Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Rosa María Calaf: “Hay que exigirles a los medios que cumplan su objetivo de servicio al bien común”

"Los medios de comunicación son un marco que crea opinión pública; por tanto, hay que exigirles que cumplan su objetivo de servicio al bien común"

Silvia Arjona y José Manuel Rodríguez / AECOS*

Con convicción y firmeza, la periodista Rosa María Calaf hilvana un discurso contundente sobre el papel social que los medios siempre han tenido y que “quizá han ido perdiendo, merced a intereses mercantilistas”. Sus treinta y siete años como corresponsal en numerosos puntos cardinales como Nueva York, Moscú, Buenos Aires, Roma, Viena, Hong Kong y Pekín le dan un profundo bagaje de este viejo oficio y de las claves de lo que ocurre actualmente en el mundo. 

Una de las realidades que han de retratar los medios es que en la actualidad hay más de 60 millones de personas que están desarraigadas en todo el mundo. Son desplazadas de manera forzosa de sus territorios a causa, principalmente, de la violencia. Una violencia que se adueña de la parálisis política y vence a la debida voluntad que han de desempeñar los líderes mundiales pasmados, parece, ante tanta desgracia ajena. Pero, ¿de qué manera es éste retrato mediático? ¿Cuál es el papel que desempeñan los medios de comunicación para informar de las numerosas migraciones forzosas que cada día se generan en el mundo, de sus causas y de sus consecuencias? 

Este martes, con motivo del Día Mundial de las Personas Refugiadas, la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AEXCID) organizó una jornada en Mérida para dar respuestas a esas preguntas con ayuda de expertos y expertas en la materia. Leila Nachawati, José Antonio Guardiola, David del Campo y Rosa María Calaf fueron los invitados por excelencia para analizar, desde sus experiencias profesionales, las formas en las que los medios de comunicación narran la realidad de las personas refugiadas, migrantes y desplazadas.

Rosa María Calaf reflexiona acerca del rumbo del periodismo y de si es o no posible deconstruir las narrativas mediáticas actuales sobre este tan importante asunto. 

-¿Por qué cree que son necesarios actos como éste en Mérida que interrelaciona el periodismo y la situación dramática que viven en el mundo millones de personas refugiadas? 

Es absolutamente necesario porque los medios de comunicación son un marco que crea opinión pública; por tanto, hay que exigirles que cumplan su objetivo de servicio al bien común. Hay que tener siempre muy presente que hay que pasarlo todo por la lupa de los derechos humanos.

Eso no se está haciendo y se está pervirtiendo esa opinión pública, para que esté muy interferida y manipulada en muchos casos, conduciéndola a un desconocimiento de la realidad de los migrantes y de las migraciones y de lo que eso significa. Y, por tanto, a generar un lenguaje de odio, que conduce a posturas xenófobas y de rechazo, basadas en hechos falsos.

Es necesario llamar la atención sobre la responsabilidad de los medios –que aunque parezca muy obvia cada vez tenemos que recordarla más porque se está difuminando–  y alertar de que es responsabilidad de todos: de las empresas periodísticas, de los periodistas, de la política y de la ciudadanía, que tiene esta última que hacer un esfuerzo para buscar buena información. El alertar sobre todos estos aspectos es absolutamente necesario en este momento, si queremos acabar con estas gravísimas situaciones de injusticias.

-¿Qué papel cree que están jugando los medios de comunicación en general en la realidad de las personas refugiadas, teniendo en cuenta que ha habido ciclos donde sí se ha puesto el foco, como la conocida foto de Aylan?

Esto significa que los medios de comunicación, cada vez más, no actúan en función del derecho a la información que posee el ciudadano sino que proceden con otros fines, mercantilistas muchas veces, como es llamar la atención para tener más audiencia, más publicidad…, esto, en el mejor de los casos. Y en el peor para reconducir la opinión pública a considerar al migrante como un peligro, una amenaza, algo rechazable…

Por supuesto que hay medios y periodistas que realizan un periodismo crítico, valiente, comprometido, ético, sereno y transparente; en suma, un periodismo militante, en su objetivo de servicio al bien común. Pero se ha detectado también, y hay estudios de la Red de Periodismo Ético en Londres que lo demuestran, una tendencia al periodismo que propicia, difunde y consolida estereotipos y prejuicios.

Además de trabajar con una rutina periodística basada en la prisa, hay medios que se convierten en altavoces de mensajes de odio y con la sola idea de buscar audiencia a base de contentar a un público que también es muy poco crítico. Un público que, en ocasiones, busca chivos expiatorios por su rabia ante los recortes, la corrupción… Ese periodismo que no cumple con su misión, lamentablemente, está cada vez más extendido y es muy peligroso en la construcción de la opinión pública. 

-¿Cuáles serían los retos de la comunicación online y de las redes sociales para informar bien sobre las personas refugiadas, desplazadas y migrantes? 

El problema se halla en la tecnología que, en principio, es una herramienta magnífica de conocimiento y que debería de servir para tener acceso a lo que está ocurriendo, para dar las cifras adecuadas y contar el problema en su exacta medida, no exagerándolo.

Por el contrario, las redes sociales, en lugar de ser un instrumento que facilite el conocimiento, la comprensión y el acceso a los datos ciertos, fiables y con garantías, está haciendo todo lo inverso: es un instrumento de desinformación y al servicio de determinados intereses, que quieren una ciudadanía asustada, que será siempre mucho más fácil de manipular. Por tanto, las redes tienen esa doble condición: ser un elemento extremadamente positivo a la hora de retratar el tema de las migraciones o puede ser una herramienta muy negativa.

El uso de los algoritmos está creando unos problemas gravísimos puesto que está haciendo posible una cantidad ingente de informaciones falsas, de mentiras que a base de repetirlas muchas veces se quiere que acaben siendo verdad. Y esta herramienta tecnológica permite hacer esto con una extensión, amplitud, rapidez y con un carácter efímero, es decir, se superponen las noticias, que antes nunca había existido y que es muy peligroso, si no enseñamos a la ciudadanía a utilizarlos.

-En el transcurso de su trayectoria profesional como corresponsal, ¿cómo vivía sobre el terreno el cubrimiento de situaciones sobre personas desplazadas y refugiadas y cómo hacía para encontrar historias que le acercasen a esas realidades?

La mayoría de la gente tiene la idea de que las migraciones en gran número son un fenómeno nuevo, como algo excepcional, quizá lo piensen así porque se ha presentado ahora en Europa pero en el mundo hay entre sesenta y cinco y ochenta y tantos millones de refugiados y desplazados.

Esto lleva ocurriendo muchos años y hasta el momento nos ha preocupado muy poco porque no nos afectaba directamente. Y la mayoría de estos migrantes están en los países vecinos. Me ha costado mucho hablar de estos temas porque se veían lejanos y se consideraban que no eran una cosa nuestra, que les afectaban a otros. Esto es tremendamente grave. 

La principal dificultad que he tenido ha sido hacer visible el fenómeno de la migración y hacer comprender la gravedad del problema, aunque teóricamente estuviera lejos. En una segunda fase, otra dificultad ha sido el hacer entender que esto que ocurre tiene que ver con una gran parte de lo que nosotros hacemos, por lo que tenemos que hacernos muchas preguntas sobre el porqué están ocurriendo estas migraciones masivas en el mundo desde hace tanto tiempo y en otros lugares que no son Europa.

Y qué responsabilidades tenemos nosotros en la construcción del modelo social para que esto suceda. Lo he podido hacer a veces y en otras ocasiones, no. Es verdad que una televisión pública, como TVE, con todos sus defectos, siempre te permitía meter reportajes sobre estos temas, aunque fuera en horarios con pocas audiencias; algo que no es habitual en las televisiones privadas.

-¿Cree que aún estamos a tiempo para conseguir una 'deconstrucción' de las actuales narrativas mediáticas sobre esta situación? 

Soy optimista y lo primero es conocer qué sucede. Espero que se consiga alertar lo suficiente a la ciudadanía para hacerles consciente de que tiene que ser más crítica y de que no tiene que creerse cualquier mensaje. Depende de ella (de la ciudadanía) el que realmente las cosas cambien.

Nunca la libertad ni nada ha venido desde arriba, siempre se ha tenido que ganar desde abajo. Es algo por lo que hay que pelear. En lugar de cambiar el mensaje, a lo que sí que podremos llegar es a modificarlo y reconducirlo, insistir mucho en llamar la atención de que el problema no es nuevo. Lo que es nuevo es la manera en que se ha difundido, los métodos, porque han cambiado las herramientas. Hemos de volver a recuperar el control de esas herramientas para ponerlas al servicio de los derechos de las personas y al servicio del bien común. Es un momento crítico; si no trabajamos mucho, muchos, con determinación y suerte, corremos serios peligros de perder el relato de lo que necesita saber el ciudadano. 

-Por último, Rosa María, ¿cómo ve el futuro más inmediato del tratamiento informativo de esta realidad, es optimista a que haya cambios sustanciales, a que cada vez más medios insistan en explicar las causas y consecuencias de estos hechos?

Esto te reconforta, el que haya un movimiento bien utilizado, sobre todo en las redes,  de iniciativas, de grupos de periodistas, de ciudadanos y de personas individuales que están trabajando en esa línea. Confío mucho en esto.

Siempre que ha habido un cambio de modelo a lo largo de la historia de la humanidad ha habido momentos de incertidumbre con un cierto caos hasta que se han ido marcando los caminos y las normas. La libertad no significa el libertinaje. Esa línea de actuación siempre, en cada cambio, ha habido que diseñarla, primero una etapa de confusión y, después, ver qué camino hay que seguir. Y en eso estamos ahora.

* Asociación Extremeña de Comunicación Social (AECOS) 

Etiquetas
stats