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De cómo escurre el bulto el PSOE de algunos pueblos en la cuestión de la memoria histórica

Chema Álvarez Rodríguez

Tal y como habíamos vaticinado, el PSOE de Montijo, que actualmente gobierna el Ayuntamiento con mayoría absoluta, dio largas a su responsabilidad frente a la Ley de Memoria Histórica en el pasado pleno de abril.

Con peregrinas excusas, el alcalde de Montijo -Salomón redivivo- arguye que, frente a la solicitud de la eliminación del callejero del nombre franquista de D. Hipólito Gragera Barragán, habrá que acudir al “debe y al haber” de su labor en este pueblo y, dado que ya tiene un informe que avala de sobra su “haber” como persona “honrada” que ejerció la caridad y el socorro con numerosos vecinos, pide otro donde se pueda valorar el “debe” que justificaría la retirada de su nombre del callejero.

Difícilmente a estas alturas del nuevo siglo, a ochenta años de la Guerra Civil, desaparecidos la totalidad de los testigos directos de aquellos hechos -unos asesinados por defender la democracia (más de cien) en los primeros meses de la guerra y otros muertos de miedo durante más de cuarenta años como para hablar de estas cosas-, se podrían encontrar testimonios directos de ese “debe” que solicita el alcalde. Sin embargo, hay un argumento irrefutable, una razón fundada para quitar su nombre del callejero: su condición como fundador y dirigente durante muchos años de Falange Española en Montijo.

Falange Española no sólo participó en el golpe de estado dado a la República en julio del 36, sino que, además, orquestó en gran medida la represión directa e inmediata en la retaguardia de la zona tomada por los sublevados, y se encargó de mantener dicha represión durante la posguerra y más allá, consistente en asesinatos, torturas, robo de propiedades y un largo etcétera, patente en su condición de partido fascista. En el caso de Montijo y siguiendo la referencia del historiador Juan Carlos Molano Gragera en su libro Miguel Merino Rodríguez, Dirigente Obrero y Alcalde de Montijo (1893-1936), en cuanto a los asesinatos que comenzaron en Montijo a finales de agosto (cito textualmente), “las listas negras se hacían periódicamente en el cuartel de Falange, instalado en el incautado Círculo de Artesanos, asesorados por la Delegación Local de Información e Investigación de aquélla”.

Defender la permanencia del nombre de este falangista (fundador del partido fascista en este pueblo) en el callejero de Montijo argumentando que “también” hizo cosas buenas, tal y como defienden los concejales y concejalas del PSOE, empeñados en salvaguardar los símbolos patrios del franquismo, es similar a defender el nombre de José Antonio Primo de Rivera como fundador de Falange Española por la creación y gestión de los comedores y hospicios de Auxilio Social durante la posguerra.

Miguel Merino, alcalde socialista de Montijo en 1936 y asesinado frente a las tapias del cementerio en la noche de 29 de agosto de ese año, cuyo retrato figura en el salón de plenos del Ayuntamiento de este pueblo frente a los concejales que ocupan los asientos que él mismo defendió con su propia vida, debió de removerse en su tumba, aún no localizada, cuando oyó las peregrinas excusas de una corporación que, dice, también es “socialista”.

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