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Ruta de la Plata Ferroviaria, 30 años de cierre, 1985-2015

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Ángel Caballero, Asociación Extremeña de Amigos del Ferrocarril

“La vida, el movimiento y la prosperidad de nuestras poblaciones consisten en el establecimiento de fáciles vías de comunicación…” El Eco de Extremadura. Núm. 2. Cáceres, 12.11.1860

En una España ferroviaria radial, la transversal Ruta de la Plata, que ponía en comunicación el norte y sur peninsular, no dejó de ser un plus añadido a la Red de los caminos de hierro nacionales.

La Ruta de la Plata, “Eje Atlántico Interior” como a mi me gusta denominarla, es un mosaico compuesto de varias líneas, pertenecientes, hasta la llegada de Renfe, a diferentes compañía férreas.

La transversal se completó con la línea de Plasencia-Empalme a Astorga, puesta en servicio a medida que se iban terminando las obras de los diferentes tramos.

En 1893 empezó a funcionar Plasencia Empalme-Hervás de 55,73 kilómetros, y en los años siguiente los tramos Hervás Béjar, Béjar-Salamanca, y Salamanca-Astorga hasta completar con este último en julio de 1896 un trazado de 347,72 kilómetros.

Los directivos de MCP, (Madrid-Cáceres-Portugal), eran conscientes de que el tráfico de la línea Madrid a Valencia de Alcántara, terminada en 1881, no era suficiente para garantizar el éxito económico de la empresa y, como ya habían demostrado NORTE y MZA, la explotación necesitaba de otras líneas afluentes, por lo que consideraban positiva la construcción de esa línea.

El ferrocarril de Plasencia-Empalme a Astorga, se pensaba en nuestra tierra, abriría otros mercados entre ellos los de Castilla, y los aceites, sin igual en España por su delicado gusto y clasificación, especialmente los de Sierra de Gata y la Vera, podrían presentarse con abundancia en las plazas de Valladolid y Salamanca, que en aquel tiempo se hacía con exportación lenta e insignificante por algunos arrieros que imponían la ley a nuestros cosecheros.

En los 100 años de vida, pasó por diferentes avatares, primero sola y después en unión del MCP, formando la Compañía MCP y O, (Madrid-Cáceres-Portugal y Oeste).  Tuvo la mala fortuna de no ser absorbida por una de las “grandes”, MZA o NORTE, lo que habría posibilitado una mejora sustancial en sus tráficos.

No fue de esa manera, y en 1928, la MCP y O fue rescatada, junto a otras líneas, por el Estado, pasando a formar la Compañía Nacional de los Ferrocarriles del Oeste de España. En 1941 se incorporó a RENFE.

Cierre de líneas

En 1984 Renfe se encontraba en quiebra técnica, pues el déficit total de la compañía de ese ejercicio pasaba de los 231.000 millones de pesetas.

El Consejo de Ministros del 30 de septiembre de ese año propone el cierre de unos 3.000 km de vías. Unas se cerrarían al tráfico de viajeros, otras al de mercancías y las restantes a los dos tráficos.

Como la soga se rompe siempre por el punto más débil, las líneas extremeñas y muchos de sus servicios se encontraban en el punto de mira.

Lo único ¿positivo? de lo acordado en el Consejo de Ministros fue que si las comunidades autónomas consideraban que las líneas o servicios propuestos para el cierre eran consideradas de interés general, podrían evitar la catástrofe estableciendo los oportunos convenios con Renfe.

Extremadura y Andalucía así lo hicieron, pero Castilla-León no, por lo que la línea Palazuelo-Empalme, (antes Plasencia-Empalme) a Astorga, de 348 km, fue cerrada al tráfico de viajeros el 1 de enero de 1985, permaneciendo abierta al servicio de mercancías otros 10 años más. La falta de mantenimiento, y el desvío de tráfico por otras líneas, la condenó al cierre total.

Con este cierre, el 1 de enero de 1985, se suspendieron varios servicios de viajeros:

Los regionales correspondientes al trayecto Zafra-Llerena.

Ter Sevilla-Cáceres.

Automotor Sevilla-Badajoz

Ter Ruta de la Plata Gijón-Sevilla.

Rápido Bilbao-Cáceres.

Estas acciones supusieron un duro golpe al ferrocarril extremeño, pues se cortaba  “la transversal”. Cualquier extremeño que pretendiese trasladarse en ferrocarril hasta Salamanca, Zamora… tendría que hacerlo a través de Madrid, con el consiguiente incremento en el tiempo de viaje y en el precio del billete.

De todo esto hace ya más de 30 años. Los extremeños somos capaces de soportarlo todo, sin que aparentemente nos importe demasiado.

Sólo unos pocos seguimos reivindicando la reapertura de esta vía de comunicación, para mí la más importante de todas las que han cruzado Extremadura.

Por supuesto, la nueva línea tendría que trazarse con los criterios ferroviarios propios del siglo XXI.

¿Se apunta alguien a la reivindicación?

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