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El Museo Thyssen muestra en Madrid a un Zurbarán maestro del color, más allá del misticismo

EL Thyssen muestra a un Zurbarán maestro del color, más allá del misticismo

EFE

Mostrar a un Zurbarán maestro del color, moderno y con importantes novedades, más allá de la imagen de misticismo y recogimiento que posee la obra del maestro del Siglo de Oro español es el objetivo de “Zurbarán: una nueva mirada”, que se inaugura este martes, día 9, en el Museo Thyssen-Bornemisza.

Una muestra abierta hasta el 13 de septiembre que plantea una revisión actualizada de toda la vida del pintor, desde la perspectiva de los descubrimientos y estudios realizados en las últimas décadas y que han venido a enriquecer el conocimiento de este artista, quien hasta ahora ha sido poco conocido fuera, salvo en Francia, “donde le han querido mucho”.

Así lo han explicado las comisarias, la historiadora francesa Odile Delenda, gran experta en Zurbarán y autora del catálogo razonado, y Mar Bororia, jefa del área de Pintura Antigua del Thyssen, quienes han estado acompañadas por Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen.

Según Delenda, Zurbarán fue tan moderno que se pasó de moda. “En el XVIII se olvidaron de él; luego los románticos franceses se entusiasmaron con él e hicieron que fuera la figura central de la pintura española”, ha explicado la comisaria, para quien Zurbarán no es solo un pintor religioso, sino también un “pintor de lo cotidiano”. “Transformaba lo cotidiano en religioso”, añade.

La última exposición sobre Zurbarán celebrada en Madrid fue en 1988 en el Museo del Prado. También se han hecho exposiciones pequeñas dedicadas a aspectos concretos, pero, salvo en Sevilla hace diez años, ninguna ha sido tan amplia como la que desde mañana se exhibe en el Thyssen, que da una visión completa del artista, según Borobia.

La muestra reúne 63 obras en su mayoría de gran formato, incluidas sus más recientes atribuciones, y algunas de ellas nunca vistas en España; otras, recientemente recuperadas; y algunas piezas restauradas para la ocasión.

La exposición, que tras su paso por Madrid, viajará a Alemania, al Museum Kunstpalast, de Düsseldorf, tiene un orden cronológico y se ha centrado en primer lugar en la obra autógrafa de Zurbarán, con piezas destacadas de distintas épocas y algunos de los grandes conjuntos que realizó a lo largo de su carrera.

Con este planteamiento, el visitante se encontrará con espacios dedicados a las comunidades religiosas, junto a otros donde se contemplan obras individuales destinadas a la devoción privada, incluyendo en mitad del recorrido las novedades.

Una de ellas, la sala dedicada a lo bodegones y naturalezas muertas, en las que se exponen obras de Zurbarán y su hijo, Juan, que murió de peste a los 29 años, “un gran pintor”, según Delenda.

Otra, la dedicada al taller, a su obrador, donde Zurbarán trabajó mucho, junto con los artistas con lo que colaboraba.

La exposición muestra que el pintor del Siglo de Oro español no fue solo un pintor de monjes ni es solo la imagen del misticismo y el recogimiento. Realizó muchos encargos pintados en su taller con la ayuda de numerosos artistas y también colaboró en la decoración del Salón del Reino del Palacio del Buen Retiro, como Velázquez, “quien le hizo sombra”.

Fue un “maestro del color”, subraya la comisaria Delenda, que ha señalado que los prestamos de las obras proceden de colecciones y museos españoles, europeos y americanos.

Hijo de comerciante acomodado, Francisco de Zurbarán nació en Fuente de Cantos (Badajoz) en 1958 y se formó en la Academia de Sevilla. Tras trabajar en Llerana (Badajoz), donde recibió numerosos encargos tanto de particulares como de congregaciones religiosas, se estableció en Sevilla en 1629 y aquí trabajó para las órdenes religiosas más importantes.

Tras su paso por Madrid en 1634, vuelve a Sevilla un año después y trabaja para el mercado americano, concretamente para Lima y Buenos Aires.

En 1658 volvió a Madrid en plena madurez y en esta época su obra va evolucionando hacia una pincelada más suave, con tonos claros y las tonalidades de sus figuras mucho más luminosas. Murió el 27 de agosto de 1664 en la capital.

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