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Ημι-δημοκρατία (Hemi-democracia)

Bicicleta

José María Rosado

Parecía que, aunque con resistencias resistentes, poco a poco se iba avanzando a un mayor equilibrio de sexos en la composición de los gobiernos, de los parlamentos e incluso se empezaba a intentar influir en los consejos de administración de las empresas privadas para que el poder económico también avance hacia la igualdad. Mira por donde ahora en plena hola del símbolo de la regeneración democrática, en la eclosión de movimientos que dicen promover una profundización de la democracia, de la participación, de la transparencia, asistimos a un golpe de timón en lo que se refiere a la igualdad entre mujeres y hombres.

No es una cuestión formal, de paripé institucional, ¡el sexo importa!, ¡claro que importa!

En Grecia si eres mujer tienes el 29,2% de posibilidades de estar en paro y el 23,2 si eres hombre. Y si tienes la suerte de trabajar cobrarás un 22% menos (brecha salarial), si tienes más de 75 años el 39% de ser pobre (32 si eres hombre). En resumen la pobreza tiene sexo, lo tiene en el antes, el durante y el después. Siryza debe su ascenso al rechazo a un modelo social que generaliza la pobreza, la irrupción de la nueva fuerza política ha sido en nombre de la lucha contra las injusticias y las desigualdades. ¡Por eso resulta incomprensible la configuración del nuevo gobierno griego!

Cuando se adoptan lo que algunos sectores denominan “políticas neutras” los efectos ya constatados son de perpetuación de las diferencias por razón de sexo. Esta es la razón de la necesidad de aplicar políticas activas para la igualdad efectiva. Y por eso, en mi opinión, este gobierno de los 11 machotes, está de partida invalidado para fundamentar un modelo democrático más igualitario y más justo desde una perspectiva de género. La historia ya constató que no es democracia “el gobierno para el pueblo sin el pueblo”, como no lo es tampoco “democracia sin mujeres”. A estas alturas ya tenemos que decir, quienes nos consideramos demócratas, que la hemidemocracia –la androdemocracia– ya no vale, porque no lo es.

Y ahora que está tan de moda hablar de casta, empecemos por esta, la más antigua, la más universal, la que divide a la sociedad en dos para adjudicar desigualdades e injusticias: la casta patriarcal.

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