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Antonio Sáez Delgado: “A Fernando Pessoa nunca le interesaron demasiado ni España ni su literatura”

Antonio Sáez

Mercedes Barrado Timón / Mercedes Barrado Timón

El extremeño Antonio Sáez Delgado (Cáceres, 1970), profesor de Filología Hispánica en la Universidad de Évora (Portugal) y ganador del premio Eduardo Lourenço de 2014, acaba de presentar su nuevo libro 'Pessoa y España'. La obra ha sido coeditada por Pre-Textos y la Diputación Provincial de Badajoz y afianza las últimas investigaciones de Sáez Delgado sobre el icónico escritor portugués, elevado a la categoría de símbolo nacional en el país vecino.

Antonio Sáez ya compartió el comisariado de una exposición sobre Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935) y nuestro país, que pudo ser vista en el verano del pasado año en la Biblioteca Nacional de Madrid y también en Lisboa.

Además, su reciente traducción de la conocida obra de Pessoa el 'Libro del desasosiego', va ya por la segunda edición y está empezando a llegar a Latinoamérica. Se trata de una traducción realizada sobre la edición crítica del colombiano Jerónimo Pizarro, que otorga un orden cronológico (y con ello, un nuevo sentido) a los más de 400 fragmentos que forman la obra pessoana. También es traductor de António Lobo Antunes.

En 'Pessoa y España', el profesor Sáez Delgado detalla las relaciones del escritor portugués con los escritores españoles de su época.

-¿Ha caído bajo el embrujo de Pessoa y ya no se puede liberar de él?

-Llevo estudiando a Pessoa unos veinte años y hay veces, como después de este libro, que siento necesidad de liberarme y pasar a otras cosas. En cierto modo se trata de cerrar un ciclo. Yo llevaba muchos años estudiando las relaciones de Pessoa con España y el año pasado hicimos la exposición de la Biblioteca Nacional donde reunimos mucho material. Se trataba de hacer en paralelo el lanzamiento de las obras completas de Pessoa en Pre-Textos, de las que traduje 'El libro del desasosiego'.

-¿Qué datos encontrará el lector en este libro que se añadan a los que ya se incluían en el catálogo de aquella exposición?

-Se va a encontrar muchas cosas. Ese catálogo y los textos que reunía tienen relación con el último capítulo de este libro. Los tres primeros son capítulos diferentes que tienen que ver con las relaciones directas que tuvo Pessoa con aquellas cosas que aparecían con cuentagotas en la exposición, como eran las relaciones con Unamuno, que nunca llegaron a fraguarse; o las relaciones con escritores ultraístas españoles. También hay un capítulo que es una reflexión sobre el cambio del papel de los escritores con el paso del tiempo. Parto del principio de que la imagen que tenemos hoy de Pessoa, que es la de un icono de Portugal en el mundo, no tiene nada que ver con la imagen que tenían de él sus contemporáneos, que era la de un perfecto desconocido. Cuando Pessoa, murió sólo había publicado un pequeño libro de poemas... y porque tuvo enchufe. Un jurado literario donde había un amigo suyo rescató el libro que ni siquiera había ganado el premio. Así que hago una recomposición de cómo va cambiando el gusto literario en el contexto peninsular y cómo escritores que no fueron leídos en su tiempo van creciendo con el paso de los años hasta convertirse, como Pessoa, en el escritor portugués más importante de la historia del siglo XX y, probablemente, de toda la historia.

El proyecto Iberia

-Creo que su relación con los pocos escritores españoles que le conocieron en su época tampoco fue muy pacífica.

-A Pessoa nunca le interesó demasiado la cultura española ni España ni su literatura. Le interesaba más el ámbito anglosajón. Pero si arañamos un poquito en estas frases vemos que la vida de Pessoa está salpicada de momentos de encuentro y relación con escritores españoles o con el ideario político español. Le interesó mucho el proyecto de Iberia y hemos publicado hace poco un libro de textos que se han recopilado en torno a esta idea. Por ejemplo, él defendió la creación de una especie de confederación cultural de todos los estados del espacio ibérico. En cuanto a contactos con los escritores españoles, tiene una especie de sombra que le va a acompañar durante toda su vida y es la de Unamuno. Éste aparece en su vida alrededor de 1910, cuando lee 'Por tierras de Portugal y España'. Unamuno era respetado en Portugal y esa lectura le marca. En 1915, cuando Pessoa lanza la revista 'Orfeo', la más importante de la literatura portuguesa, se la envía a Unamuno esperando que le haga una crítica. Pero a Unamuno no le interesaban los escritores vanguardistas y no le respondió. A Pessoa le quedó esto en la memoria como elemento dañino que va a aflorar cuando, en 1930, lee una entrevista con Unamuno en la que éste decía que todos los escritores españoles (catalanes, vascos, gallegos y castellanos) deberían escribir en castellano si querían tener más lectores. Pessoa aprovecha entonces para una especie de ajuste de cuentas intelectual y dice que, en todo caso, él preferiría escribir en inglés para que su universo de lectores fuera mayor aún. Unamuno y Pessoa jamás llegaron a encontrarse, pero sí lo hizo con un ultraísta español, Adriano del Valle, al que le va a ocurrir lo contrario que a Pessoa: en los años 40 y 50 fue reconocido y condecorado pero, tras su muerte, es un nombre desconocido que nadie recuerda. Él tuvo un cargo cultural importante durante el régimen de Franco, que le hizo adquirir estatus público como uno de los grandes poetas del régimen.

-Pessoa murió en 1935, ¿se puede deducir por qué bando se habría decantado en caso de haber conocido la guerra civil española?

-Es una pregunta interesante y de difícil respuesta. Hace tan sólo unos meses se acaba de publicar en Portugal un volumen muy grande con todos los textos que Pessoa escribió sobre dictaduras, fascismo y libertades políticas. Sobre Pessoa siempre ha flotado como especie de fantasma la idea de que él fue proclive a los autoritarismos o que no era demasiado democrático en el sentido de que pensaba que una mente privilegiada dirigiría mejor los destinos comunes que una democracia. Sin embargo, la lectura conjunta de estos textos nos permite darnos cuenta de que, por encima de todo eso, había un librepensador que valoraba la libertad individual por encima de cualquier cosa. Pessoa llega a escribir un poema dedicado a Primo de Rivera y coquetea en algunos momentos con pensamientos totalitarios, no tanto con Mussolini como con Primo de Rivera o Salazar. Pero hacia finales de los años 30 se va distanciando y coloca por encima de todo el librepensamiento. En cualquier caso, y lo puedo afirmar en contra de cualquier duda, él hubiera reaccionado radicalmente en contra de la violencia porque ni su obra ni su pensamiento soportaban ninguna sombra que justificase la violencia. En España vivió, entre 1927 y 1932, Almada Negreiros, que es uno de sus grandes amigos y que mantuvo una posición muy ambigua con el régimen de Salazar, pero a su vez también critica algunas de las posiciones tomadas en España. El tema de la guerra civil desde el punto de vista de la literatura y de las artes es muy complicado. Ahí está el caso de Adriano del Valle, que era uno de los hombres fuertes de la política cultural de Franco y que, con el caso de Lorca, se hartó de escribir qué cómo eran posibles los crímenes que se estaban cometiendo. Luego está ese tercer bando de los que tuvieron que sobrevivir y que son conocidos como 'la resistencia silenciosa'.

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