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Pan y rosas, camino hacia la huelga del 8 de marzo

Sara Ferreiro Lago, Amaia Pérez Orozco y Valentina Longo. FOTO: David Conde

Alicia Díaz

No me cabe ninguna duda, la necesidad de convocar una huelga de mujeres está totalmente justificada

El próximo ocho de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en el que más de 150 países secundarán una huelga enfocada en los cuidados y el trabajo doméstico que, a día de hoy, siguen soportando las mujeres en todo el mundo. Pero las reivindicaciones van más allá, también es una huelga laboral y estudiantil, ya que el sector educativo es una pieza clave para la consecución de un sistema igualitario.

No nos olvidemos que el 8 de marzo está ligado históricamente a las demandas que las mujeres fueron solicitando tras su incorporación en el mercado laboral en el que las condiciones precarias, insalubres y deficitaria dentro de las fábricas textiles, provocaron que las mujeres comenzaran a tomar iniciativas a través de enormes manifestaciones y reuniones solicitando los derechos políticos de las obreras.

Aunque estas pretensiones llevaban como objetivo principal la lucha por el derecho al voto femenino, el 8 de marzo de 1908 más de 20.000 mujeres se manifestaron por las calles de Nueva York para exigir un recorte del horario laboral a diez horas, mejores salarios, y la erradicación del trabajo infantil bajo el eslogan “Pan y Rosas”; quedando así representada las necesidades de una economía segura y mejoras en la calidad de vida. La propuesta de la internacionalización de este día llegó de la mano de la socialista alemana Clara Zetkin, en la Conferencia de Copenhage de 1910 en conmemoración a las manifestantes por los derechos de la mujer.

En España la brecha salarial va en aumento, en la actualidad las mujeres cobran un 30% menos que los hombres. La precariedad laboral se ve más acentuada a medida que avanza la edad de la trabajadora y la maternidad supone una traba para su reincorporación en el mercado laboral, ya que siguen siendo las mujeres las máximas responsables en las labores de cuidados, crianza de menores, personas dependientes y las que sacrifican su vida laboral en beneficio de la de sus compañeros, quienes tienen mayores y mejores oportunidades para el desarrollo de su independencia económica.

El Día de la Mujer es un día de solidaridad por y para la lucha de objetivos comunes, un día para calibrar la fuerza organizativa y una forma de reivindicación colectiva a nivel internacional. Lo que se espera del 8 de marzo es dar visibilidad a la violencia sistemática que sufren las mujeres en todo el mundo. El objetivo primordial de este movimiento global es trasladar las necesidades sociales y políticas que tienen las mujeres, ya que no es suficiente para su liberación romper con los puestos en el mercado; para ello es necesario un cambio social y político.

No me cabe ninguna duda, la necesidad de convocar una huelga de mujeres está totalmente justificada; se necesita pues, un gobierno de izquierda comprometido urgentemente. La mujer trabajadora está constantemente ninguneada a través de la precariedad laboral a la que está sometida especialmente en trabajos considerados como feminizados. Este tipo de violencia se traslada a la esfera privada que durante siglos ha sometido a la mujer a un tipo de explotación encubierta a través del trabajo doméstico y la maternidad, que sostiene a todo un sistema a través de la economía sumergida.

La aprobación de una Día Internacional de la Mujer supone una labor de auto-conciencia, significa poder llevar el sentido de la lucha al máximo de mujeres que, aunque no siempre forman parte activa, deciden participar colaborando en el trabajo previo de cara a la huelga; bien a través de reuniones, elaboración de material para difusión o como cauce informativo a través de los diferentes canales.

Hay un detalle no obstante de esta huelga que me ha llamado la atención desde los primeros comunicados y que me parece peligroso, por lo que debe tenerse en cuenta de cara a las próximas convocatorias al no haber menciones hacia la forma más cruel de violencia existente hacia la mujer : la prostitución y los vientres de alquiler. Ambas prácticas son utilizadas como instrumento de sometimiento.

La prostitución ha de entenderse dentro de los marcos de la economía política debido a la enorme industria sexual que se cierne a través de la mercantilización de los cuerpos femeninos. El neoliberalismo, a través del capital, ha convertido la prostitución en una industria internacional que mueve millones de euros en el mundo. La naturalización de esta forma de violencia ha sido asimilada a través de los tiempos como una cuestión irrevocable y propia del ser humano, lo que provoca que esté admitida socialmente y, en muchas ocasiones, legitimada, sin que interfiera en la realidad patriarcal. La mercancía resultante del cuerpo femenino está sujeta a la demanda sexual del hombre, haciendo prevalecer su deseo a través de una posición androcéntrica y de poder.

La industria sexual globalizada se enriquece a través del capital de la sexualidad de la mujer obligada a ser prostituida, convirtiéndose en víctima de trata, esclavas y objetos sexuales debido al empobrecimiento subyacente del planteamiento de las sociedades patriarcales.

Por tanto, es imposible no hablar de prostitución en una huelga feminista ya que el 90% de las mujeres prostituídas están obligadas a serlo.

Hace unos días algunas adolescentes sirias denunciaron que los empleados de organizaciones de Naciones Unidas retenían ayuda humanitaria a cambio de sexo. El 40% de las mujeres que atendían han sido víctimas del trueque inmoral que supone canjear un cuerpo a cambio de un trozo de pan.

¿Se necesitan más razones para hacer una huelga?

Millones de mujeres y niñas son víctimas de violencia machista en el mundo, las estadísticas muestran un ascenso en el número de violaciones. En algunos países está aún penalizada la restricción del embarazo provocando más de 25 millones de abortos inseguros, siendo esta la principal causa de muerte maternal en el mundo. Más de 125 millones de niñas han tenido que soportar una mutilación genital, millones de féminas en el mundo son esclavas sexuales y más del 90% de las mujeres prostitutas se ven obligadas a hacerlo por necesidades económicas.

Si considera que no son suficientes hay más:

Cientos de mujeres son perseguidas y encarceladas en países musulmanes por no querer llevar hijab e intentar desprenderse de cualquier símbolo que vulnere sus derechos fundamentales y les impida ser un poco más libres.

Si eres mujer en la India estás en el peor sitio para serlo, millones de niñas han sido abortadas antes de nacer, cientos de ellas han sido envenenadas de bebé y muchas son asesinadas tras el parto. Las que sobreviven se enfrentan a una constante discriminación, prejuicios, violencia y negligencia a lo largo de sus vidas. En la India el 80% de matrimonios son “concertados” o acordados por lo que acaban en una situación de sometimiento constantemente durante toda sus vidas, y otras son confinadas en “granjas” donde producen hijos para quienes pueden y quieren pagarlos.

Las mujeres de Camerún siguen siendo torturadas con la aberrante práctica cultural del “planchado de senos” con piedras ardiendo, palos y vendas para evitar su desarrollo y así no levantar deseos sexuales entre los hombres.

Las porteadoras, denominadas “mulas” que cada día cargan con bultos, que en muchas ocasiones doblan su peso, viven la desesperación y el caos que supone intentar cruzar la frontera entre Marruecos y España para volver en el menor tiempo tiempo posible y con el mayor número de productos a sus espaldas a cambio de quince euros. Muchas mueren en el camino.

Todas estas formas de desigualdad son las que el movimiento feminista está denunciando. El 8 de Marzo es un día para alzar la voz, para recordar a los gobiernos que siguen matando a mujeres, que las abortan selectivamente y que a otras no se las deja decidir. Sirve para reivindicar mejoras salariales, paridad, conciliación con la vida familiar para que se pueda producir la emancipación que a través del trabajo y un salario digno permita a las mujeres ser liberadas.

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