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De becerros, becerradas y tradiciones

Captura del vídeo de PACMA sobre becerradas en Valmojado (Toledo)

Francisco Molina Artaloytia, profesor de Filosofía

Hace unas semanas los medios de comunicación y las redes sociales nos revolvieron cuerpo y alma con las lamentables imágenes de una becerrada en un pueblo manchego. El ayuntamiento del pueblo en cuestión salió al paso amenazando legalmente a diestro y siniestro por “el honor” mancillado y acusando al Partido Animalista de haber “manipulado” las imágenes. Ya, ahí, perdí el hilo porque no sé qué más habrá ocurrido. Si han prosperado denuncias, si todos se han callado... Sé que en septiembre hay convocada en Madrid una manifestación contra la tauromaquia.

Desde luego, lo que se veía en esas imágenes no debe de ser muy diferente de lo que ocurre en las becerradas que se celebran en muchas partes de este país. El posible aspecto pseudo-sagrado que algunos confieren a las corridas de toros “de verdad” y su relación con la cultura nacional queda muy mal parado si se llama “tauromaquia” a un ejercicio de masacre pública de los cuerpecitos de chotos que todavía mugen llamando a sus madres. Estoy seguro de que muchos “taurinos” han visto esas imágenes con el mismo estupor que las ha visto gran parte de la ciudadanía. No quiero imaginar lo que habría dicho un autor patrio como Pío Baroja (cuyo punto de vista a mí tampoco me parece sostenible).  Pero resulta que los individuos que atravesaban los cuerpos de los terneros jugaban, ya con una edad más que considerable, a emular con esas criaturas lo que acontece en una plaza de toros. Seguramente son los primeros que compran un abono para ir a ver “los toros de verdad”.

Enarbolar que algo sea una tradición para querer mantenerlo a toda costa es un argumento muy pobre. Al mismo tiempo suele ser muy agresivo. Hay tradiciones absolutamente deleznables, como también hay “innovaciones” del mismo talante. Incluso se puede innovar por tradición, o se puede establecer una tradición de continuas novedades conducentes a no cambiar nada.

Hay algo que poca gente sabe. Y es que el toro de lidia, no es una especie. El filósofo Jesús Mosterín nos ha ilustrado sobradamente (a quien quiera, claro). Es totalmente el mismo bicho que da leche a nuestras centrales lecheras. Es una raza seleccionada, por lo tanto obra del hombre, en ningún caso de la Naturaleza (o de Dios). Cualquiera que tenga interés sobre el asunto puede encontrar en Internet información sobrada. También datos sobre las prácticas que se hacen sobre los animales antes de salir a las plazas. Muchos veterinarios ya se han pronunciado al respecto. Especialmente sobre el absurdo infame que proliferó, imagino bien pagado, sobre algo así como a estos bóvidos les gustaba el tema... Vamos... Que se lo pasaban bien cuando los ejecutaban lenta y ritualmente. Lo de los cachorros de toro (o de vaca) para desahogo de las gentes que aparecen en los videos, ya lo dejo a juicio del amable lector o lectora.

Hay una cosa de la que este país, España, estuvo un poco necesitada... y se nota. Eso se llamó Ilustración (lo explica muy bien Jesús Mosterín). Ese movimiento europeo del “Siglo de las Luces” que en Francia, Inglaterra y Alemania adoptó diferentes versiones. Tuvimos algunas “luces” que, más o menos, han quedado para el futuro. Incluso algunos autores ilustrados (ellos pobres... temerosos, pero muy brillantes). En ese avance empezaron a fraguarse acuerdos interesantes. Muchos de ellos tienen que ver con la sensibilidad hacia el dolor humano o el dolor no humano.

Durante la Edad Moderna y parte de la Contemporánea parecía normal, y hasta lo era, el acudir a espectáculos tales como una ejecución pública.  Sobre el trato a los animales ya los británicos empezaron a frenar tales espectáculos y, en España, hubo normativas desiguales. Todo eso aparte, aquí tuvimos un “alzamiento nacional” que bien se ocupó de condenar “la modernidad”, esto es, cualquier rastro de Ilustración. En eso, iba de la mano de una Iglesia católica, que bien haría en lo próximo en disculparse por eso... Ahora deberían mover ficha por el dolor animal. Ya ha empezado Francisco (Papa) hablando de ecología... De hecho aquí tenemos muchos “taurinos” contrarios a Franco. La cuestión no es esa. Es lo de siempre. Vale cualquier cosa para distraer. Como yo me distraigo ahora...

Los que pretendan defender las masacres de prole vacuna, o adultos vacunos, tendrán que explicarlo muy bien a los que no somos capaces de comprenderlo. Los que intentan convertirlo, nada menos que, en “patrimonio inmaterial” de la humanidad, necesitarán contratar investigadores para argumentarlo. Lo que quiero decir, clara y francamente, es que lo que se hace - no sé si legalmente o no - en este país, con los chotos, es vergonzoso, y que lo que se hace con los adultos es una barbarie atemperada con la - también barbaridad - posibilidad de que el animal se pueda defender y provoque una tragedia con un ser humano.

Lo que hacemos con los animales dice mucho de lo que hacemos con nosotros mismos, los animales humanos. De esto algo insinuó Santo Tomás de Aquino, nada sospechoso de perroflauta o izquierdista (perdonen el anacronismo).  El “contra-argumento” de que los que nos consideramos adversarios de semejantes fiestas del dolor también comemos carne, es zafio, absurdo y un absoluto sinsentido.  

Muchos españoles sentimos profunda vergüenza de lo que se hace en este país con nuestros hermanos “no humanos” en cada feria o fiesta. No valen poesías, ni alegatos culturales... Sobre todo cuando los que cogen ese “testigo” son los mismos que se niegan a escarbar nuestras raíces cuando se trata de buscar tumbas de fusilados.... o... dicen que eso es “rescatar rencores”. Historia “selectiva” de España sería la asignatura.

Hay establecida una guerra cultural. Más allá de los resultados electorales, y del afán del partido conservador por defender lo que ya - en todo el mundo - se considera indefendible, es necesario que expliquen su concepción de la belleza, del arte y sobre todo del “dolor” aceptable. Yo me sentiría, al menos, incitado a ello, si lo que me hace estremecer de placer, a otros les hace estremecer de asco y de indignación. Esto lo digo por el empeño del Partido Popular en defender, localmente, lo que produce irritación, globalmente... ¿Tanto les gusta “ir a los toros”? Habría cine de Berlanga que recomendar...

¿Qué se esconde tras el alegato de muchos para conservar una práctica, tanto en sus versiones infantiles (perdón,  becerriles) como en las “serias” parece a medio mundo una barbaridad?  Pues intereses económicos y “pan y circo”. Los mecanismos que pueden hacer que eso sea constructivo de identidad a fomentar me parecen, por lo menos, oscuros. Forma en todo caso parte de nuestra historia... y no de la mejor. Como tantas otras cosas...

En mi experiencia formando jóvenes sobre este tema los pocos “favorables” parecían más bien defender el jarrón de la abuela y pedían una especie de respeto “difícil”. Faltaría más. Respeto. Pero también tradición innovadora ante el dolor. Ya el dolor lo trae la propia vida. No hace falta provocarlo ni celebrarlo... Ahora parece que el tema se convierte en guerra cultural y que desde algunas ideologías se hace necesario ensalzar o denostar la fiesta... Hagamos algo culturalmente superior... evaluarlo con la razón y el corazón.

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