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Del Orgullo, el “WorldPride” y los orgullos

González Molina finaliza el rodaje de un documental sobre el World Pride

Francisco Molina Artaloytia, profesor de Filosofía y Secretario del Centro Iberoamericano de Estudios sobre Sexualidad

Aparece en el diccionario de la Real Academia Española que “orgullo” es «arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas». En la definición de diccionario aparecen, pese a lo “disimulable”, conceptos que no son nada halagüeños (arrogancia, vanidad, exceso…). Nos sirve esto como impagable preámbulo para una reflexión sobre el absolutamente mediático World Pride que ha empapado la vida madrileña los días pasados. Las fiestas del “Orgullo gay” (LGTBI) en la capital de España hacía tiempo que se habían convertido en una celebración pluralista y que acogía a muchos madrileños independientemente de su identidad u orientación sexual. Algún amigo, muy desvinculado de las luchas LGTBI, me reconocía algo así que era como el “fiestón del centro”.

En los medios de comunicación se ha hecho un tratamiento amplio, que no he seguido de forma muy exhaustiva porque me encontraba en un breve periodo de vacaciones. Me ha gustado ver cómo se hacía alusión y referencia directa a la situación de las personas con una sexualidad “no mayoritaria” en muchos países donde son perseguidos, encarcelados, ejecutados y hasta torturados (sin que estas “lindezas” sean incompatibles entre sí). También he seguido a algunos amigos y amigas, algunos muy vinculados a los estudios sobre “homosexualidades” y sus reflexiones, más bien informales, sobre todo esto. Y, por supuesto, también he asistido a quienes, incluso “desde el respeto” difundían, con ansia, la típica imagen más “incorrecta” para intentar descalificar el evento. De hecho, algunas de las fotos creo haberlas visto por ahí hace mucho con lo que dudo que tuvieran que ver con esta “convocatoria”.

Pasada la necesaria purificación de la “resaca”, de toda fiesta, especialmente con estos calores mediterráneos, creo que es necesario hacer alguna puntualización. En primer lugar se refiere al término, eso que parece molestar a muchos “detractores” de una fiesta como esta. En el fondo se debe a una traducción turbia. El “Orgullo gay” tiene origen anglosajón. Y “Pride” en inglés, tiene más acepciones, que de hecho – están incorporadas en la práctica en el uso del español. Así, si consultamos el diccionario on-line de Cambridge, están las acepciones siguiente de las que hago traducción libre: satisfacción por los logros personales o de los cercanos, el respeto –individual o colectivo- por uno mismo o por su comunidad, y por último en sentimiento de “superioridad” respecto a los demás. Esto, a todas luces, no está recogido en la acepción de nuestro DRAE. Tampoco los angloparlantes tienen una Academia que “limpie, fije y dé esplendor”.

Y bien cierto que es que las personas homosexuales, transexuales, transgénero, bisexuales y todas las que se quieran alojar bajo una categoría que, en tiempos, era motivo de exclusión y persecución en sus contextos, sientan satisfacción personal y colectiva por los logros alcanzados y les sea necesario, como seres humanos, consolidar el respeto por sí mismos. La baja autoestima que se vive en una “adolescencia diferente” puede arrastrarse toda la vida. Nadie, absolutamente nadie de los que se manifestaban o acudían a la fiesta, tendría – imagino- ningún sentimiento de superioridad hacia nadie.

El comentario jocoso, el chiste maltraído, la “sospecha” de ser alguien oscuro, es algo que, por desgracia, se puede seguir percibiendo en el día a día de las personas que han optado, o son, “diferentes” según una regla de medir ancestral que hace tiempo ha demostrado que no mide nada y, lo poco que mide lo mide mal. La sexualidad, está bastante claro, es una cuestión de grises claros y oscuros. Prácticamente hay una “sexualidad” para cada persona y nuestras clasificaciones contribuyen a aclarar o “aclararnos”, incluso nos dan las herramientas para ello, pero siempre serán potenciales instrumentos de exclusión y de control. Lo que clasificamos incluso nos define o nos produce… Pero esto es más complicado de explicar ahora.

El caso es que sigue siendo más que necesario dar una bocanada de fiesta y visibilidad a personas que, en su día a día, pueden tener que tragar auténticas “ruedas de molino”. Y el escándalo para los inocentes, para el que Alguno mucho más importante que yo mandó usar esas “ruedas” como ayuda para la inmersión acuática, no está en algún cuerpo desnudo o alguna broma de discutible buen gusto que pueden aparecer en los medios. El escándalo está en no respetar a las personas como son, en acosarlas, en condenarlas a la exclusión, en negarles derechos básicos como pueden ser asistir en la enfermedad a la persona o personas a quien estás vinculado sin forma recogida “por la Ley”. Capítulo aparte el hecho de que parte importante del acoso escolar tiene que ver con cuestiones de género u “orientación sexual”… No es ninguna broma, es algo que “mata”.

A los que condenan la fiesta por esas imágenes y las difunden, me gustaría recordarles cuántas fotos de personajes turbios relacionados con otros acontecimientos “de masas” (fútbol, romerías, procesiones, fiestas locales, eventos taurinos…) podríamos publicar sin que ello significara un menoscabo de lo que están celebrando que es, después de todo, una fiesta. Pero en este caso, es una fiesta “mani-fiesta” en la que nadie acabará apaleado ni mutilado, ni animal humano ni animal no humano, todo lo más los efectos de los excesos propios de “lo festivo”, cuestión aparte. La fobia a la diferencia es muy difícil de gestionar…

Por otra parte, hay otra crítica a la fiesta que me merece más respeto y que, de hecho, ya ha tomado forma en la institucionalización de un “Orgullo crítico”, gestionado también por activistas LGTBI, que se posicionan para recordarnos los riesgos reales – porque lo son- de una celebración del Orgullo que acaben siendo cuestión comercial vinculada al “gay-capitalismo”, a la persistencia del machismo (exclusión de las mujeres, de las trans…), o al culto al cuerpo macho-occidental-sano-“currado” de esos gais de “exposición” que obvian la existencia de personas LGTBI de otras razas, culturas, corporeidades, capacidades físicas…. ). Pero esa crítica existe, y hace tiempo, tanto en los activistas como en los intelectuales LGTBI desde hace años. Y coexiste con la otra fiesta, porque, después de todo… hay un trasfondo común muy importante. Pero ese orgullo crítico no pasa a los medios.

Para mí, es algo de lo que me cabe sentirme muy orgulloso (satisfecho), el que exista esa mirada crítica en el contexto absorbente, pero no del todo, de la fiesta principal. No veo nada parecido en esas otras fiestas de masas, no veo a quienes ejerzan la crítica dentro del mismo “prisma”. Con muchos de esos, “se está” o “no se está”. Para algo tenía que ser esta, la fiesta de la diversidad… sin que nos olvidemos de presionar, cada uno en nuestros puestos, para que una Humanidad más omnicomprensiva, racional y fraterna sea posible no a pesar de, sino gracias a las diferencias que nos enriquecen. La crítica al hedonismo desenfrenado, al egoísmo, al consumo desenfrenado, a la insensibilidad con los que tienen menos medios, a la superficialidad… Es válida para el conjunto de Occidente, si no de la Humanidad… Y no habría ser menos un fenómeno como este… Al menos, desde sus propias instancias de activismo e intelectualidad, son muy conscientes de ello.

Posdata: Sonrisa, de canto, a los que habiendo estado en la vanguardia de los derechos de las personas LGTBI hasta en algo tan básico, y “jodido” como es el discurso público, ahora se suben al carro que los hace parecer mejores. De hecho, tengo que decirles “ahora sois mejores, pero el derecho a rectificar es una virtud muy encomiable que no he visto por ninguna parte…”

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