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Opinión - El pueblo es quien más ordena todavía. Por Rosa María Artal

La persona ganó al personaje

Javier Casado

La persona (Vara) ha vencido al personaje (Monago), pese a la campaña personal y presidencialista de éste último, huyendo despavorido de las siglas de las que se amamanta y a las que sin duda regresará gozoso para amarrar un asiento provisional en el Senado (que permutará por otro en el Congreso a poco que las circunstancias le permitan dar el típico salto a la política nacional, propio de todos los presidentes regionales que en el PP han sido).

Ha ganado la solidaridad, la cercanía a los problemas reales de los extremeños, el saber ponerse en la piel de los demás, el sentido común, el valor de las cosas y no su precio, frente a las ocurrencias sin fin de una factoría que lo desconoce todo acerca de la realidad social extremeña. Equiparar a los extremeños con los norteamericanos en materia electoral, es desconocer que ellos llevan más de doscientos años en democracia y nosotros apenas cuarenta; que USA es la mayor potencia económica del mundo y Extremadura una de las economías más débiles de la Unión Europea.

Lo que ha pasado se veía venir desde el principio y muchos lo hemos ido poniendo de manifiesto en sucesivos artículos de opinión: El primer error de Monago fue creer que había ganado las elecciones gracias a su campaña de marketing, en lugar de a un tsunami llamado Zapatero que arrasó toda la España socialista, y que va a ser casi igual al tsunami llamado Rajoy, que destruirá la popular.

El segundo, dejar en manos de la vicepresidenta y de su jefe de gabinete (a la par que “consejero de ocurrencias”), la elección y designación de todos los cargos públicos. La parejita, con una osadía y prepotencia solo superadas por su incompetencia, purgaron listas y nombres, pusieron en marcha el filtro del miedo al pensamiento crítico, optando por personas maleables y poco dadas a la discrepancia. Se olvidaron de la experiencia de los suyos, de muchos alcaldes y concejales con años de gobierno municipal, apostando por amiguetes. Así les ha ido: Pese al sinnúmero de patochadas que nos han exhibido o le han obligado a hacer, nadie parece haberle dicho a Monago el ridículo que estaba haciendo.

Tras formar un gobierno de afines al presidente, se inició la era “digital”, sucediéndose una serie de nombramientos “a dedo” más propios de pasadas etapas de enchufismo que de una nueva forma de hacer política. Se demostró así que eran la misma clase de canes, pero con diferentes collares. El discurso que el PP había defendido durante 28 años en Extremadura estallaba víctima de su propia incoherencia y de los intereses personales de sus protagonistas. La posterior retahíla de insensateces paridas en cada Consejo de Gobierno solo ha evidenciado la nula capacidad de sus miembros para hacer política con mayúsculas.

A Monago, Teniente y Redondo hay que reconocerles sin embargo un gran mérito: Que Vara se haya llevado muchos votos de antiguos votantes del PP. La gratitud del PSOE sea siempre con ellos, aleluya, aleluya. Y, ojo, que Monago ha aguantado el tirón por la aún incipiente presencia de Ciudadanos que, con más tiempo de maduración, le hubieran dejado en 24 escaños como máximo.

Los extremeños hemos pasado de comprar las motos que Monago nos ha querido ir vendiendo, porque nos importa más el cierre de un centro de salud que el rap; o que se pague a tiempo la renta básica antes que bajar el IVA de los gimnasios; o que haya más becas de estudios y transportes en vez de que nos enseñen hip-hop, isa canaria o silbo gomero.

Ha sido el triunfo de la humildad y la solidaridad frente a la soberbia y al despotismo; la política a favor de las personas, en lugar de la gran banca o los lobbies; el discurso pegado al terreno, frente a la fanfarria hueca y pomposa. La vicepresidenta y el ocurrente nos han faltado al respeto a todos los extremeños, al creer que, a través de su sarta de pamplinas de mercadotecnia, le a íbamos comprar el producto solo por su aspecto exterior, por su envoltorio, y no por sus valores internos. Las urnas les devuelven a la realidad.

La incógnita a resolver será, sin duda, el papel que está llamado a desempeñar Podemos. Si sus objetivos políticos para Extremadura van dirigidos a paliar la situación de los más débiles y a provocar cambios no excesivamente virulentos, habrá puntos de encuentro entre Jaén y Vara. Si, por el contrario, se empecinan en plantear medidas de corte neocomunista ya muy superadas, lo pagarán en las próximas elecciones.

El papel de Ciudadanos, además de la consolidación de su estructura interna en nuestra Comunidad y de su maduración, debería ir encaminado a intentar llevar a la práctica sus propuestas programáticas, que sin duda resultan muy atractivas para los desengañados de la política a la antigua usanza.

Monago y sus corifeos han comprobado, en propias carnes, que la felicidad nunca es completa: Un día te levantas creyéndote una alta magistratura de la región y al siguiente deja de sonarte el móvil. Crees que puedes disponer de las vidas ajenas sin pagar un precio y, pasados los años, lo pagas, ya que nadie recuerda quién eras ni qué cargo ocupaste. Así de efímero es el marketing y el éxito. Sic transit gloria mundi.

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