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Denuncia para el Ayuntamiento de Plasencia y confedreación del Tajo por la tala de más de 300 árboles en el Jerte

Uno de los árboles talados en la ribera del Jerte en Plasencia

Jesús Conde

El río Jerte a su paso por Plasencia se ha visto desprovisto de cientos de árboles. En su mayoría son alisos, una especie ribereña autóctona, pero también hay acacias de tres puntas, introducidas en el territorio siglos atrás.

El paisaje ha quedado desnudo y los hechos ya han sido denunciados ante el Seprona. La Sociedad Zoológica de Extremadura ha denunciado que el Ayuntamiento placentino y la confederación del Tajo se han deshecho de al menos 300 ejemplares completamente sanos, que a su juicio no causaban ningún problema de seguridad para los viandantes.

Apuntan a que puede haber un delito medioambiental porque estas talas “indiscriminadas” entran en conflicto con la ley de conservación y la regulación de riberas. Denuncian además la destrucción del hábitat de especies protegidas como el autillo y el murciélago, habitantes de las oquedades de unos árboles que ya no están.

“Se han eliminado árboles sanos y que no acarreaban peligro sin ningún criterio técnico. Lo que nos queda por saber es si todos los árboles cortados sanos habían sido marcados, quién tomo esa decisión y el porqué no se tuvo en cuenta el criterio de protección para muchas especies protegidas”.

Tras la apertura de las diligencias los conservacionistas esperan que la Fiscalía de Medio Ambiente se haga cargo del caso. “Porque si no estamos lanzando un mensaje: todo el mundo puede hacer lo que le dé la gana sin ningún tipo de criterios”, apunta Antonio Castellano, de la sociedad zoológica.

La sociedad destaca que tiene el respaldo de reconocidos botánicos extremeños y muchas otras personas, que también han denunciado el abuso y la falta de criterio. Árboles totalmente sanos según apuntan en su denuncia, de entre 50 y 60 años que en su mayoría miraban hacía el río, y por lo tanto no causaban ninguna molestia o peligro.

En todo caso, y atendiendo a su mantenimiento, indican que una buena gestión no implica una tala indiscriminada --que algunos ya han denominado el ‘arboricidio’ de Plasencia--. Sino podas de mantenimiento anuales o cada dos años. Unos trabajos que a su juicio hubieran solucionado el problema.

A juicio de este colectivo conservacionista el derribo no puede justificarse bajo el argumento de la limpieza del río, cuando hay una presa de por medio, de manera que ya no hay crecidas que limpien el cauce de manera natural. Los trabajos tienen que estar planificados en todo caso.

Advierten que esta tala puede tener más efectos, por ejemplo la erosión, y un elemento antropológico determinante: se le ha arrebatado a la gente de las sombras. “El personal de un ayuntamiento se hace eco de las molestias que puede tener la gente que pasea por allí, sin darse cuenta que ha desprovisto de sombras, ocasionando ahora sí verdaderas molestias”.

“Ver la orilla se te cae el alma al suelo, en pleno siglo XXI, cuando podríamos haber aprendido de muchas cuestiones, de crear parques y jardines sostenibles, crear riberas que juegan un papel ecológico en la conservación de los ríos. Se te cae el alma cuando no se tienen en cuenta criterios ecológicos, antropológicos o de conservación”.

La Sociedad Zoológica ha recibido como respuesta hasta ahora a la tala la presencia de un informe de una empresa privada, encargado por el ayuntamiento. Lamentan que no se ha tenido en cuenta la voz de las asociaciones. Colectivos que como el suyo trabajan con universidades, se dedican a la investigación. “Dentro de las asociaciones conservacionistas hay gente muy profesional y muy capacitada para que cuando pasen cosas como estas se nos tome en cuenta, se nos pregunte sobre las colonias y nidos, se haga de manera consensuada y seria”.

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