Entrevista

Ignacio Montes es Zárate en 'La novia gitana': “Aunque la adaptación no sea como algunos esperaban, la serie atrapa”

Ignacio Montes y Nerea Barros en 'La novia gitana'

Laura Pérez

San Sebastián —

Tras debutar el pasado domingo en Atresplayer Premium, y darse un baño de público el miércoles con el estreno en abierto en Antena 3, La novia gitana retoma su cita semanal con el lanzamiento, este 2 de octubre, del capítulo 3 en la plataforma de pago de Atresmedia. Un episodio en el que seguirá investigándose el asesinato de Susana Macaya con la BAC y el impulsivo Zárate como principales interesados.

Sobre este personaje tiene mucho que decir Ignacio Montes, el encargado de dar vida a un agente que en apenas unas secuencias se gana la atención de los espectadores y también de Elena Blanco (Nerea Barros), con la que comienza una relación personal y laboral que promete dar que hablar. “La novia gitana es el proyecto de mi vida, la mejor oportunidad que he tenido y un tipo de proyecto con el que había soñado siempre”, admite el actor en un encuentro con verTele y otros medios durante la presentación de la ficción en el Festival de cine de San Sebastián.

Para él, que empezó su carrera en series de televisión cuando era adolescente en La dársena de poniente (TVE) y Gominolas (Cuatro), y la ha seguido desarrollando en la escuela de series diarias como Acacias 38, El secreto de Puente Viejo y Servir y proteger, su último trabajo antes de ponerse bajo la dirección de Paco Cabezas, llegar a La novia gitana ha sido descubrir una nueva manera de hacer ficción: “A veces los actores somos como marionetas, pero en este proyecto no (...) Nunca lo había vivido”.

Tanta ha sido su implicación con Zárate que le ha costado desconectar del personaje durante los meses de rodaje. “He estado noches sin dormir por la escena del día siguiente”, confiesa. Quizás por ello, y satisfecho con el resultado final de la serie, la defiende frente a las posibles críticas que puede recibir de los siempre críticos lectores: “Aunque la adaptación no haya sido como algunos la esperaban, lo bueno de esta serie es que atrapa”.

¿Habías leído la novela de La novia gitana, o lo hiciste cuando te llegó la oportunidad de hacer el casting para ayudarte a preparar el personaje?

Cuando me llegó el casting me leí la primera parte, La novia gitana, porque surgió de una semana para otra y solo me dio tiempo a leerme esa primera novela de la saga. La segunda, La red púrpura, me la leí cuando terminé el rodaje de esta primera temporada.

¿Qué te pareció el personaje de Zárate, ya en esa primera toma de contacto con la novela?

Me encantó y me encanta el personaje de Zárate. Paco Cabezas me dijo que es como los ojos del espectador, ese policía que llega nuevo a la BAC, el agente externo que se relaciona con los demás. Él pertenece a otro cuerpo de la policía, y me parece interesante esa lectura. Se va introduciendo poco a poco en la intimidad de Elena, en su cuerpo, en su corazón, y también en la BAC como un novato. Me ha gustado encarnar esa fuerza, esa mirada externa. Y a nivel personalidad también me gusta mucho.

Al principio le vemos como un personaje muy impulsivo. ¿Cómo evoluciona a lo largo de los capítulos?

Zárate descubre el cadáver, es el primero que llega [al lugar del crimen], y siente que por derecho policial le pertenece este caso. Luego entiende que por su relación con el crimen de la otra hermana tiene que adaptarse a las normas y cedérselo a la BAC, pero van a saltar chispas entre ellos, entre sus formas de trabajar. Aunque tenga cosas en común con sus compañeros, que también son impulsivos, viscerales, intrépidos e incluso temerarios, van a chocar en sus maneras de proceder.

Y en particular, Zárate y Elena son dos animalitos heridos que poco a poco se van a ir conociendo y van a acompañarse el uno al otro. Va a haber algo en su relación policial que me parece muy interesante, y es que se empiezan a admirar. Ahí también se encuentra una tensión sexual: desde esa admiración profesional, les pone estar descubriendo un caso sórdido juntos con esa pasión que ambos tienen por su trabajo.

¿Cómo ha sido tu trabajo con Nerea Barros para construir esa relación Zárate-Elena Blanco tan especial?

Ha sido fundamentalmente gracias a Paco Cabezas, que está muy abierto a nuestras propuestas. Mi personaje lo preparé con mi maestro, Juan Carlos Coraza, que me ayudó a acercarme a cosas que el director me proponía y a las que no sabía cómo llegar. Mi coach me dio ciertas notas para poder hacer lo que Paco quería y lo que entre todos veíamos que este personaje necesitaba.

En cuanto a la relación con Elena he trabajado también con él, pero fundamentalmente ha sido un trabajo con Nerea Barros, desde el entendimiento, y con Paco Cabezas, que nos ha dado mucha libertad. Es el primer director con el que trabajo que antes de rodar una escena, nos reunimos cerca de una hora para comentar cómo lo vemos los actores. Normalmente te dicen dónde tienes que poner y qué tienes que hacer, pero con Paco ha sido maravilloso porque era una creación conjunta entre todos, yo nunca lo había experimentado y creo que eso se nota. Tengo un compañero que dice que a veces los actores somos como 'teleñecos', que nos llevan de un sitio a otro como marionetas, y aquí no. A veces ha habido choques, pero ese debate y ese conflicto creativo me encanta.

Resulta interesante y un poco inédito, ¿no?

Sí, yo nunca lo había vivido. Sé que en Estados Unidos es más habitual, por lo que nos cuenta Paco, pero yo nunca lo había vivido aquí.

¿Qué supuso para ti cuando te dijeron que habías conseguido el papel?

Es el proyecto de mi vida. Esta ha sido la mejor oportunidad que he tenido, el personaje del que más me he enamorado y el proyecto en el que más me he implicado. Un tipo de personaje y de proyecto así es con lo que había soñado toda mi vida.

He estado noches sin dormir por la escena del día siguiente

Ignacio Montes

¿Has disfrutado los meses de rodaje?

Sí, y también los he sufrido. De tanto amor, hay un cierto dolor que es sano para el alma, artística y humanamente. He estado noches sin dormir por la escena del día siguiente, porque aunque uno trate de separarse de lo que está actuando, es imposible. Tantos días rodando escenas de muertes y asesinatos, por mucho que uno diga que desconecta o se despega, es inevitable que algo te quede. Estás trabajando con tu sistema nervioso y si te pones delante de una persona que está haciendo de muerta, te pasan cosas.

¿No has logrado desconectar en este proceso de rodaje?

Sí, lo logro, lo busco, y es necesario para la salud. Algo tan sencillo como una ducha fría y hacer rituales está bien, ayuda a sacarte el personaje al llegar a casa.

¿Has encontrado cosas en común entre el personaje y tú?

Sí. Compartimos que los dos tenemos mucha pasión por el trabajo. Zárate es hijo de policía, su padre murió en acto de servicio, y de alguna manera para él el cuerpo es una honra a su padre. Esto me emociona, este amor que tiene al trabajo por el amor a su padre, y lo encuentro en común conmigo. Esto me ha tocado, me ha conmovido.

¿Has descubierto o te ha llamado la atención algo de la profesión? Es un género que vemos mucho en TV, ¿te ha gustado estar en un thriller policíaco?

El género thriller siempre me ha gustado mucho. Me pone, me excita, me parece muy entretenido y me divierte esa pasión por descubrir casos. Si no hay un villano, no hay un policía que le persiga, y esa necesidad mutua, ese conflicto, me atrae.

Las series diarias son un máster de interpretación y de profesión

Ignacio Montes

¿Qué sensaciones has tenido al ver el resultado ya en pantalla? ¿Era lo que te esperabas?

Salí impactado cuando vi los primeros cuatro capítulos, me gustó mucho. En el rodaje trataba de no imaginarme la serie de ninguna manera, quería ir concentrado a lo que me tocaba y no pensaba en cómo estaba rodada. Sí era consciente de que estaba en una producción importante por el nivel de gente que había trabajando y el nivel de tensión que se respiraba, pero cuando iba a rodar necesitaba estar concentrado en mis escenas. El trabajo del actor y actriz requiere de una atención que es difícil de conseguir en un rodaje, porque hay muchos estímulos y es fácil desconcentrarse.

En tu carrera has trabajado en series diarias, donde todo va más rápido. ¿Cómo ha sido este rodaje, te has sentido cómodo?

Servir y proteger es una escuela maravillosa y dentro de todas las dificultades, las series diarias son un máster de interpretación y de profesión. Fue terminar de rodar allí en diciembre y empecé La novia gitana el 3 de enero, no tuve prácticamente tiempo entre un proyecto y otro, y estar en un rodaje así... ha habido días en los que solo rodaba un plano, he tenido tiempo para disfrutarla muchísimo y encontrar otras cosas que no fuera solo aprenderme el texto.

¿Qué planes de futuro tienes? ¿Hay algún otro proyecto que te gustaría hacer?

Tengo la segunda temporada de La novia gitana, La red púrpura, que empezamos a rodar en noviembre, y no tengo nada más. También me gustaría hacer teatro y cine, pero es que a mí me gustan muchas cosas.

¿Hay planes de adaptar también la tercera novela?

No lo sabemos, pero me gustaría. Estoy contento con el personaje y por supuesto que me encantaría seguir.

¿Tenéis miedo de defraudar a los lectores o a que no acojan la serie como esperáis?

Me importa poco. Quiero por supuesto que la serie guste, pero creo que son experiencias diferentes. Aunque hubiésemos hecho una adaptación total del libro, siempre habría gente defraudada porque no es igual la experiencia que uno tiene con un libro, con su propio imaginario, que la que tiene con una serie. Lo interesante es que aunque [la adaptación] no haya sido como algunos la esperaban, lo bueno de esta serie es que atrapa y te mete en otra experiencia.

¿Cómo te has visto en las escenas de acción?

Por cosas de la vida, en mis últimos capítulos de Servir y proteger empecé a tener escenas de acción, y fue una preparación que me sirvió para La novia gitana. No había grabado como tal muchas secuencias de este tipo, pero a nivel personal sí que había trabajado mucho con el cuerpo, más a nivel de danza, y al final estas escenas son como una coreografía. Me han gustado mucho las escenas de pelea y de disparar, algo que estamos acostumbrados a ver en el cine. Además, hemos tenido ayuda de profesionales que nos han enseñado a coger las armas y cómo son sus códigos y movimientos.

Hemos conocido hace unas semanas la cancelación de Servir y proteger. ¿Qué te parece la noticia?

Es una pena, porque daba trabajo a mucha gente, porque pertenecía a una televisión pública, y es una pena que series diarias hechas con dinero público se terminen. Ojalá apuesten por más series de aquí para que sigan pudiendo dar trabajo a muchos profesionales.

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