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Medio siglo después homenajearán a los trabajadores muertos en la presa de Torrejón el Rubio

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Mediados los años sesenta ocurrió uno de los sucesos más terribles que se recuerdan en la reciente historia extremeña. Decenas de obreros, se habla de casi un centenar, murieron arrastrados por las aguas de una presa en construcción el término municipal de Torrejón el Rubio (Cáceres).

Eran años en los que el franquismo hacía pantanos en Extremadura para los futuros regadíos y para pingues beneficios de las poderosas eléctricas. Los gobernantes de la época no consideraron conveniente informar de los hechos, hasta el punto de que ni siquiera se conoce con certeza el número de fallecidos. Oficialmente se dijo que habían muerto 54 personas, pero hubo decenas de desaparecidos y estimaciones de la época cifran las víctimas en más de un centenar.

El próximo viernes, 13 de marzo, el ayuntamiento de Malpartida de Plasencia va a rendir un homenaje a los fallecidos, entre otros a las decenas de vecinos de la localidad. Los actos consistirán en la apertura de una exposición fotográfica, el visionado de un documental sobre el suceso y la inauguración de un monumento en el centro de la localidad. Según ha anunciado el Ayuntamiento, el acto contará con la presencia del presidente de Extremadura, José Antonio Monago, y familiares y amigos de las personas que perdieron la vida en el accidente.

  1. 000 trabajadores

En la presa cacereña, el objetivo era el aprovechamiento de las aguas del Tajo y uno de sus afluentes, el Tiétar, mediante el trasvase desde ambos ríos a través de un túnel hacia una única central hidroeléctrica generadora de energía eléctrica. Las presas eran construidas para Hidroeléctrica Española por la empresa Agromán y en ella trabajaban más de 4.000 obreros, en su mayoría procedentes de pueblos cercanos como Trujillo, Jaraicejo, Monroy, Serradilla, Arroyo de la Luz, Almaraz o Malpartida de Plasencia.

El otoño de 1965 fue muy lluvioso, especialmente los días anteriores al 22 de octubre, por lo que en esas fechas se forzó hasta el límite la capacidad del embalse para probar los aliviaderos. Con las obras ya muy adelantadas, el 22 de octubre de 1965 se produjo el accidente laboral más grave de Extremadura, ya que uno de los aliviaderos no resistió la presión y cedió la rejilla de una compuerta del mismo. Se inundó el túnel que unía ambas presas y canales adyacentes y el agua se precipitó con gran fuerza sobre el lecho seco del río y se llevó por delante a todas las personas que trabajaban en el túnel y canales.

En el momento del accidente se encontraban trabajando en el túnel unos 50 obreros y otros tantos con maquinaria en el lecho seco del río. Como consecuencia del accidente fallecieron un gran número de trabajadores, oficialmente 54, pero se estima que fueron más de un centenar porque hubo muchas personas desaparecidas. La tragedia fue envuelta entre el silencio y olvido del Gobierno franquista y de la empresa propietaria de las obras, y la presa jamás fue inaugurada.

 

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