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Rectificar es de sabios y de sabias

Montero defiende que decir portavozas es luchar con el lenguaje por igualdad

Juan Romero. Profesor de Filología Hispánica de la Universidad de Extremadura

A pesar de que la izquierda es en general mucho más rigurosa que la derecha, hay ciertas actitudes que pecan, digamos, de un exceso de ingenuidad: la defensa de las terapias alternativas y el mundo natural lleva a algunas personas a criticar las vacunas o el desarrollo farmacéutico; la defensa de los animales lleva a actitudes sectarias como la ética vegana o el antiespecismo. Del mismo modo, la defensa de la igualdad que lleva a cuestionar, con razón, ciertos aspectos del lenguaje, nos conduce en ocasiones a absurdos como el que hemos visto estos días a raíz del uso de la expresión portavozas por parte de Irene Montero.

La lengua tiene un componente social muy importante que refleja, como es lógico, las características de la sociedad que la utiliza. Por eso la lengua puede utilizarse como instrumento para visibilizar y corregir las desigualdades. Pero también tiene un componente biológico, que hace que tengamos un lenguaje concreto distinto al que tienen el resto de las especies. La razón es muy sencilla: el lenguaje es esencial para la reproducción sexual, en un mundo lleno de bichos es imprescindible que podamos reconocer a los nuestros; por eso cada especie tiene su propio lenguaje, en caso contrario sus miembros no podrían aparearse. Este componente es independiente de cuestiones sociales y está sujeto al mismo tipo de estudio que cualquier ciencia natural, como Noam Chomsky se ha encargado de demostrar.

La cuestión del género y, en especial, la idea de género por defecto es una cuestión técnicamente muy peliaguda, por eso voy a utilizarlo de forma muy restrictiva: cuando decimos que en español el masculino es la forma por defecto, lo que estamos diciendo es que es la forma que se utiliza cuando un elemento no tiene género. Por ejemplo, las oraciones no tienen género y cuando las utilizamos nominalmente les ponemos un artículo masculino: el “vuelva usted mañana” me tiene harto; no decimos la “vuelva usted mañana”. Del mismo modo, los prefijos o las conjunciones tampoco tienen género, por eso decimos los pros, los porqués, el cuándo y el cómo y no las pros, las porqués, la cuándo o la cómo.

La formación de palabras sigue esencialmente reglas generales que son igualmente válidas para cualquier nuevo elemento y en cualquier lengua. El caso de portavoz es el de los compuestos verbo + complemento, que es uno de los procedimientos más habituales para formar nuevas palabras en español, como sacapuntas, abrebotellas, parabrisas o, como diría Pablo Escobar, comemierda. Cualquier que recuerde un poco de la sintaxis que estudió en el colegio sabe que la unión de un verbo y su complemento forma una frase verbal: el predicado. Los compuestos de este tipo toman el artículo masculino, pero lo hacen por defecto, porque ni los verbos ni, en consecuencia, las frases verbales tienen género. Por eso, cuando denotan una persona toman el género de la persona a la que refieren: el o la comemierda, el o la portavoz, el o la buscavidas, a diferencia de palabras que sí tienen género como persona o víctima y siempre llevan género femenino, independientemente de cuál sea su referencia: Pedro fue una víctima inocente, y no un víctima inocente.

Tiene poco sentido feminizar portavoz, porque voz ya es una palabra femenina, como lo son punta, botella, brisa o mierda. Que este tipo de formación de palabras no tiene ningún sesgo machista lo vemos en términos como (el) pelapatatas, (el) friegasuelos, (el) lavavajillas. Ninguna de estas palabras que históricamente podríamos a asociar a actividades relacionadas con la mujer se ha construido nunca en femenino. Por cierto, si es observadora se habrá dado cuenta de que estas palabras no sólo no tienen género, tampoco tienen número: decimos un abrebotellas, no un abrebotella.

Una última cosa para el señor Méndez de Vigo: lamentablemente, nada de esto se enseña en las escuelas y dudo mucho que el ministro tenga estos conocimientos de morfología, así que no sé a qué educación hacía referencia al criticar a Irene Montero. Por cierto, quizá sea el momento de replantearse la enseñanza de la lengua, como puede verse, es mucho más interesante de lo que se enseña en las escuelas.

 

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