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“La décima musa”: la igualdad frente a la versión machista de los clásicos

"La décima musa": la igualdad frente a la versión machista de los clásicos

Alberto Santacruz

Considerar a Peristera como la décima musa, aquellas divinidades inspiradoras de numerosas artes en la historia clásica, supone elevar la igualdad de genero a lo más alto de la armonía en cualquier esfera de la sociedad... y es obvio que es de justicia, como lo es que Paloma San Basilio la represente.

Peristera (paloma, en griego) es “La décima musa”, el espectáculo que este jueves levantó el telón del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, que, si bien no precisa de sogas para elevarlo, si exige ofrecer una buena programación -que la tiene-, especialmente cuando ya cumple 62 años de historia.

Estamos ante una musa, la que hace la número diez tras las nueve que fijó la antigüedad, que es contestataria, reflexiva y bastante beligerante con la visión masculina que siempre ha imperado en los textos clásicos, donde el hombre aparece como un héroe (véase Ulises y Aquiles, entre otros muchos) mientras que la mujer es perfilada como un alma en pena (Helena se dejó raptar, Antígona se ahorcó y Fedra, que se quería morir porque Hipólito no la hacía caso).

¿Y si la historia y los mitos desdibujaron las realidades para decantar la balanza hacia el hombre? ¿Fue realmente un rapto lo de Europa? ¿Surgió Galatea de una escultura tras ser besada o decidió ella cuando surgir?.... son dudas y cuestiones que “La décima musa” ha puesto encima de las piedras del Teatro Romano emeritense.

La otra cara de todas estas historias, la que se ha mostrado esta noche, la eleva a su máxima expresión Paloma San Basilio, que en esta obra, que camina entre el musical y el teatro clásico, canta, interpreta, y dibuja lirismo en cada tonalidad y gesto.

Acompañada por David Ordinas e Ignasi Vidal, figuras consagradas de los musicales que aquí lo bordan, San Basilio interpreta el papel de una mujer -una musa- que está en desacuerdo con la versión habitual y masculina de los textos mitológicos.

Irrumpe en el escenario cuando Baco y Apolo (Vidal y Ordinas) charlan y hasta se vanaglorian del potencial del hombre en historias como la de Pigmalión y Galatea, Júpiter y Europa, Antígona y Creonte, la Guerra de Troya, así como de Fedra, Hipólito y Teseo. Peristera, cansada del carácter “pasivo” y “subsidiario” que los personajes femeninos tienen en esas historias, rebate a ambos hijos de Júpiter.

Para ello utiliza el texto escrito por Guillem-Jordi Graells y canciones de musicales conocidos por el público. Puede parecer un puzzle difícil de encajar, pero Graells y el director de la obra, Josep María Mestres, con la dirección musical de Juan Esteban Cuacci, han acertado de lleno.

Han sabido extrapolar la temática de los mitos clásicos, con el nuevo prisma femenino, a través de temas que fueron y son claves en el éxito de musicales como “My Fair Lady”, “El hombre de la Mancha”, “La bella Helena”, “Las ranas”, “La bella y la bestia” y “Jekyll y Hyde”, entre otros.

Con once músicos sobre el escenario, la voz de Paloma San Basilio convive con piezas de Stephen Sondheim, Kurt Weill, Frederick Loewe, Jacques Offenbach, Stephen Sondhei o Mitch Leigh. A modo de ejemplo, “My ship” y “I've grow acostumed to her face”, dos temas de “May Fair Lady”, en la que una florista callejera de Londres consigue con la ayuda de un profesor acercarse a la alta sociedad, sirven para adentrarse en el mito de Pigmalión y Galatea. Pigmalión, rey de Chipre, cansado de buscar una esposa de belleza perfecta, decidió esculpir una estatua de mujer de extraordinaria hermosura.

Tal fue la perfección de la misma, que invocó a la diosa Afrodita para que diera vida a la figura esculpida. Un día, tras besar la boca de la estatua, ésta -de nombre Galatea- cobró vida. “Eres obra mía y debes obedecerme”, afirma Pigmalión. “Agur”, le contesta Peristera en tono de humor pero decidida a no pasar por el aro. “Si es un sueño” y “Yo no soy culpable”, dos canciones del musical “La bella Helena”, dan cobertura a la idea de que esta última no fue culpable de la Guerra de Troya.

Una pieza de “La Bella y la Bestia” y otra del “Hombre de la Mancha” sirven para reflexionar sobre el episodio del rapto de Europa por Zeus, quien para ello se transformó en toro. “Mientras yo viva, ninguna mujer impondrá su ley”, sostiene Creonte. Palabras vanas para Peristera, que se erige como la musa de la igualdad y que el hombre optó por olvidarla. Una igualdad que esta noche ha cruzado epopeyas, mitos y el espacio-tiempo, y eso en el Teatro Romano de Mérida es mucho decir.

Estuvo el ministro de Cultura

El presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, destacó anoche la importancia del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida como evento que permite a la ciudad convertirse en referente cultural de la vida de España a lo largo de los próximos meses.

Vara asistió junto al ministro de Educación y Cultura, Iñigo Méndez de Vigo, al estreno de la obra “La Décima Musa” que ha inaugurado la programación de la 62º edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida.

El jefe del Ejecutivo regional valoró el “magnífico” plantel que el empresario del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, Jesús Cimarro, ha preparado para esta edición.

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