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Refugiados: ¡se acabó el tiempo!

Empleados de campos refugiados de las islas griegas denuncian la falta de medios

Chema Álvarez

La historia ha sido contada tantas veces que ya forma parte del ideario o alegato común universal contra la barbarie, a pesar de que esta última palabra, en su origen griego, significara “extranjería”: el 26 de septiembre de 1940, el exiliado Walter Benjamin, filósofo alemán de ascendencia familiar judía, acuciado por la persecución y ante el temor de que tanto sus escritos como él mismo cayeran en manos de la Gestapo, se suicidaba en un pequeño hotel de la localidad catalana de Portbou, ingiriendo una dosis de morfina.

Benjamin se había convertido en un refugiado desde que abandonara Alemania en 1933, cuando el partido nazi accedió al poder tras unas elecciones democráticas. Residió en París y pasó tres meses en un campo de concentración de trabajadores voluntarios, donde el gobierno francés recluía a los judíos a los que el gobierno alemán había retirado su nacionalidad. En su condición de apátrida abandonó París un día antes de que entrara el ejército nazi y comenzó una huida que le llevaría hasta Portbou, pueblo catalán en la frontera francesa. Su intención era llegar a Lisboa y desde allí embarcarse hacia los Estados Unidos.

Sin embargo, en Portbou la autoridades españolas le advirtieron, a él y a quienes le acompañaban, que una ley permitía deportar sin más miramientos a los refugiados de vuelta a Francia. Benjamin, tras escribir una nota dirigida a su amigo Adorno, cansado de huir, puso fin a su vida.

Este martes 26 de septiembre la Plataforma Ciudadana “Refugiados Extremadura” ha convocado una concentración en el Puente Romano de Mérida a las 19:00 horas, en la glorieta de la loba capitolina, para secundar la convocatoria realizada a escala internacional por la organización SickofWaiting.org, bajo el lema Time is up! Let´s build bridges!: ¡Se acabó el tiempo! ¡Construyamos puentes!

Esta movilización se llevará a cabo simultáneamente en 130 ciudades europeas y pretende llamar la atención -tanto a la ciudadanía como a los gobiernos- para que cumplan los compromisos asumidos en 2015 y cuyo plazo finaliza este martes 26 de septiembre, cuando Europa se comprometió a dar refugio y asilo a 120.759 personas que huyen de la guerra, la persecución y la miseria. A día de hoy el 74% de esa cantidad, tres cuartas partes, continúa en el limbo a las puertas de una Europa que se tilda de ser baluarte de la defensa de los Derechos Humanos pero que al mismo tiempo cicatea su cumplimiento en términos reales.

Sin ir más lejos y según la Plataforma “Refugiados Extremadura”, el Gobierno Español asumió dar refugio a 17.300 refugiados. Dos años después de suscribir su compromiso sólo ha acogido a 1724, apenas un 11% de lo prometido: se ha olvidado de los otros 15.576 y no llega ni tan siquiera a lo que ya se conoce como el 25% de la vergüenza.

En 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos estableció en su artículo 14 no sólo el derecho de cualquier persona a buscar asilo en otro país, sino también a disfrutar de él. Europa prefiere olvidar su propia historia y el hecho que durante la primera mitad del siglo XX fuera prácticamente un continente de desplazados. Ningún país se libró durante ese período de guerras y persecuciones.

A día de hoy les enseñamos a nuestros alumnos y alumnas que la nuestra es tierra de derechos, donde cualquiera tiene la oportunidad de vivir sin miedo a expresar libremente sus opiniones. Sin embargo la realidad gubernamental es otra: cerramos las puertas a quienes realmente precisan protección y creamos estigmas sobre su hipotética presencia, alentando los prejuicios. Evaluamos a nuestros alumnos sobre contenidos de leyes que no se cumplen y vivimos al margen de la realidad de la que huyen: asistimos a un visionado constante de las consecuencias y resultado de las guerras sin entender ni conocer apenas la causa y origen de las mismas.

El tiempo se ha acabado. El margen de confianza que se dio a quienes nos gobiernan cuando prometieron abrir las puertas a quienes huyen de la tortura y del genocidio no da para más. Nos han mentido de nuevo y siguen con su interés por convertir Europa en una fortaleza inexpugnable. Es hora ya de despertar y recordarles que buena parte de la ciudadanía europea exige que se cumplan los compromisos y se dé la bienvenida a los refugiados. Mañana será tarde, como lo fue para Walter Benjamin hace justo 77 años.

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