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“No hay que gastarse 150.000 euros en Woody Allen cuando tienes plazas sin cubrir en la Orquesta de Extremadura”

Joaquín Fernández, violonchelista, primer extremeño en formar parte de la Orquesta Nacional

Rocío Sánchez Rodríguez

Fue uno de los músicos más jóvenes de la Orquesta de Extremadura (OEx) y ahora se ha convertido en la voz pacense de la nacional. Joaquín Fernández Díaz, violonchelista de 30 años, ha respirado ritmo y afinidad desde la infancia gracias a la influencia de su padre, y desde hace apenas dos meses es el primer y único extremeño que forma parte de la Orquesta y Coro Nacionales de España, una meta que muy pocos alcanzan.

Cuenta que ya había tocado en este prestigioso organismo como personal de refuerzo, pero ahora tiene su plaza de continuo, “aunque todavía debo pasar un periodo de prueba de seis meses”. Después del duro esfuerzo, vive con ilusión esta nueva etapa, que ha conllevado dejar Badajoz para instalarse en Madrid.  

-Primer y único extremeño en la Orquesta Nacional.

-Estoy muy contento. La música es mi vida. Me viene de familia, desde muy pequeñito mi padre nos guió y también tengo un hermano que toca el violín. Ahora toca vivir nuevos retos. Yo tenía mi trabajo en Extremadura, muy cómodo, pero la Orquesta Nacional tiene un nivel de presupuesto, directores y repertorio que en Extremadura no hay. Siempre quieres aspirar a tener más opciones. Aquí somos 120 personas en algunos programas, en plantilla unas 90, mientras que en la Orquesta de Extremadura son 55, básicamente la mitad.

-¿Qué le ha parecido que la Junta haya potenciado a Woody Allen y Pablo Alborán?

-Me parece muy bien que venga gente con nombre, a mí personalmente Woody Allen tocando el clarinete no me gusta, como cineasta sí. No obstante, siempre será enriquecedor que venga gente, pero que eso siempre vaya acompañado de una apuesta por la base, primero crea una base sólida y luego ya sigues, no empieces la casa por el tejado. Porque lo importante está debajo de la pirámide, que no se puede quedar sólo con las migajas. No hay que gastarte 150.000 euros en un concierto cuando tienes a los conservatorios y escuelas de música sin profesores, o plazas sin cubrir en la Orquesta de Extremadura.

-Ha pasado por la Orquesta Joven de Extremadura, la Joven Orquesta Nacional, la Orquesta de Extremadura, ahora la Orquesta Nacional… ¿Cómo empezó todo?

-Yo siempre he tenido claro que quería dedicarme a la música. Cuando tuve edad entré en el conservatorio. Hice el grado elemental y el medio en Badajoz y elegí el violonchelo porque me gustaba mucho. Después me fui a San Sebastián a estudiar el superior, con dos profesores estupendos que se llaman Asier Polo y Damián Martínez. Luego viví un tiempo en Suiza también, estuve estudiando en Zurich. Mientras estudiaba tuve mi primera experiencia profesional en la Orquesta Joven de Extremadura, que me despertó del todo el gusanillo. De hecho, fuimos una generación muy especial y todavía somos amigos, fue un cambio radical en cómo veíamos la música e hizo que muchos nos decidiéramos a dedicarnos a ella de manera profesional. Después también toqué con la Joven Orquesta Nacional, que es como la ‘sub-23’ del fútbol, hacen pruebas cada año y se va renovando la plantilla. He estado muchos años en la Orquesta de Extremadura pero en cuanto salieron las pruebas para la Nacional pensé que quería hacerlas.

-¿En qué consisten esas pruebas?

-Es como si te preparas unas oposiciones. Estás encerrado estudiando. La prueba en sí consta de dos fases. En la primera tocas detrás de una cortina, para evitar posibles casos de enchufismo, durante sólo cinco minutos. Para esa fase había en la lista algo más de cien pero nos presentamos unos setenta. Pasamos diez a la segunda fase. En esa segunda ronda ya tocas sin cortina y durante 15 minutos. Tienes un repertorio específico que es para todos el mismo.

-¿Cuáles son las claves para destacar frente a los demás?

-En las pruebas de orquesta hay aspectos que son básicos: ritmo, afinación… Eso hay que dominarlo, pero aparte debes tener un plus personal, una aportación tuya. Es muy complicado porque en cinco minutos estás de los nervios y tienes que tenerlo todo muy bien preparado para que esos nervios te afecten lo menos posible. Por eso hay un trabajo de constancia que es fundamental y cada uno al final tiene su voz y su particularidad, que puede gustar más o menos. Yo cuando ha estado en algún tribunal, que me ha tocado estar alguna vez, tú escoges a las personas en función del que mejor lo haga, pero también el que más te guste.

-¿Cuánto tiempo de ensayo hay que dedicarle a estas pruebas?

-Me puse seriamente unos seis meses antes y sacaba todo el tiempo que podía, seis o siete horas al día. Todo el tiempo que tenía fuera de mi trabajo era para preparar las pruebas.

-Quien se dedique a la música ha de tener claro que hay que renunciar a muchas otras cosas, ¿no?

-A nosotros también nos gusta salir, comer y beber, como a todo el mundo. Pero muchas veces no puedes. Sobre todo cuando eres adolescente y quedan todos tus amigos para salir, tú tienes que decir que no puedes porque tienes ensayo… Pero bueno, lo haces con gusto. La música, aparte de trabajo y salario, me aporta muchas satisfacciones. Pero te exige mucho. Es como el deportista que está dos días sin entrenar y ya no corre igual.

-Vivir de la música, sobre todo en los tiempos que corren, parece más bien una utopía que una realidad. ¿Qué salidas profesionales hay?

-En la cúspide está ser solista, pero es una carrera muy sacrificada y hay muy poquitos que puedan vivir de dar conciertos. Eso sí que es vivir por y para la música. Luego está la vida orquestal, que es muy satisfactoria y completa porque haces mucho repertorio y tocas con mucha gente. También existe el músico de cámara. Y luego siempre está la enseñanza, a quien le guste dar clase es una salida muy bonita.

-¿Cómo está el panorama en Extremadura?

-Han cambiado mucho las cosas en los últimos veinte años, sobre todo por el conservatorio superior, que siempre ha sido una referencia a nivel regional y cada vez lo es más a nivel nacional. Viene mucha gente de fuera a estudiar a Badajoz y eso va creando un ambiente muy rico. También ha sido muy importante la creación de la orquesta y la orquesta joven, porque sin ellas ni yo ni mucha gente de mi generación hubiéramos salido como músicos profesionales. Pero es un camino muy lento y depende de administraciones que quieran apostar por la música. Realmente lo que más echo en falta es una apuesta clara y definida por la música, tanto clásica como de cualquier tipo, por parte de la Administración. Por otra parte, las sociedades filarmónicas de Badajoz y Cáceres hacen muchos conciertos, hacen muchas más actividades de lo que la gente piensa, y por Extremadura pasa gente muy buena, pero no salen en la foto.

-¿Cuál es la salud actual de la Orquesta de Extremadura?

-A nivel artístico creo que goza de una salud muy buena, los compañeros son fantásticos y el director es muy buen músico. Pero hace falta que se apueste de una manera clara y decisiva por la OEx. Hay que dotar de un proyecto a largo plazo a instituciones como ésta.

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