrios, cuando la tendencia nacional y regional es de pérdida de apoyos a pesar de los resultados. Salaya ha hecho una campaña tranquila, desde los barrios hacia el centro, calle a calle, puerta a puerta, voto a voto. El PSOE no ha recuperado el ayuntamiento, pero sí el orgullo.

En este baile faltaban más músicos. Ciudadanos ha sabido tirar de catovismo (expresión que ha acuñado la ciudad y que utilizó Saponi en una de sus campañas ‘De Cáceres de Toda la Vida’ y que se refiere a la esencia misma cacereña) porque ha colocado al frente a Cayetano Polo, hijo de otro Cayetano Polo ‘Polito’, mítico locutor cacereño de los inicios de la radio con calle propia y mucha raigambre, lo dicho, muy catovi. Tan es así que de los 12.000 votos que le han otorgado a María Victoria Domínguez un sillón en la Asamblea, 7.000 se los han dado los cacereños.

Podemos, se quedó en pudimos, han sacado dos concejales pero el experimento de no utilizar la marca Podemos, se presentaron como CACeres TU, les ha pasado factura. De hecho Podemos se llevó 7.645 votos y su candidatura local menos de 4.500, porque la gente no identificó la papeleta.

¿Y ahora qué? Todo apunta a que gobernará la lista más votada, es decir el PP, pero en minoría, por lo que al holgado gobierno de Nevado en la pasada legislatura les esperan cuatro años de carretera con curvas; no se lo van a poner fácil PSOE, Ciudadanos y CACeres TU, que suman 14 concejales, y por tanto mayoría absoluta, van a imponer muchos de sus criterios y pueden unirse para obligar al mermado gobierno popular a bailar al son que ellos marquen.

A Cáceres no le gustan los sobresaltos, pero tiene su orgullo, es Capital Española de la Gastronomía (aunque ni siquiera esto hay sabido aprovecharlo el PP) y reclama el papel que siempre ha tenido, el de ser la segunda ciudad más importante de Extremadura. El PP creyó que entrando en el ayuntamiento como un elefante en una cacharrería le permitía hacer de todo, pero se equivocó, a esta tranquila capital de provincias del oeste no le gustan los experimentos con gaseosa.

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