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Llenan las vías pecuarias con encinas y robles en protesta a las ocupaciones de los caminos públicos

Voluntarios repueblan una de las vías pecuarias de Sierra de Gata dentro de la campaña 'Cada extremeño, un árbol'

Jesús Conde

Son un patrimonio de todos. Las vías pecuarias forman parte de la cultura de la Extremadura rural. Unos antiguos caminos que antaño acogían las historias del pastoreo y que hoy están abandonadas en muchos casos.

El rico patrimonio se ha transformado por y para ellas. Las vías pecuarias han sido las protagonistas. Hasta 7.200 kilómetros de vías públicas se extienden por la región, en una superficie aproximada de 30.000 hectáreas según las estimaciones de la Junta.

Su patrimonio está vivo, su riqueza ayuda a entender un poco más esta comunidad, y su belleza enamora a todos aquellos caminantes que se adentran en ellas. Pero las vías pecuarias se enfrentan a la agresión de las ocupaciones, un fenómeno que se ha ido normalizando a medida que el pastoreo las dejó de transitar. El ladrillo tiene mucho que decir en esto.

De manera casi sutil las lindes han ido desapareciendo en muchos casos. De repente, como el que no quiere la cosa, los mojones y deslindes aparecen en el interior de fincas, dentro del vallado.

Ecologistas en Acción Extremadura ha puesto en marcha una campaña de repoblación a lo largo de toda la región. Su objetivo es fomentar la biodiversidad forestal y promover la cultura del árbol frente a la amenaza de los bosques, la más grave, los incendios. Las vías se llenan de encinas, pero también de alcornoques, quejigos y robles.

Es un acto reivindicativo, en el que se desean reclamar el patrimonio de todas las personas. Y qué mejor manera que repoblando estos espacios. Llenando sus lindes y denunciando las usurpaciones del terreno público.

Si el pasado domingo 22 de noviembre la repoblación se hizo en torno a una vía pecuaria cercana a la localidad de Gata, afectada por el incendio, la próxima cita será este fin de semana en Mérida. Allí niños y mayores volverán a dibujar con sus 'zachos' (según la RAE es sacho) las lindes. Un espacio común. 

Comenta Andrea García, educadora ambiental ambiental y coordinadora del proyecto ‘Cada Extremeño, un árbol’, que no se trata de grandes repoblaciones, sino de actos simbólicos para hacer reflexionar acerca de la “lamentable” situación en que se encuentran, no solo las vías pecuarias, sino el arbolado de los entornos urbanos.

Las vías pecuarias de Extremadura

Son protagonistas en mayúsculas del paso del tiempo, porque junto a ellas han aparecido estructuras para el ganado o el esquileo. Pero también ermitas, acompañadas de las romerías que siguen transitándolas. Fomentan el mantenimiento de una ganadería diferente y son auténticos corredores ecológicos, capaces de unir espacios naturales ante la fragmentación de los territorios.

Los cálculos indican que de los 7.200 kilómetros de vías pecuarias en Extremadura, 4.096 kilómetros, el 57 por ciento está deslindado; y amojonados un total de 1.860 kilómetros, el 26 por ciento.

Así consta en los datos oficiales de 2014 facilitados por la Junta de Extremadura a Ecologistas en Acción, con el objetivo de elaborar un informe que detalla que en España hay 138.146 kilómetros de vías pecuarias, de las que poco más del 20 por ciento están deslindadas.

Advierte la organización ecologista que ninguna de las comunidades ha restado los kilómetros que se han perdido irremediablemente, en torno a 40.000 según sus estimaciones, y que han de repartirse entre las 12 CCAA que poseen este tipo de caminos pastoriles.

Nines Nieto, de Ecologistas, explica que en Extremadura, al igual que en el resto de España, las caminos públicos han sido copados para labores agrícolas. Aunque no es éste el asunto que más preocupa les preocupa, ya que esta transformación permite que el terreno retorne con la intervención de la administración.

Parece más frecuente de lo que parece que un propietario valle los espacios y se los adueñe, o lo que es peor, que sean el lugar elegido para instalar un colector o una infraestructura de grandes dimensiones como un tendido eléctrico o balsas de agua.

En estos casos las empresas pueden pagar un canon por el uso de estos espacios, tras lograr cesiones que según marca la ley tienen una duración de una década. El motivo por el que eligen este sitio es porque el gasto que tienen que afrontar es “irrisorio”, en comparación a una expropiación o el alquiler de suelo privado.

“Pero claro, un abuso de esta política degrada nuestros espacios públicos, y de camino, estamos regalando nuestro suelo público, muchas veces, a intereses privados”, advierte. Comentan además de que son obras que nacen con la intención de quedarse, lo que denota la importancia que se le da a estos espacios.

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