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La Junta avanza en la protección de la antigua prisión de Cáceres, un referente de la lucha antifranquista

Antigua prisión de Cáceres / Foto: José Luis Gibello

Jesús Conde

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La Dirección General de Patrimonio avanza en la declaración de la antigua prisión de Cáceres como Bien de Interés Cultural.

Se trata de uno de los mayores referentes de la resistencia antifranquista, por el que pasaron miles de presos políticos, intelectuales y una amalgama de republicanos. Una década más tarde de su cierre definitivo, las instalaciones presentan un estado ruinoso.

Fuentes de la Consejería de Cultura informan de que se han remitido los informes técnicos correspondientes al Ministerio de Cultura dentro de una consulta para aclarar las competencias del mismo, debido a la titularidad estatal del inmueble.

Así, una vez recibida la confirmación por parte del Ministerio de Cultura sobre la administración competente para valorar la incoación como BIC se proseguirá con la tramitación.

Un lugar de la memoria

Nadie pone en duda que Mauthausen debe permanecer en pie para recordar el holocausto, porque forma parte de la historia, y lo mismo debe ocurrir con uno de los pocos penales del Franquismo que sigue en pie.

Esta es la idea que transmiten los colectivos de memoria histórica, que exigen la recuperación del edificio y su conversión en un lugar de la memoria antes de que se deteriore más y sea demasiado tarde.

La Asociación Memorial en el Cementerio de Cáceres (Amececa) defiende que las instalaciones deben pasar a ser propiedad de todos los cacereños y convertirse en un espacio sociocultural, pero también un lugar de recuerdo de los presos franquistas, al igual que ya se ha hecho con otros penales como el de A Coruña.

La prisión

Las paredes del penal albergaron una agitada vida cultural y de militancia, con la presencia de presos llegados de todos los puntos del país, y que comenzó a construirse en 1934.

Conforme al empeño de la ministra Victoria Kent de 'humanizar' los centros penitenciarios. Supuso un avance social sacar a los presos y presas de la miseria y el hacinamiento. De hecho se concibió como un edificio higiénico, sin oscuridades ni humedades, con agua corriente y luz eléctrica, de mayor capacidad y seguridad…. lo que suponía un importante cambio.

Cuando la ciudad pasa a manos de los golpistas en el 36 se convierte en un penal de presos políticos, llegando a albergar hasta 10 veces más reclusos de lo proyectado, explica desde Amececa José Hinojosa.

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