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Espai Valencià es la avanzadilla de Som, un nuevo medio de noticias y opinión hecho en el País Valencià. Som será, además, la redacción y la voz de eldiario.es en este territorio, cuyo lanzamiento se producirá próximamente. Hasta entonces, este blog albergará contenidos informativos de los redactores de Som y piezas de opinión de algunos de los columnistas que colaborarán con el medio. 

Perseverancias valencianas

Julià Álvaro

La única esperanza que le queda al Partido Popular para mantener el gobierno en el País Valenciano es el PSPV-PSOE. Compromís y Esquerra Unida son, en cambio, su gran amenaza. Unas horas después de que El País publicara, con motivo del 9 d'Octubre su ya tradicional encuesta sobre posibles resultados electorales que este año apunta a un “vuelco electoral” y deja al PP sin mayoría absoluta, me parece que la conclusión más evidente que se puede sacar de los números que se ofrece es la siguiente: al PP solo lo salva que el PSPV se hunda más que ellos y que nadie movilice lo desmovilizado. Tampoco hay que despreciar la posibilidad de leer los datos en clave española, pero eso vamos a dejarlo para otra ocasión.

Las cifras que da El País han sacudido las aguas tanto tiempo estancadas de la política valenciana, pero no creo que deban sorprender. Es más, me parece que esto es solo el principio.

Lo que la encuesta pone en evidencia es lo que estaba desde hace años sobre el tablero de la política del País Valenciano a poco que se analizaran resultados y comportamientos de cada cual: el PP pierde pero para que haya vuelco es preciso que alguien gane y éste, obviamente, no va a ser el PSPV. Así que perdiendo el PP y perdiendo los socialistas solo el “triunfo” (léase subida) de los minoritarios de izquierdas hace posible el desalojo de los populares del gobierno de la Generalitat después de casi 20 años.

Perseverancia es la palabra que mejor resume lo que ha pasado en la política valenciana de los últimos años. Perseverancia la que ha tenido el PP en tejer una red clientelar que ponía en pie un ejército de mercenarios dispuestos a negar incluso la ley de la gravedad y alimentar las más bajas pasiones de la ciudadanía disfrazándolas de autoestima. Hoy todo se les desmorona. Ya no disponen del dinero suficiente para seguir comprando voluntades y su impunidad se ha acabado: buena parte de la ciudadanía parecía dispuesta a mirar hacia otra parte si se le garantizaban los resultados, pero hoy han descubierto que los dirigentes del PP, además de poco honrados, resulta que también eran manifiestamente incompetentes. Así que, de resultados, ni uno. El proyecto —o lo que fuese— del PP está agotado, rodeado, vacío. Incluso los catalanes, siempre tan útiles para cargarles el muerto, ahora resulta que lo que quieren es irse y no se nos llevan ni la paella. Un mito más que se cae.

Más perseverantes incluso que los populares han sido los socialistas. Perseverantes en el error. Lo suyo ha sido contumacia. Dudo que el PSPV, desde que perdió las elecciones de 1995, haya incorporado un solo votante nuevo. Tocar fondo para excavar de forma enloquecida. Siempre un secretario general peor que el anterior, siempre Lerma y Císcar al fondo, siempre confundiendo renovación con vuelta al pasado, nunca gente nueva, nunca nuevos comportamientos, nunca abrirse a la sociedad. Doscientas personas, no creo que más, que llevan treinta años viviendo del partido y maniobrando para que nada cambie aunque sea al precio de que tampoco cambie el inquilino de la Generalitat.

En los últimos años, también la perseverancia ha definido la tarea de Compromís y Esquerra Unida y ya en las pasadas elecciones experimentaron un fuerte ascenso. Los dos grupos minoritarios de la izquierda han conseguido portavoces creíbles y se han empeñado en que se notara que no pensaban transitar los caminos trillados de siempre. Se les ha visto más pendientes de la gente que de las pautas institucionales de rigor. Ahí reside la clave de su éxito. Justamente por eso en lugar de verse penalizados por la actual desafección hacia los políticos están obteniendo réditos.

Faltan treinta meses para las elecciones si no hay avance electoral, cosa que tampoco se puede descartar. No creo que PP y PSPV enderecen su rumbo. Seguirán siendo contumaces. A estas alturas ni pueden, ni saben, ni quieren cambiar. Por contra, Compromís y Esquerra Unida tienen un reto fundamental: no detenerse. Hay en la sociedad un gran enfado e inmensas bolsas de votantes que todavía habitan los márgenes del malestar. Convencerlos de que lo más práctico es canalizar las reivindicaciones, las manifestaciones, las protestas, las ocupaciones, las sentadas y tantas indignaciones acumuladas a través de partidos alternativos es el gran desafío. No se trata de intentar hacerles ver que tal o cual partido será su portavoz, no. Es más que eso. De lo que se trata es de abrirse lo suficiente para que los que hoy ocupan esos márgenes tan masivos pero “pasan” de las instituciones entren en los partidos para cambiar las instituciones.

Es cierto, la encuesta de ayer de El País augura un “vuelco electoral” por la mínima pero, a más de dos años de las elecciones, los datos no son definitivos. El PP podría acabar salvándose por los pelos y seguir gobernando. Podría pasar. Yo, de todas formas, pienso que si todo sigue como hasta ahora, si nuestros protagonistas no cambian de guión, lo más probable es que la derrota de los populares sea mayor de lo previsto y que los socialistas cada vez pinten menos en el bloque progresista.

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