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La religión: ¿aliado o adversario de la ecología o el feminismo?

Un crucifijo preside un aula.

Eduardo Azumendi

Martín, Nerea y Rosa acaban de salir de la proyección de la película ‘Inch’allah’ sobre el conflicto palestino-israelí. Martín ha tomado parte en varias brigadas internacionalistas, una en territorio palestino. Tras la película, al salir a la calle, comienzan a discutir sobre el papel de las organizaciones de ideología religiosa como Hamás en el proceso palestino. Comenta la experiencia vivida en sus carnes en suelo vasco cuando al final de las movilizaciones en solidaridad con Palestina y contra el ataque a la población de Gaza, los militantes simpatizantes con Hamás de Bilbao, pretendían realizar una liturgia religiosa musulmana al final de los actos de protesta. “Les dijimos que ni hablar, que nuestro compromiso era solidario con el pueblo palestino, no con la fe islámica, que eso estaba fuera de lugar”. El doctor en Ciencias Sociales y Políticas y profesor e investigador en la Universidad del País Vasco desde 1984, Iñaki Barcena, trata de ilustrar con la experiencia de estos tres activistas de los movimientos sociales vascos el papel de las organizaciones religiosas en las campañas, ecologistas, feministas o de solidaridad internacional en las que participan.

Hinojal, quien ha participado en el X Congreso Vasco de Sociología y Ciencia Política con una comunicación titulada ‘¿Puede Dios ser demócrata?’,  aprovecha la experiencia de estos tres activistas vascos para tratar de averiguar cómo reaccionar ante la presencia de los militantes religiosos en los foros y campañas de los movimientos sociales alternativos.

A la experiencia de Martín, Rosa añade la de las jóvenes egipcias participantes en las protestas de la plaza del Tahrir (plaza de la Liberación) que le parece “lacerante”: “En El Cairo ha sido mucho más grave. Para muchas mujeres egipcias, salir a tomar parte en las movilizaciones contra el régimen de Mubarak ha servido para evidenciar el rechazo a su presencia en las calles y en las plazas como sujetos políticos. Su participación activa y directa es algo que el patriarcado, en su versión gubernamental o de oposición al régimen no pueden soportar. Con el gobierno de los Hermanos Musulmanes las cosas no han mejorado”. Y Nerea remarca: “Los credos religiosos son los mayores defensores del patriarcado y los mayores enemigos de la democracia”. “No siempre”, replica Martín. “Ahí está la Teología de la Liberación que en Latinoamérica ha supuesto un revulsivo para la democratización en varios países y ha adoptado posición favorable a la igualdad de sexos”.

En busca de los límites

El debate de estos tres activistas es, según Hinojal, un asunto central para los movimientos sociales en todos los continentes. “¿Las ideas y liturgias religiosas son aceptables en el seno de los movimientos? ¿Pueden ser compatibles? ¿Provechosas? ¿Dónde están los límites? ¿Volvemos a un revival de las vanguardias, en vez de leninistas, ahora religiosas? ¿Los credos religiosos y espirituales pueden aceptar la autonomía y las dinámicas democrático-participativas? En cuatro palabras: ”¿Puede Dios ser demócrata?“.

Para Hinojal, las posibles relaciones entre los movimientos sociales alternativos y los credos religiosos son diversas y contradictorias. “Ecologismo, feminismo y antimilitarismo encuentran simultáneamente aliados y adversarios en las organizaciones religiosas, pero para el feminismo, el factor religioso sigue siendo parte central del problema, esto es, de la eliminación del patriarcado, mientras para el ecologismo, aliados como la teología de la liberación son parte de la solución. Para el antimilitarismo y para los y las activistas por la paz, aunque el discurso religioso en general aparece ligado a sus objetivos, los fundamentalismos e integrismos en alza se sitúan en sus antípodas ideológicas”.

Por esa razón, el radicalismo de los movimientos sociales alternativos, es decir la búsqueda de la raíz de los problemas a los que se enfrentan, “tiene poco que ver con el fundamentalismo y dogmatismo religioso de aquellos que apelan a los textos revelados a sus profetas para encontrar las soluciones a los problemas socio-políticos”.

“Como argumenta la feminista Tere Maldonado”, añade, “no es equiparable presentar una propuesta política concreta con el argumento de que ‘Dios así lo quiere’ que hacerlo aduciendo una razón en un lenguaje compartido por todos. Y por eso en una comunidad democrática solo pueden contar las razones seculares y los ciudadanos creyentes están obligados a traducir sus convicciones de tipo religioso no compartidas por toda la comunidad a un lenguaje universalmente accesible”.

Hinojal considera que el activismo religioso no se produce de forma unívoca y en abstracto. “Los credos religiosos se manifiestan en los parámetros del sistema político y de las estructuras sociales de cada país. Es por ello útil, estudiar y analizar sus diversas manifestaciones para encontrar las claves y formas de funcionamiento de las religiones cuando se expresan frente a otros discursos e intereses de clase, sexuales, étnicos, ecológicos o de otro tipo”.

Es por ello que piensa que “Dios lo tiene difícil para ser demócrata y aceptar que las soluciones a los problemas sociales y políticos se deben augurar en el seno de la propia sociedad, sin intermediaciones divinas. En las ágoras y en los territorios de la lucha por la democratización no cabe hablar en nombre de Dios para hacer valer argumentos. En el ‘demos’ ecologista, feminista o antimilitarista no se le ha dado carta de identidad”.  

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