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Consiber se desmantela

Pablo Sánchez / Pablo Sánchez

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A los niños de cuando entonces, en las Vegas Altas, nos salieron los músculos descargando tractores y arrojando cajas de tomate a las cintas transportadoras de Ignasa y Consiber. Tomate, sudor, cansancio, esperanza, tal vez.

Eran fábricas nuevas y al llegar el calor el tomate rojo llenaba caminos, carros, adoquines y parcelas; entonces, las fábricas nuevas se llenaban con centenares de mujeres, de hombres, y de muchachos novatos en todas las lides, casi niños.

Eran tiempos de creer que las fábricas llegaban por fin a este parte del mundo; y con las fábricas venía también el pan, el empleo estable, los estudios para los muchachos, la riqueza un poco, solo un poco, repartida.

Los viejos campesinos socialistas y anarquistas que nunca vieron su reforma agraria pensaron que tal vez sus nietos tendrían por fin una fábrica para trabajar y se acabaría esa humillación de acudir cada lunes a la plaza del pueblo en busca de un capataz que dijera ven.

Luego llegaron unos y otros y nos dijeron que el futuro de esta tierra estaba en la industria agraria, en la comercialización, que nuestros productos del campo eran los mejores del mundo, que éramos una promesa cargada de futuro…

Y así, tantos años después, Consiber ha comenzado a ser desmantelada. El sudor de los jornaleros y los niños ya no mancha los suelos rojos. Ah, los niños ya no trabajan en las fábricas. Eso está muy mal. Ahora los niños van a la escuela, a la universidad y luego se van al paro (60% tasa de paro juvenil) y los mejores vuelven a emigran (10.000 se fueron el año pasado). La industria agraria apenas aporta al PIB regional más que un miserable 3% .. El buque insignia del campo extremeño, Acorex, se muere por una mala gestión y unos malos políticos.

Llagamos tarde la revolución industrial y el cierre de Ignasa y Consiber podría ser un símbolo de lo efímera y raquítica que resultó aquí esa industrialización, un final de etapa, una pancarta que señala un cambio de era. Ahora vamos de convidados de piedra a la revolución digital, que de momento no es más que la máscara de un capitalismo feroz y especulativo, de rapiña y descaro.

Consiber cierra. Extraña quedará la fábrica inactiva. En los pueblos de las Vegas, los parados ya no esperan la llamada del capataz. Irán al Sexpe, y volverán a casa con las manos vacías.

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