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8 de septiembre: otro año más, en Extremadura la historia se repite

Unión de Juventudes Comunistas de España en Extremadura

De nuevo, otro año más, llegamos al día oficial de Extremadura. Un día que por otro lado, no reconocemos como el verdadero Día de Extremadura al tratarse de una fecha impuesta por las élites de nuestra región, por una minoría poderosa que no representa al pueblo extremeño.

Como hemos dicho en otras ocasiones junto a multitud de colectivos y movimientos sociales de Extremadura, apoyamos el 25 de marzo como el verdadero Día de Extremadura porque es uno de los días más importantes de la historia del pueblo extremeño. Un hito que supuso que aquél 25 de marzo de 1936 hasta 80.000 campesinas y campesinos extremeños sin tierras ocuparan 250.000 hectáreas para trabajarlas ante la desigual distribución, que generaba hambrunas y paro entre la población.

En Extremadura nada ha cambiado durante este último año: continuamos arrastrando los problemas endémicos que afectan al pueblo extremeño. Como afirmamos en nuestros documentos y análisis, la región se configura desde la modernidad como una neocolonia intrametropolitana debido a la inexistencia de un mercado regional, al injusto intercambio de los productos de sector primario propio de Extremadura con el resto del Estado. A la exportación de mano de obra barata a las grandes metrópolis y la progresiva centralización del poder económico ilustrado gráficamente mediante la elaboración de las redes ferroviarias.

Es necesario repasar nuestra historia para saber de dónde venimos, en qué situación nos encontramos y hacia dónde vamos.

Si, durante la II República, Extremadura fue un ejemplo de lucha jornalera en el Estado español contra las desigualdades provocadas por la injusta distribución de la tierra, que permanecía en manos de una minoría terrateniente; tras la devastación que supuso el golpe militar del ´36 en nuestra tierra, durante la postguerra se produjo una migración masiva de extremeñas y extremeños.

Nuestra región fue castigada por la dictadura franquista y los poderes fácticos de la época debido al aire de lucha que se respiraba en el ámbito agrario, donde llegó a cuestionarse la propiedad privada de la tierra sin paliativos. Fueron tres factores los que explican el expolio y el castigo ejemplar que sufrió nuestra región por parte de la dictadura: la represión, el exilio y el paro.

Entre 1950 y 1977 salieron de Extremadura 645.000 habitantes, es decir, el 45 % de su población. La mayor parte tenía entre 20 y 40 años. Esta emigración venía provocada por la nefasta situación extremeña cuya máxima era la falta de trabajo, lo cual era provocado por la incipiente necesidad de mano de obra para fortalecer las fábricas e industrias de las burguesías del norte del Estado.

Con la llegada del régimen del 78, esta configuración estructural de exportación de mano de obra barata, caciquismo institucional, miseria, paro y pobreza no cambia. Los principales proyectos económicos (central nuclear de Almaraz o la fracasada refinería) han venido de la mano de empresarios al servicio del capital extranjero, proyectos caracterizados por un fuerte patrón contaminante y una oferta de trabajo sumamente precaria, discriminatoria y patriarcal. Proyectos que han sido apoyados por los diferentes gobiernos del PP y PSOE que se han dado lugar en nuestra tierra, acompañados por políticas neoliberales y caciquiles.

La defensa de estos proyectos han venido acompañadas por la manipulación y la demagogia que tanto políticos como empresarios hacen sobre la necesidad de la creación de puestos de trabajo, intentando convencer a los trabajadores y trabajadoras extremeñas de que es la única manera de conseguir crear empleo y pretendiendo forjar una sociedad cada vez más conformista en cuanto a las condiciones laborales que les imponen los empresarios.

De esta manera se aprovechan de la situación de una región como Extremadura, donde la crisis ha acentuado la desesperanza y las necesidades más básicas de sus habitantes. Al aumento de la pobreza (más del 40% de la población) y el desempleo, tenemos que recalcar el aumento en escala de impuestos indirectos como en el caso del IVA de un 18 a un 21%, y el aumento y aparición de tasas/precios como el copago sanitario o el canon del agua, que dificultan el acceso a bienes y servicios públicos para las clases populares.

La situación, tanto política como económica, de Extremadura sigue caracterizándose por la nefasta labor de sus gobernantes y la precariedad generalizada azotada, de manera destacada, con respecto al resto del Estado por la crisis económica, Extremadura dibuja un panorama desolador que podemos ver reflejado en cifras: 116.177 parados en este último mes, subiendo ahora en época post-estival, es decir, uno de los más altos porcentajes de paro del Estado (27%), y de los más altos de la UE, perjudicando más gravemente a mujeres y a jóvenes, con un paro juvenil de más de un 48%, y con 67.974 mujeres en situación de paro (31,4%) en este último mes, frente a 48.203 hombres parados.

Según informes del INE, el 33,1% de los extremeños viven por debajo del umbral de pobreza, más de diez puntos por encima de la media estatal. El mismo informe indica que un 40% de los hogares extremeños no pueden afrontar gastos imprevistos. En cuanto a la renta, el ingreso medio anual neto por extremeño se cifra en 7.729 euros, frente los 10.391 euros de la media nacional. Además, Extremadura cuenta con ocho pueblos entre los 25 más pobres del estado, siendo Zahínos (Badajoz), el segundo más pobre de España con una renta al año de 10.031€ por habitante.

Otro dato a destacar es la pensión media de jubilación, de unos 724,87 euros mientras que la pensión media en el resto del Estado es de 858,11 euros mensuales, constituyendo, así, la segunda pensión más baja del Estado. La crisis económica ha acentuado aún más las deplorables condiciones de la clase trabajadora de Extremadura y evidencia como nunca las dificultades de la región para salir adelante y para aprovechar sus características más innatas como son la agroindustria.

La llamada “crisis del ladrillo” ha abierto una brecha profunda en la región, ya que el sector de la construcción tenía una fuerte incidencia sobre el empleo en Extremadura, así como lo tienen las pequeñas y medianas empresas que se han visto perjudicadas también por la crisis pero donde los verdaderos damnificados han sido sus trabajadores, que han sido víctimas de multitud de ERE´s y ERTE´s llevados a cabo en la región.

El drama de los desahucios no pasa desapercibido en Extremadura. Si el PP abrió hasta 1.350 expedientes de desahucios, el PSOE ahora en la Junta los ha aumentado a 1.600. A pesar de que la Asamblea de Extremadura impulsó un decreto para paralizar los desahucios en viviendas sociales, éstos han continuado produciéndose. A ésto hay que sumar la cantidad de estafas hipotecarias y desahucios bancarios que se producen en nuestra región, como es el caso de las cláusulas suelo que, desde 2005 se pueden encontrar en prácticamente todos los escritos hipotecarios de Caja Extremadura, ahora Liberbank. De la misma manera, debemos hacer mención a las casas vacías en manos del “banco malo”, la SAREB, alrededor de 500 en toda la región, de las que sólo se han en dispuesto 45 para alquiler social en toda Extremadura.

Con todos estos datos y hechos históricos que nos ayudan a contextualizar nuestra historia reciente y actual, vemos cómo el pueblo extremeño ha sido expoliado por los grandes capitalistas y terratenientes, por la oligarquía caciquil, por la Iglesia y el clero y por el bipartidismo que sostiene el Régimen del ´78.

Nos han negado nuestra historia y nuestra cultura, forjando así un complejo de inferioridad crónico y un olvido histórico y cultural. Nuestras escuelas no enseñan nuestra historia, no se habla de los años combativos del movimiento obrero extremeño, los motines populares de Badajoz de mediados del siglo XIX, las ocupaciones de fincas en 1936, la huelga de los yeseros de 1988, etc.

El extremeño medio no quiere recordar los años de hambre y el peso del nacional-catolicismo rancio aún perdura en la mentalidad de nuestra tierra. Durante años se nos ha negado el pan y el trabajo, desde los sistemas feudales basados en la servidumbre hasta el actual sistema capitalista que nos ha negado, no sólo el trabajo, sino el progreso de nuestra tierra y el poder disfrutar de ella, ya que nos han condenado a la emigración, al éxodo máximo. A día de hoy 26.779 extremeñas y extremeños residen en el extranjero, de los cuales 15.366 son nacidos en Extremadura.

Todos estos graves problemas históricos que arrastra nuestra región tienen una raíz común del problema que los provoca: la negación de nuestros recursos por parte una minoría poderosa que los posee, expoliando los recursos que genera la clase trabajadora extremeña.

Observamos cómo Extremadura es, a día de hoy, una de las principales zonas de regadío de España (230.000 hectáreas); es la primera productora de arroz de España (más de 35.000 hectáreas); es la primera región productora de tabaco, corcho, tomate, higos, soja, frambuesa; la primera productora y exportadora de carbón vegetal que se consume en toda la Comunidad Europea; tiene el 65% de la superficie de cerezo en España; ocupa el segundo lugar en superficie de cultivo y en producción de olivo y derivados; es la segunda productora de maíz y la cuarta productora de avena, la sexta de trigo y la séptima de cebada. En lo referente a ganadería, es la primera criadora de porcino extensivo y la primera productora de carne de cerdo ibérico, la primera criadora de ovino y la tercera de bovino y de caprino. Producimos seis veces más energía de la que consumimos y tenemos unas condiciones excepcionales para la implantación de energías renovables y alternativas.

Por todo ello, creemos que la historia se sigue repitiendo un año más en nuestra región, perpetuándose el poder económico con la complicidad y la colaboración del bipartidismo que ha gobernado Extremadura desde la “Transacción”. Una minoría privilegiada que posee la mayoría de nuestros recursos, mientras la mayoría, el pueblo extremeño, continuamos expoliados y expoliadas, sometidos al paro, la precariedad laboral y el exilio económico.

Recursos hay sobradamente para el progreso de nuestra región y de nuestro pueblo, pero están en manos de una minoría rica.

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